Fly me to the Moon (2)

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Comedia de buen corte con un reparto que la mantiene

Ambientada en aquel 1969, cuando se produjo el histórico alunizaje del Apolo 11, la quinta misión tripulada, después de un fracaso previo y una rivalidad extrema entre los EE. UU. y la URSS por la conquista del espacio. El capitalismo tenía que vencer al comunismo, como se dice varias veces en el filme, en una rivalidad no sólo científica y técnica, sino también ideológica.

Hay que mejorar la imagen pública de la NASA, idas y venidas, las chispas saltando en todos los sentidos, hay que alimentar el interés de la ciudadanía, pero de manera particular hay que convencer a disputados, gobernadores y congresistas para que no retiren las subvenciones al proyecto.

Es en este punto cuando aparece la prodigio del marketing Kelly Jones, mujer muy hermosa y con capacidad de persuasión que causa estragos por doquiera que va. Incluido el director del lanzamiento Cole Davis, cuya difícil tarea se ve mediada por tan llamativo terremoto de eficiencia y persuasión. Kelly Jones es una ejecutiva de habla veloz, contratada por un misterioso agente del gobierno llamado Moe Berkus para revitalizar la desmoronada máquina de propaganda de la carrera espacial y llevar su inteligencia publicitaria a la NASA, para embellecer su imagen pública ante una América dividida.

La cosa es que la Casa Blanca considera que la misión es demasiado importante para fracasar, y Jones recibe la orden de simular un alunizaje falso como prevención, por lo que comienza la cuenta atrás.

Mientras ella crea expectación mediante entrevistas falsas y acuerdos de colocación de productos como relojes y otros, el director de lanzamiento de la NASA, Cole, ha de poner todo su empeño en la puesta a punto de la nave Apolo 11. Cole se toma su trabajo tan en serio que incluso entra en pánico cuando ve a un gato negro callejero caminando por el Centro Espacial Kennedy, por si acaso la mala suerte es real y estropea la misión.

Cole es el típico americano sincero, honesto, cabal y que viste exclusivamente jerséis de cuello alto; es veterano del ejército que sirvió en 52 misiones en la Guerra de Corea; en tanto, Kelly es una farsante y mentirosa compulsiva. Aparentemente no tienen nada en común excepto un objetivo compartido y aparentemente imposible: llevar a los astronautas estadounidenses a la Luna.

Se han conocido accidentalmente en un restaurante modesto, un encuentro que se parece a tantos otros sacados de la Edad de Oro de Hollywood. Un encuentro bonito que se convertirá en un flirteo al borde del calentamiento terrestre. Desde luego están en desacuerdo sobre cómo renovar la imagen de la NASA, rota por algunos percances públicos. En cuanto a Kelly, lo que más teme es que se revele su pasado secreto y poco ortodoxo y llevar a buen puerto su Proyecto Artemisa: fingir el alunizaje.

O sea, se imagina una historia alternativa para demostrar que Estados Unidos tenía más potencial que la URSS. Nixon ha ordenado a sus altos mandos secretos que organicen un falso alunizaje por si el verdadero no saliera como era de esperar.

Pero mediando hay una fórmula de química romántica al viejo estilo de las comedias de los cuarenta o sesenta (tipo screwball comedy), algo convencional que, empero, da el pego en esta cinta. Además, con dos actores que están muy bien. Incluso a más de uno tal vez le sepan a poco los castos abrazos y besos periféricos que se dan y que se prodigan poco en el metraje.

Hay, pues, carrera espacial, pero hay amor igualmente. ¡Ah! Un buen romance, y sensualidad, y ganas, y deseo. Hay comedia romántica cuyos protagonistas, a punto están de pisar la luna antes que los astronautas.

Vivacidad energética de Scarlett Johansson y cierta mala baba y tristeza de Channing Tatum. Pero ambos crean una interesante pieza central. Luego, el director Greg Berlanti llena el resto de la película con personajes secundarios notables, como el director comercial Lance Vespertine (Jim Rash) y la asistente feminista de Kelly, Ruby (Anna Garcia).

