El drama Von Erich a debate
Esta película nos cuenta la vida los inseparables hermanos Von Erich, que hicieron historia en el mundo de la lucha libre profesional en los años 80. Hay éxitos, triunfos y también un soterrado drama al modo griego, que atraviesa a estos jóvenes luchadores, sometidos como estaban a su dominante padre y entrenador.
La narración deportiva en la gran pantalla y su tendencia a glorificar el esfuerzo y la voluntad se aleja, con esta cinta de Sean Durkin, de los tópicos del cine americano sobre este género. Al adaptar la aciaga historia de los Von Erich, el director desbarata las convenciones de este tipo de cine, así como dos creencias basales del modo de vida estadounidense: el mito de la superación como manantial de felicidad y la defensa a ultranza de la familia.
Los hermanos luchan en el cuadrilátero y fuera de él con todas sus fuerzas, pero ese encono se muestra insuficiente para escapar a su trágico destino, que adquiere todas las características de una maldición. Conforme avanzamos en el visionado del filme nos damos cuenta, curiosamente, que el único que se consigue zafar de esa leyenda, el hermano mayor, lo hace tras enfrentarse con la descomunal figura paterna y romper sus vínculos familiares.
Haciendo una interpretación psicológica, yo diría que esta película tiene muchos elementos en común con el mundo de la lucha libre profesional, que es su tema central. Esto es: se nota que se ha puesto mucha intensidad, energía y pasión en el emprendimiento, que tiene una clara intención de entretener y emocionar con los enfrentamientos sobre el ring, pero finalmente se siente como algo vacío y superficial. Como digo, es como la lucha libre, que es espectacular y fuerte en su visualidad, pero todos saben que no es lucha de verdad, o sea, está hecha de trucos y ficciones, no es lo que parece.
Así, esta cinta cuenta la historia real del clan Von Erich, una familia de luchadores de Texas. Está la obra plagada de drama y tragedia. Una familia que ha sufrido y sigue padeciendo un inmenso dolor por la pérdida desgraciada de sus miembros, ciertos fracasos deportivos y un tono adverso que les lleva a pensar que son una familia maldita.
El guionista y director Sean Durkin ha reunido un elenco de actores sensacionales y musculados para interpretar los papeles principales: Zac Efron, Jeremy Allen White, Harris Dickinson y Holt McCallany, todos sensacionales.
Sin embargo, los personajes permanecen como como estabilizados, no evolucionan, no progresan, no sufren variaciones, todos prácticamente en la misma sintonía a lo largo de la historia. Ello a pesar de los reveses y fatalidades que la tal familia tuvo que soportar durante el período relativamente breve que va de mediados de los 80 hasta principios de los 90.
McCallany es una figura temible como el patriarca Fritz Von Erich, un exluchador profesional que lidera el grupo familiar en plan sargento y que enfrenta a sus hijos entre sí, a los cuales va llevando al límite físico y mental en su búsqueda de la gloria indirecta; o sea, el padre busca resarcir vicariamente sus frustraciones de juventud en lo deportivo, haciendo que sus hijos triunfen y consigan los éxitos que él no pudo lograr.
Un padre impertérrito, que no tolera ni siquiera el llanto en los momentos más trágicos como la muerte de alguno de sus hijos; tanta angustia pretende mitigarla yendo a la iglesia. Una malentendida virilidad en el seno de una sociedad que obliga a reprimir el dolor, especialmente el de los varones.
En cuanto a los atléticos hijos, Kevin Von Erich, el mayor, es el líder siempre, un guía de buen corazón, pues lo que más anhela es pasar el rato con sus hermanos, que estén todos unidos y sin fisuras. Kerry Von Erich, es un joven con tendencia autodestructiva, constantemente en lucha contra el consumo de estupefacientes. David Von Erich, el showman natural que se siente culposo por superar a Kevin como el rostro de la familia. Y Mike Von Erich, el más joven, no quiere luchar, le gusta la música, pero, al igual que sus hermanos, debe saltar al ring para así encajar en el guion del padre, y obtener la aprobación de este.
