El secreto de Adaline (2)

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Las vidas privadas de Blake Lively

el-secreto-de-adaline-1Blake Lively se descubrió al mundo en una serie —Gossip girl, en su momento icónica— sobre la vida de los hijos de, jóvenes descendientes de estirpes multimillonarias en el Upper East Side neoyorquino que se entregaban a los lados oscuros de la adolescencia porque no tenían otra cosa mejor que hacer.

Lively era una de las protagonistas, bellezón precoz que apuntaba maneras ligeras en el terreno de lo interpretativo. También se convirtió de la noche al día en objetivo codiciado de diseñadores, fashionistas y adolescentes deseosas de admirar a alguien nuevo. Desde luego, la percha de Lively lo valía —incluso Karl Lagerfeld la escogió para Chanel—, y mucho.

También cierto es que, desde entonces, ha conjugado lo comercial con lo más independiente demostrando que no era simplemente una cara y un cuerpo tocados por la gracia divina. La vida privada de Pippa Lee, The Town, Salvajes o La Linterna Verde (todas ellas rodadas entre 2009 y 2012) han sido algunos de los puntos fuertes de su currículo aunque siempre ha ejercido de comparsa y nunca de protagonista. Hasta ahora.

¿Por qué estamos hablando tanto de Lively? Muy fácil. Porque en esta película se convierte en protagonista absoluta por primera vez y consigue que nadie le tosa, ni siquiera dos veteranos de peso como Harrison Ford o Ellen Burstyn.

Lively nunca ha estado mejor y su interpretación se desvela como matizada, enigmática, sensible, logrando algo que es básico para el compromiso emocional del espectador: hacer que nos importe lo que le ocurre a su personaje En este sentido, la odisea de Adaline se antoja interesante y logra atraparnos, por lo que uno quiere conocer en profusión las peripecias de tan curioso personaje.

A Lee Toland Krieger le conocemos menos pero sabemos que es muy advenedizo, lleva cuatro películas a sus espaldas, dos guiones propios, y no pasa de los 32 años, lo que sin duda promete bastante. De hecho, en América se le considera una de esas promesas del cine independiente que progresivamente va labrándose una sólida carrera. Husmeando un poco en su filmografía uno se da cuenta de que el guión de El secreto de Adaline no es suyo pues si de algo peca la cinta es de un tono azucarado, especialmente en su recta final, pero no nos avancemos.

Una fábula romántica

El secreto de Adaline, desde luego, no pasará a los anales ni recibirá menciones de ningún tipo. Pero es una película meditada que no engaña a nadie y que usa cierta inteligencia en sus mecanismos formales. Planteada como una fábula plagada de realismo mágico, es un narrador omnisciente quien nos introduce en el mundo de Adaline Bowman, una apuesta muchacha que a los 29 años dejará de envejecer por un fortuito accidente y cuya vida a partir de ese momento estará ligada a esa bendición/maldición.

Se trata de una refrescante cinta en época estival de blockbusters y estrenos menores que consigue entretener en su largo metraje, no tomarle el pelo demasiado al respetable y desgranar una historia más o menos compleja con brío suficiente. Si además, le añadimos al cóctel unas buenas interpretaciones de Kathy Baker, Ford y la aquí entrañable Ellen Burstyn, el resultado digno está servido, y lo mejor es que tampoco aspira a mucho más.

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La cinta se nutre de la tradición americana cinematográfica del cine tan melancólico y bello de Frank Capra o de los dramones de tomo y lomo escritos en el viento de Douglas Sirk. Por otro lado, podríamos decir que el filme es como una extraña mezcla de El curioso caso de Benjamin Button con las novelas ahora tan de moda de Nicholas Sparks o John Green (de rabiosa actualidad éste último por el éxito de Bajo la misma estrella y el reciente estreno de Ciudades de papel).

Con estas referencias, la hendidura dramática de la cinta podía haber sido mayor, pero opta por hacer un tenue recorrido por la vida de esta heroína nacida a principios de siglo XX mediante pinceladas impresionistas de su vida y sucesos. Si bien no se trata de una historia de gravedad, es por contra su levedad y su encanto casi ingenuo los que enganchan desde su inicio, apostando por el romance y el retrato de las situaciones.

Todo se va sucediendo casi de forma imperceptible, pero esto lo decimos en el mejor de los sentidos. Los personajes satélite aparecen y desaparecen, los retazos de las diferentes vidas de Adaline se van hilvanando, y los detalles implícitos en cada plano revelan más de lo que dicen explícitamente.

Quizás la cinta se preocupe más del vestuario y la fotografía que del retrato profundo de personajes. Quizás la cinta hubiera necesitado aún más metraje para ahondar en la vida infinita de esta joven y quizás no, seguro, que el tramo final de la cinta es lo que la debilita en enteros al optar por una resolución de comedia romántica barata y al uso, lo que resulta casi imperdonable.

Pero aun así, merece un visionado, eso sí, ligero.

Escribe Ferran Ramírez

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