Gimme Danger (4)

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Acabar con los sesenta

gimme-danger-1Quizás todavía no nos hemos dado cuenta, pero existe ya una buena dosis de cine que ha abordado la revolución cultural (¿contracultural?) de los años 60. Cuando digo no nos hemos dado cuenta, me refiero al público del cine, no a los críticos, analistas, teóricos e historiadores, o lo que podríamos llamar el “público experto” del cine, con todo el cuidado que conlleva esta denominación de “experto”.

En fin, existe una colección de imágenes, ya sea en ficción o en documentales, sobre la década de los sesenta. Este otoño, sin ir más lejos, la cartelera nos ofrece dos documentales sobre la época que parecen ser la cara de una misma moneda: la biografía de los maravillosos The Beatles, con su construcción de la cultura popular; y, ahora, la nueva película de Jim Jarmusch sobre The Stooges o cómo acabar para siempre con los sesenta e iniciar el derribo de aquella cultura popular mágica, para iniciar la cultura de lo alternativo, de lo que se empezó a denominar como underground.

Nadie más capacitado para narrar en imágenes el nacimiento de la cultura musical alternativa que Jim Jarmusch, un director que podríamos considerar como uno de los padres de lo que ahora llamamos “cine independiente”, aunque la subversión que pudieron alcanzar las imágenes de Jarmusch, Cronenberg o Abel Ferrara a principios de los ochenta se ha diluido en un género que contamina la mayoría de las producciones del Hollywood actual, con el uso de cámaras en mano, una estética transgresora en lo urbano, la vestimenta y la forma de hablar; y, en fin, unas tramas donde se trata de recuperar a los perdedores del gran relato de poder y ascensión norteamericano.

Con su documental sobre The Stooges, Jarmusch nos vuelve a deleitar con su especial talento para engarzar comedia y épica, a través de unos personajes aislados del sistema, escondidos en las rendijas de lo suburbano, pero con un gran poder creativo en cada pliegue de su piel.

En su nueva película, somos testigos de la habilidad de Jarmusch para construir un montaje original a partir de material fotográfico y viodeográfico. Sus imágenes de fotos, carteles, portadas de discos, películas de archivo o los cómicos insertos mediante dibujos, son de una gran efectividad, no como algo impuesto que nos parece falso, sino necesarios para contribuir a la narración de la prodigiosa biografía musical de un grupo irrepetible.

A este respecto, la voluntad de Jarmusch es reivindicar el poder cultural de lo alternativo, definiendo a The Stooges como una de las bandas más importantes de la historia del rock, en palabras del propio director al principio del film, que incluso se toma la molestia de aparecer de forma casi imperceptible al comienzo de la narración. Esa imagen escondida y fugaz de Jarmusch es una declaración de su autoría, de que el documental es totalmente subjetivo y con un espíritu tan alternativo como el de la propia música que se escucha.

El relato se apoya en el hipnotismo de Iggy Pop (James Osterberg), en su carisma y en su sabiduría rockera, con multitud de anécdotas sobre los desvaríos de la banda, pero que sorprende por su capacidad para crear imágenes icónicas a partir de referencia de la cultura popular, tanto del cine, de la música, como de la vida cotidiana.

Con una gran empatía hacia el director, ya que ambos son viejos conocidos y ya habían colaborado en esa magnífica comedia que fue Coffe & Cigarettes (2003), Iggy Pop y el resto de la banda van narrando toda una serie de vivencias, a la vez que descubren su pasión por la música y su extraordinaria originalidad para cambiar para siempre los sonidos del rock.

Nacida del amor por lo underground, la última película de Jarmusch plantea una visualización del rock alternativo desde la perspectiva del documental, algo que siempre había estado presente en su filmografía, pues las referencias a la cultura del rock son más que evidentes en sus imágenes, donde la marginación crea una estética del creador bohemio de finales del siglo XIX, de los arrabales parisinos del impresionismo y los felices años veinte, actualizado a los códigos visuales de la cultura del videoclip de los ochenta. De esta manera, Gimme Danger se pone al servicio de unas imágenes de archivo, consiguiendo que el documental se transforme en una nueva película de Jarmusch, manteniendo su estética en todo momento.

Gimme Danger es uno de los grandes documentales musicales que ha realizado el cine de los últimos tiempos, a la altura de la melancólica y preciosa recreación biográfica de George Harrison que realizó Martin Scorsese. Un film para disfrutarlo, para verlo, para escucharlo, para reírse, y para analizar y reflexionar sobre esa eclosión tan poderosa que supuso el ruido desquiciante y genial de The Stooges, tan poderoso que, como muy bien dice Iggy Pop en el documental, “acabó con los sesenta”.

Escribe Víctor Rivas

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