Lee Miller (2)

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Biopic convencional, espeso y carente de audacia

Esta cinta es un biopic de la fotógrafa Elizabeth «Lee» Miller, quien fuera una modelo de pasarela y posteriormente fotógrafa de moda. En la Costa Azul, en 1938, cuando la segunda guerra mundial era un rumor, anda de fiesta y vacación costera con sus amigas bohemias, incluida Solange d’Ayen, editora de moda francesa de Vogue; o la surrealista y escritora francesa Nusch Éluard.

Un grupo alegremente distendido, inconsciente de los horrores que aguardan con el ascenso de Adolf Hitler, o sea, grupo de picnics en topless ajeno a lo que habrá de venir. Pero solo unos años más tarde, Miller encontrará el propósito que la impulsa, también los traumas que lastrarán su vida.

Miller había hecho el tránsito de musa y modelo al de fotógrafa de moda en Vogue: Lee era inteligente, tenaz, luchadora y feminista, una mujer segura de sí y con carácter.

Fue en la holganza costera que mencionaba, donde conoce y se enamora de Roland Penrose, artista visual y poeta británico, con quien posteriormente se va a vivir a Inglaterra. En 1940, ya en Londres, la guerra con Alemania es una realidad.

En ese mismo año, Lee presiona a la editora de Vogue, Audrey Withers, y a su mano derecha, Cecil Beaton, adversario de Lee, para que la contraten. También en ese tiempo se asentaba la relación con su pareja Roland.

Fotógrafa de moda, sin dudarlo, se recicló en corresponsal de guerra, lo cual no era fácil para una mujer. Tras el bombardeo de Londres, con una cámara siempre colgada del cuello, Lee comienza a documentar la masacre metropolitana y entabla una colaboración con David E. Scherman, fotógrafo de Life, quien está destinado a convertirse en su fiel mano derecha.

Con Scherman entabla una gran amistad, que mantuvo para siempre. Justamente, es Scherman quien, con el tiempo, finalizada la guerra, la fotografió en la bañera de la casa de Hitler en Múnich, lo que contribuyó aún más a hacer famosa a nuestra protagonista, convertida en elogiada corresponsal de temas bélicos. La cosa fue que, después de presenciar el coste humano del mortífero Hitler, consideró apropiado humillarlo de una manera específicamente femenina.

Trama y guion

La dirección de Ellen Kuras consigue llevar adelante, no sin algunas fisuras, esta interesante biografía de la reportera Lee Miller, una mujer avanzada para su tiempo, que, de hacer una vida como fémina liberada y de vanguardia, pasó a tomar conciencia de la invasión nazi en Europa, adoptando la decisión de ir a fotografiar esa realidad cruda pero ineludible del momento que le tocó vivir.

El guion de Liz Hannah, John Collee y Marion Hume, adapta el libro de Antony Penrose, The Lives of Lee Miller, biografía de su madre, la fotógrafa Lee Miller, que es la base de la película. El descubrimiento de 60.000 negativos, impresiones y manuscritos maternos le dio a Anthony una nueva perspectiva sobre su madre, la de una mujer que luchó por la libertad y la información en tiempo de guerra, para el bando occidental en pro de la libertad.

El guion está elaborado en formato biográfico tradicional, con un giro que se adapta a la experiencia de Penrose al escribir sobre la vida de su madre, intentando comprenderla.

Efectivamente, Lee tuvo muchísimas vidas, como reza el título. En Nueva York, era una gran belleza que se convirtió en modelo; luego fue fotógrafa de moda. En París, fue amiga de Picasso y trabajó con Man Ray en fotografía artística.

Pero fue como fotógrafa durante la Segunda Guerra Mundial cuando realizó su obra más perdurable: fotos en blanco y negro que ofrecían visiones únicas e íntimas de cómo la guerra afectó las vidas de los combatientes y de sus familias, de cómo comprendió que la bota de un soldado en la calle tras la batalla podía contar una historia, que capturó imágenes pavorosas sobre el Holocausto judío.

Lee había aprovechado su pasaporte norteamericano para lanzarse al campo de batalla europeo, pues no era sencillo que permitieran a una mujer europea viajar al frente.

Lee Miller, una de las únicas cuatro mujeres fotógrafas acreditadas como corresponsales de guerra.

Cuando el ejército estadounidense la acredita como periodista es cuando la película entra en su parte cumbre, reflejando la importancia de su trabajo, los riesgos que corre en pleno campo de batalla, en el punto de mira de francotiradores o en medio de bombardeos, o de disparos de ametralladora, o sea, jugándose literalmente la vida y dándonos una idea del coste psicológico y emocional que supuso su trabajo.

Viaja a Normandía y aguanta el fuego cruzado durante una batalla en Saint-Malo en Francia. Davey se une a ella mientras cubren la guerra por toda Europa. «Condujimos durante meses, no nos lavamos en semanas», oímos decir a Miller, mientras los vemos en un jeep conduciendo por calles polvorientas y terrenos de ruina y muerte.

Tras la liberación de París, se abre paso entre edificios derruidos para visitar a Solange y, en una de las escenas más desgarradoras de la película, descubre lo terrible que ha sido la guerra incluso para los supervivientes.

También tuvo que batallar, tras los acontecimientos vividos y sufridos en la guerra, contra el trastorno de estrés postraumático, tradicionalmente definido como neurosis de guerra, la dependencia del tabaco, el alcohol y la depresión, que fue la época en que Anthony Penrose nació y creció.

