La cita (2)

Published on:

Una cita increíble pero emocionante

Violet es una madre de treinta y tantos que, tras mucho tiempo dedicada a su hijo y a su consulta como psicóloga o consultora de casos difíciles, decide tener su primera cita en años con un hombre.

Su vida no ha sido fácil, incluso tremenda. Aún vive atormentada por la muerte violenta de su marido maltratador, como se encargan de evidenciar las primeras secuencias.

Pero desde el inicio ya vamos viendo en la protagonista a una mujer de buen carácter, que ha puesto su ánimo en ser feliz, con un hijo al que ama, compenetrada con su hermana y contenta con su vida.

Dirigida por Christopher Landon, estamos ante un thriller psicológico que navega con cierta habilidad por los terrenos del amor, el suspense y el misterio. La película abre con Violet, una mujer viuda interpretada muy bien por la bonita Meghann Fahy, quien decide retomar su vida amorosa tras años de duelo y de crianza. Ha optado para ello por una cita a ciegas.

Se prepara bien, su hermana le ayuda a encontrar un vestido apropiado para la ocasión hasta que, finalmente, sale al mundo exterior con ilusión, también nerviosismo por lo que pueda encontrarse, además de por la inseguridad de ser una chica sin experiencia ni recorrido en los ambientes nocturnos. Así que, tras dejar a su hijo Toby a cargo de su hermana, se dispone a disfrutar de una romántica cena.

Cuando llega al restaurante Palate, en un rascacielos de Chicago, lugar donde ha quedado, tras recorrer un pasillo largo y sinuoso, se encuentra con un local lujoso y animado, con camareros, ellos y ellas, muy gentiles y siempre atentos a lo que quiera pedir.

No tarda en llegar, algo tarde, el joven que será su partenaire, Henry, un hombre encantador, de excelentes modales y guapo. La cara de asombro de Violet deja entrever que el joven es más de lo que podía esperar. Todo va sobre ruedas… hasta un punto. La velada empieza a estropearse cuando Violet comienza a recibir inquietantes mensajes anónimos en su teléfono.

De este modo la historia se desarrolla a lo largo de una noche que prometía ser romántica, amigable como mínimo, pero que se convierte en un auténtico juego de supervivencia, pesadilla y paranoia.

Desde el comienzo, la película captura la atención del espectador al mostrar la vulnerabilidad emocional de la protagonista Violet, quien tuvo una relación tormentosa con su difunto marido. También, por los nervios de haberse aventurado a buscar un noviazgo por las redes. Aunque su pareja, Henry, es una especie de «mirlo blanco»: joven guapo, buena persona y educado.

Pero pronto surge el desasosiego máximo cuando los extraños mensajes e imágenes en su móvil se prodigan, amenazándola con la peor noche de su vida. WhatsApps anónimos y amenazantes. Inicialmente no le da importancia, pues además Henry le asegura que alguien cerca, quizá un conocido, le está gastando una broma.

Pero los memes pronto se convierten en amenazas directas, convenciéndola de que la vida de su hijo corre peligro si le cuenta a alguien lo que está pasando y no hace exactamente lo que se le dice. Henry empieza a comprender la situación y está presto a ayudarla, a descubrir quién es el culpable.

Pero hay más, la cita de Violet se complica cuando le informan en su teléfono que un hombre armado y enmascarado ha entrado en su casa y que, si no obedece exactamente las órdenes, su hijo pequeño Toby y su hermana Jen serán asesinados.

A los pocos minutos nos enteramos de que plan maléfico del malvado instigador consiste en matar a Henry, sin que se sepa qué está ocurriendo.

Una cita a ciegas con redes sociales por medio… y una amenaza imprevista.

Con este planteamiento, no podemos esperar una película realista, pues encontramos muchos puntos débiles en la trama. Lo que pasa es que Landon dirige con tanta seguridad, que apenas da tiempo a pensar lo fácil que Violet puede escapar de su aprieto.