A pesar del tono ligero, la película no esconde que la guerra de Vietnam está ocurriendo al mismo tiempo.

El director de fotografía Dariusz Wolski hace una filmación elegante, colorida y alborozada, especie de evocación nostálgica de la estética visual de los años 60; tiene también un pequeño papel como director de fotografía que ilumina el alunizaje. El diseño de vestuario de Mary Zophres y el diseño de producción de Shane Valentino forman una combinación elegante y evocan la moda, los peinados, los colores, automóviles y otros detalles de la época sesentera.

A pesar del tono ligero, la película no esconde que la guerra de Vietnam está ocurriendo al mismo tiempo, con bajas, con drama. O que el presidente Richard Nixon empezaba su caída y ya era rechazado por gran parte de la población. Una cosa llama la atención: casi nadie fumaba, algo tan falso como la falsa moneda o el falso alunizaje.

El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong y Buzz Aldrin se convirtieron en los primeros seres humanos en caminar sobre la Luna. Fue un momento que inspiró a personas de todo el mundo. Pero algunos tomaron esa inspiración y rápidamente la convirtieron en una teoría conspirativa y loca según la cual la NASA fingió todo el alunizaje en un estudio de sonido.

El esfuerzo del director Greg Berlanti (estupendo guion de Rose Gilroy que adapta una historia de Keenan Flynn y Bill Kirstein), el trabajo, por demás meritorio de nuestro director tiene mucho de desmentido y, de hecho, el argumento que le lleva y le trae es precisamente ese: el modo de deshacer mentiras, que es desmentir; eso o averiguar qué nos pasa a los humanos que, como sociedad, podemos llegar a un punto en que la mentira acabe por ser más atrayente y tentadora que simplemente lo que ven los ojos; pues hay ojos que son consecuencia de un esfuerzo social y compartido.

A mí me ha parecido que esta obra es más atractiva en sus momentos divertidos que cuando se pone seria.

Qué pasa con tanta historieta que todos hemos escuchado alguna vez, en plan teoría delirante, de que la NASA fingió el alunizaje. Pues que es una teoría, no ya de risa, sino deprimente, estúpida y cínica. Sin embargo, esta cinta no tiene nada de falsa o cínica, más bien es dulce, tirando por momentos a caramelo, tiene su punto de gracia, sobre todo cuando la farsa que se iba a rodar en estudio por un director locuelo falla con todo un lío de gato negro, etc.

Desde luego Berlanti utiliza, amén de un libreto interesante, el poder de las estrellas, como ocurría en las antiguas películas. Una Scarlett Johansson muy voluptuosa, de interpretación ágil y convincente; un apuesto y más bien estático y estirado, aunque efectivo, Channing Tatum. La pareja juega su cometido y da realce a la cinta con su química y buen hacer.

Sensacional Woody Harrelson como el enviado directo del presidente USA, un sujeto deliciosamente excéntrico; Jim Rash, cómico y colorista; o Ray Romano, más que mejor como técnico de alto rango de la NASA, un hombre lánguido pero entregado a la misión, a pesar de su enfermedad coronaria; curiosamente es de los pocos que aparece fumando un cigarrillo. Acompañan Colin Woodell, Anna Garcia (estupenda como ayudante), o Noah Robbins y Donal Watkins (ingenieros casi milagrosos).

A mí me ha parecido que esta obra es más atractiva en sus momentos divertidos que cuando se pone seria. Berlanti mantiene su película avanzando a un ritmo rápido, chispeante, una comedia romántica que igual nos monta en la avioneta de la I Guerra de cuando Tatum era piloto, que nos eleva en plan cohete hasta la luna, nunca mejor dicho.

Escribe Enrique Fernández Lópiz | Fotos Sony Pictures