Todo parecía a favor del nuevo proyecto cinematográfico español que ligaba la fantasía con la pura ciencia ficción en una historia dirigida a captar a todos los públicos. Eva es una película atractiva, prometedora en muchos terrenos. Visualmente es potente y su robótico entorno acoge e integra cálidamente al espectador. Un auténtico soplo de aire fresco.
Sí, pero a medias. Una vez que la sólida mitología de la película ha sido creada, el espectador espera que el espectáculo visual del que está siendo testigo haga ese click, ese momento que provoque la exaltación, que sorprenda y emocione.
Hay recursos en la estructura de la historia que no funcionan como deberían, el suministro de información al público no es el correcto (un prólogo que muestra una escena que será retomada cerca del final y que impedirá el vital factor sorpresa), además de una subtrama amorosa a la que se dedican minutos en exceso y que restan al impacto emocional que Eva intenta provocar sin éxito.
Cinco millones de euros de presupuesto que tras las recaudaciones de su primer fin de semana (0,3 millones) serán difíciles de recuperar, al menos en taquilla. Sin embargo, la ambición de Kike Maíllo es loable. Tan sólo que con Eva, parece llevarse mejor con los robots que con los personajes humanos.
Exploración del retrofuturismo
Estamos ante un filme ambientado en el 2041 y que trata a los robots como una especie totalmente asentada en la sociedad. Eso sí, una sociedad en la que la libertad se considera una “aplicación ilegal” y en la que estos personajes vienen acompañados de un nivel emocional que es controlado por su dueño.
A priori, esta ambientación puede resultar fría y distante como ya ha pasado con muchas otras películas de ciencia ficción y que tratan el tema de los robots. Sin embargo, en Eva existe un toque rural y artesano dentro de toda la parafernalia futurista que hace que el espectador se sienta uno más, que toda la tecnología mostrada sorprenda pero no construya una distancia entre él y lo que aparece en pantalla.
Hay cierta magia en ese sótano en el que Daniel Brühl intenta encontrar la combinación perfecta del cerebro del robot que está creando. Unos efectos que se alejan de los tonos metálicos y fríos (que ya representa la constante presencia de la nieve en el filme) y que optan por gamas más cálidas.
El tratamiento de los sentimientos en estos seres autómatas está perfectamente explorado con la presencia de Max, el mayordomo interpretado por Lluís Homar (cuando se creía que la versatilidad del actor estaba ya más que demostrada, va y sorprende con su faceta robótica), que junto a la breve pero encantadora secuencia de Dorotea, a la que Sara Rosa Losilla se encarga de dar vida (y de la que desearás ver algún tipo de spin-off centrado en este personaje) conforman el elenco de adultos androides.

Perfilando a Eva
La salida de un colegio. Una niña haciendo el pino de la que sólo vemos sus pies de repente se incorpora y empieza a aflorar su espontaneidad infantil. Un coche conducido por Álex (Daniel Brühl), un científico en busca del niño perfecto como modelo del robot se queda maravillado de ella y la sigue poco a poco. Abre la ventanilla y empieza a entablar conversación con la niña, Eva.
Atención, porque es entonces cuando el espectador es amenazado con asistir al llamado Síndrome Punky Brewster, en la que un señor adulto desconocido fuerza una inicialmente incómoda charla con una niña. Con la tensión ante la aparente comicidad del momento, Eva deslumbra llamando a nuestro personaje masculino pervertido y mantiene el apodo hasta el final de la película. Ese apelativo es suficiente para que la niña consiga meterse al espectador al bolsillo y para que los guionistas salgan airosos de una escena fácilmente parodiable.
Se acierta de pleno con el fichaje de Claudia Vega, la actriz que da vida a la niña. La dirección consigue que Eva alcance ese equilibrio entre lo ingenuo y aniñado de las escenas con Lana (Marta Etura) y ese humor y personalidad más adulta y consolidada de las que comparte con Álex.
Aun así, el título de la película engaña. No todo gira en torno a Eva. Ella es posiblemente lo mejor de la película junto al diseño visual. Son los personajes (humanos) adultos los culpables de que el conjunto chirríe.

El trío amoroso. Un auténtico lastre
Ni Marta Etura ni Daniel Brühl brillan como los apoyos principales del personaje infantil y mucho menos deslumbran como esos dos vértices más importantes del triángulo amoroso de la película. El último vértice representado por David, el hermano de Álex, interpretado por Alberto Ammann es si cabe aún menos llamativo.
Hay toda una secuencia en una especie de baile (eso sí, con un acertado David Bowie sonando de fondo) que pasa a una escena en un bosque con los dos acaramelados protagonistas a otra en la que los machos se baten en duelo que debería haber sido remodelada en el montaje final. Se hace pesada, no aporta nada y si está enfocada como un sustento para que la implicación emocional del espectador funcione allá por el desenlace de la película, fracasa en conseguirlo.
Y es una pena ver cómo lo que ha conseguido edificar una gran ambientación y un carismático personaje infantil se derrumba por capítulos totalmente anodinos y que sirven como puente para un final que no aprovecha su potencial. En el último acto de la película hay una serie de giros que simplemente no funcionan, ya sea por la ya comentada dudosa gestión de la información que se ofrece al espectador o por aportar poca intensidad en momentos que podrían haber sido grandiosos.
Eva pide a gritos un remate final a lo grande. La película podría incluso haber funcionado con un desenlace más sobrio. Sin embargo, esa grandiosidad con la que se pretende finalizar la aventura de Eva y además romper en lágrimas al espectador no está bien dosificada, no llega, no transmite como debería, dejando cierto sabor a inmerecida indiferencia.
Por lo tanto, Eva se caracteriza por una ambientación maravillosa y un personaje (que da nombre a la película) que será recordado. Es una cinta entretenida y con algunas secuencias realmente embaucadoras (la amenaza que recibe Álex por uno de sus prototipos). Aunque los baches y la poca carga emotiva en giros cuestionablemente efectivos le pasan factura.
A pesar de ello, no hay que olvidar que estamos ante una película necesaria en muchos sentidos. La mayor virtud de Eva es que muestre que con una buena organización y un buen equipo, una película fantástica y de ciencia ficción es perfectamente realizable. El hecho de que este producto sirva para abrir el paso de futuras películas categorizadas dentro de este género tan poco explorado en nuestro cine merece, a pesar de sus errores, un elogio.
Escribe Juan Bernardo Rodríguez (Mr JotaBe)
| Título | Eva |
| Título original | Eva |
| Director | Kike Maíllo |
| País y año | España y Francia, 2011 |
| Duración | 94 minutos |
| Guión | Sergi Belbel, Cristina Clemente, Martí Roca y Aintza Serra |
| Fotografía | Arnau Valls Colomer |
| Montaje | Elena Ruiz |
| Distribución | Paramount Pictures Spain |
| Intérpretes | Daniel Brühl, Claudia Vega, Marta Etura, Alberto Ammann |
| Fecha estreno | 28/10/2011 |
| Página web | http://www.evalapelicula.com/ |