El guion de Hannah, Collee y Hume, por más que cumple su cometido, tiene el defecto de abundar en la evidencia. Por ejemplo, presenciamos la deshonra de una mujer francesa a la que públicamente le han rapado cabeza por colaboracionismo. Por lo cual, la protagonista parece que tiene que aclarar lo evidente, la humillación infligida, el desprecio sentido por la mujer, etc., cuando esto es meridiano en las imágenes; y así en otros casos.

El guion de Hannah, Collee y Hume, por más que cumple su cometido, tiene el defecto de abundar en la evidencia.

Dirección conservadora

Película que se limita a seguir las reglas de juego convencionales en todos los aspectos, incluido el visual, lo cual resulta en cierto modo desalentador. De Ellen Kuras podíamos esperar algo más en su debut como directora, pues le precede haber sido una célebre directora de fotografía, directora de televisión y documentalista nominada al Oscar.

Además, la Kuras ha colaborado con directores importantes como Martin Scorsese, Jonathan Demme o Spike Lee, o sea, que sabe lo que hace, y habría podido romper algunos moldes y hacer una obra más ingeniosa, innovadora e incluso dinámica versus pesada, que es como resulta por momentos.

Obra que se ajusta a un patrón estético visto docenas de veces. Una película hermosa, pero sólo en su forma más anodina; no hay rastro de singularidad ni audacia, a pesar de que, como decía, la Kuras habría podido tener (o quizá tiene) estos rasgos y habilidades, pues su formación da para ello. Tal vez la directora y su equipo quedaron intimidados por la seriedad del tema.

Aunque, quién sabe, al elegir nuestra novel directora lo seguro y lo formal, la película se muestra como una conmemoración compasiva y bienintencionada de una pionera admirable, justo lo que a veces les gusta a los votantes de la Academia.

De modo que es un filme que no defrauda, eso sin duda, pero tampoco aporta nada nuevo, la dirección de Kuras, siendo técnicamente buena, dormida ella, por decir algo, en los laureles de la convención, no remonta el vuelo, no se eleva hacia lo excelente y su trabajo roza el nivel de notable, pero no lo alcanza.

Fotógrafa de moda, sin dudarlo, se recicló en corresponsal de guerra, lo cual no era fácil para una mujer.

Reparto y otros aspectos técnicos

Kate Winslet está en su excelso nivel acostumbrado, llena pantalla, tiene carisma y hace una conmovedora actuación, probablemente buscando otro Oscar. Pero Kuras obvia los claroscuros necesarios para construir un personaje interesante.

La Lee que encarna Winslet es incansable, mordaz y compasiva, ambiciosa y desinteresada, y siempre interesante. En un sólido trabajo, la actriz la interpreta a una mujer decidida que no arredraba y que sentía un profundo compromiso por iluminar los oscuros rincones del mundo.

Andy Samberg, encarnando al también fotógrafo de Life David Scherman, aporta luz a esta sobria película, con un trabajo meritorio y de una naturalidad encomiable; una interpretación sutil y conmovedora. Porque hasta la superficial Marion Cotillard y Noémie Merlant quedan un tanto al margen, pues carecen de pasión y fuerza, ofreciendo apenas declaraciones serias y racionales, emociones contenidas que transmiten poco.

Josh O’Connor está más que bien como el hijo Thymoty que habla y entrevista a su madre. Y el personaje de Roland, o sea el padre, interpretado por Alexander Skarsgård, está poco desarrollado. Muy bien Andrea Reiseborough como la editora y amiga de Lee, y su mano derecha que interpreta bien Samuel Barnett.

Intervienen igualmente con breves duraciones en pantalla, bien todos: James Murray, Enrique Arce, Zita Hanrot, Arinzé Kene y Sean Duggan. El reparto es tremendamente sólido y es un pilar de la obra.

La banda sonora de Alexandre Desplat encaja con el estilo de la obra, notas de una belleza sutil y penetrante. Estupenda fotografía de Pawel Edelman, atenta a los detalles de un relato que siempre está del lado de Lee, de sus decisiones, de su energía, de su feminismo activo y de su enorme valentía.

Filme sobre la conciencia de una cámara que aprehendió los demoledores y catastróficos hechos de la primera mitad del siglo XX, una cámara valiente colgada al cuello y un capítulo aciago y terrible de nuestra reciente Historia que ojalá no se repita.

La banda sonora de Alexandre Desplat encaja con el estilo de la obra, notas de una belleza sutil y penetrante.

Tres puntos de interés

Estamos ante una película que avanza lentamente, que suscita un mediano interés. Incluso la estructura con flashbacks intercalados con Miller contándole la historia al entrevistador interpretado por O’Connor en los años 70, no consigue dar resultado, incluso con un extraño doble giro al final.

Un apartado a subrayar es el de la lucha que se establece entre lo que Miller aporta para conocimiento de la gente, para que abran los ojos a la barbarie en sus tremebundas fotos del Holocausto, y lo que la revista Vogue, versión europea, considera aceptable o conveniente publicar. Al final, esas imágenes de pavor serían editadas en Norteamérica.

Un último aspecto es que me ha recordado a la película Civil War (2024), donde Kirsten Dunst interpreta a una fotoperiodista de un conflicto ficticio que parece inspirada en Miller. En esta cinta de Kuras estamos ante la genuina Lee Miller, una de las únicas cuatro mujeres fotógrafas acreditadas como corresponsales de guerra en el frente por las fuerzas armadas estadounidenses y una de las primeras en detallar los horrores de los campos de exterminio nazis, lo cual merece ser destacado.

Escribe Enrique Fernández Lópiz | Fotos Vertice 360