El relato utiliza un ritmo calculado al milímetro, intercalando momentos de calma, con escenas de alto voltaje. Tiene un guion irregular de Jillian Jacobs y Christopher Roads que plantea interrogantes sobre la privacidad, la confianza y las consecuencias de enfrentarse a lo desconocido. Un libreto que hace agua.

Conforme Violet conoce más sobre Henry, se da cuenta de las fuerzas malvadas que le acechan, pues él es un importante fotógrafo del alcalde. La cinta entonces va explorando la responsabilidad emocional y los peligros de ignorar señales de alerta en las relaciones o con quien nos relacionamos.

Aspectos técnicos y estilo visual

Landon demuestra habilidad detrás de la cámara. El uso de planos cerrados, teléfonos móviles y el recinto donde se encuentra la pareja para cenar, ciertamente abigarrado; las idas y venidas a la toilette de la protagonista refuerzan una sensación de claustrofobia y peligro inminente y fatal.

Es de destacar una fotografía tenue de colores fríos de Marc Spicer, que acentúa la atmósfera oscura y la incertidumbre en cada escena. Tiene la cinta una estilizada puesta en escena.

Muy buen montaje que consigue un ritmo cuidadosamente diseñado para crear subidas y bajadas emocionales, lo que mantiene al espectador atento todo el rato a la pantalla. La banda sonora de Bear McCreary, aunque sutil, actúa subrayando las decisiones difíciles que Violet debe tomar en cada momento.

Una protagonista con carisma para un guion con demasiados agujeros.

Interpretaciones

Meghann Fahy está muy bien en su trabajo, llevando al personaje de Violet con autenticidad y verismo, una mujer con buen talante que sabe lo que quiere. Su actuación transmite la desesperación y la fortaleza que la situación exige, logrando que el público empatice con su situación.

Violet es una mujer optimista desde el primer momento, que no se comporta como la típica damisela en aprietos. Es inteligente, aunque comete errores, pero siempre da la sensación de mujer resolutiva, de buen corazón, pero también capaz de hacer lo que sea necesario para proteger a sus seres queridos, sobre todo a su hijo y a su hermana.

Una de las principales razones por las que el filme funciona bien es el carisma de la Fahy, ayudada por el trabajo de Brando Sklenar, que interpreta a la perfección al interesante Henry, un joven atractivo y a la vez confiable, quien no solo tiene una gran química con la coprotagonista, sino que rebosa bonhomía y cierta candidez que lo hacen más atractivo.

Uno de los elementos más divertidos del guion es cómo permite que se desarrollen pequeñas historias en torno a Violet y Henry, integrándolas poco a poco en el drama principal. Jeffery Self está muy bien en su rol de especie de comedia vergonzosa como camarero muy familiar y chistoso que acaba siendo simpático y aporta un poco de humor al drama; Gabrielle Ryan ofrece una bienvenida de solidaridad femenina a Violet, como agradable camarera que lo ha visto todo en la noche; y Reed Diamond, excelente como un caballero mayor que espera nervioso su cita a ciegas y que tiene algún as bajo la manga.

Acompañan actores y actrices como Violett Beane, muy eficiente como la hermana; o Jacob Robinson como el nene, amén de Ed Weeks, Travis Nelson, Stephanie Karam y otros.

Cerrando

Es una película que tiene una atmósfera y un trabajo de actores meritorio. Aunque en sus inicios, con tanto WhatsApp en el móvil, con mensajes tan profusos, confusos, horribles y continuados, puede generar cierto aturdimiento.

Bien es verdad que el final, pleno de acción, resulta trepidante y es sin duda la parte más interesante del filme. Aunque este cierre resulta un tanto apresurado y no llega al nivel de las expectativas generadas al principio.

Como he ido apuntando, el desarrollo de la cinta es inverosímil, poco creíble, fantasioso, pero al final, la fuerza y el empuje del director Landon hace que el espectador se mantenga firme en la butaca hasta el final; un final, por otro lado, feliz.

Escribe Enrique Fernández Lópiz | Fotos Universal España