Digamos que el que manda es el padre con su poder omnímodo que los ha abducido a todos y los ha convertido en hijos sobreadaptados, nadie rechista, todos obedecen, todos a una bogando en el mismo sentido, como cortados por el mismo patrón.
La madre es una mujer fría que no se aviene a brindar a sus hijos el mínimo afecto, abducida también por el esposo, reserva para él todo su tiempo, su afecto, sus detalles y el tiempo de culto en la iglesia. Como matriarca de la familia, Maura Tierney crea una sensación de pérdida y de desapego.
O sea, los hermanos han sido tan poderosamente dirigidos por la severidad paterna, que son unos jóvenes como cortados por el mismo patrón; se quieren, pero el padre igualmente los hace rivalizar. Además, los quiere a todos en casa, no hay permiso para la «exogamia» y el personaje de Zac Efron, una vez casado, se ve impedido de irse a vivir con su esposa, una decisión que no está bien vista en la familia, con razón se llama El clan de hierro, o mejor, en el original, «garra de hierro», título referido a un movimiento de lucha característico, pero que también sugiere que los hermanos están a merced de un poder superior.
Aunque la lucha libre profesional tenga más de teatro que de auténtico deporte, es sabido que quienes la practican suelen acabar padeciendo secuelas físicas y psicológicas. Los Von Erich pagaron un precio alto por su éxito en esa industria, una dinastía familiar que alcanzó fama y notoriedad antes de sufrir una sucesión de tragedias y reveses familiares.
El director de fotografía Mátyás Eldérly acierta a crear una fuerte tensión enclaustrada. Especie de vibración que puede explosionar en cualquier momento. Colabora a ello también la banda sonora de Richard Reed Parry. Pero, a pesar de estas variables, de la brutalidad de las escenas de lucha y su tono melodramático, la cinta no deja de ser una obra discreta que incluso puede llegar a fatigar en sus 130 minutos de excesivo metraje.
Este tercer largometraje de Durkin es una especie de dedicatoria franca que observa el mundo de la lucha (wrestling) seriamente y sin condescendencia. Las secuencias de la lucha resultan llamativas, vistosas y coreografiadas de manera virtuosa. El director logra trasladarnos el afecto y la estima que siente por sus personajes, unos jóvenes arruinados por el devastador poder manu military de la autoridad paterna.
Todo es lamentablemente triste y rara vez sentimos una conexión humana profunda entre estos hermanos. Pues, aunque Lily James aporta una chispa de bienvenida como Pam, la fan coqueta que se convierte en la esposa de Kevin y madre de sus hijos, todas sus conversaciones tienen un ritmo y un propósito similar: la competición.
A propósito de esto, la destreza física exhibida y el enorme trabajo que debe haber requerido lograr ese volumen muscular es impresionante. Efron ya estaba en forma, pero se ha transformado en una bestia al límite de lo irreconocible. Y su papel habría merecido más intensidad tranquila y melancólica; hasta tal punto que uno desearía que su dedicación estuviera al servicio de un papel más complicado. Todos en el filme están preparados para los desafíos físicos y emocionales en diferentes escenas. Y Efron está sensacional.
A los aficionados a la lucha libre probablemente les encantará volver a ver los excesos de este deporte, tan duro e intenso como falsario y amañado.
Para que entendamos la magnitud de la desgracia familiar real la cosa fue así en la realidad. Cinco de los hijos de la familia –Kevin, David, Kerry, Mike y Chris– se dedicaron a la lucha libre. Aunque la familia tuvo éxito en el ring, la tragedia ensombreció sus vidas. El primer hijo de los Von Erich, Jack, murió en un accidente a los 7 años en 1959. Después, a los 30 años, David Von Erich murió de gastroenteritis aguda en 1984.
Mike, Kerry y Chris se suicidaron en 1983, 1991 y 1993 respectivamente. Kevin Von Erich es el único superviviente de sus hermanos.
Drama que cuenta con la aprobación del propio Kevin Von Erich, el único superviviente, que incluso ha elogiado la interpretación de Zac Efron.
Escribe Enrique Fernández Lópiz | Fotos Youplanet pictures