MAN ON WIRE (3)

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Man on wire
Título original: Man on Wire
País, año: Estados Unidos – Inglaterra, 2008
Dirección: James Marsh
Producción:  Simon Chinn
Guión: James Marsh, basado en el libro To Reach the Clouds: My High Wire Walk Between the Twin Towers de Philippe Petit
Fotografía: Igor Martinovic
Música: Michael Nyman
Montaje: Jinx Godfrey
Intérpretes: Philippe Petit, Annie Allix, Jean François Heckel, Jean – Louis Blondeau, Barry Greenhouse
Duración: 94 minutos
Distribuidora:  Vértigo Films
Estreno: 17 abril 2009
Página web:  http://www.manonwire.com

Un Petit homme en réalisant un grand acte
Escribe Ángel Vallejo

Hay fechas para la gloria: un 7 de agosto de 1974Hay fechas para la infamia: un 6 de Agosto de 1945, Estados Unidos cometía en Hiroshima el más atroz y cuantitativamente efectivo de los crímenes de guerra realizados hasta la fecha, excepción hecha de los lager nazis, exterminando en segundos a decenas de miles de personas. Un monumento al horror. Tres días después, un nueve de agosto, repetía la hazaña en Nagasaki. Segundo monumento al horror. Ambas cumbres de lo irracional se elevaban sobre cientos de justificaciones racionales, de supuestos porqués irrebatibles.

Hay fechas para la gloria: un 7 de agosto de 1974, buscando la casi perfecta equidistancia entre ambas fechas, un funambulista francés quiso por un momento borrar el recuerdo del fuego cometiendo lo que más tarde se llamaría "el crimen artístico del siglo". No tenía un porqué, a pesar de que la pragmática mentalidad norteamericana se lo exigiera; simplemente llevó a cabo un ejercicio de poesía física, de belleza y simplicidad inigualables, tensando un cable entre los dos edificios más altos del mundo, símbolos de la supremacía económica de los Estados Unidos, fuertemente arraigada en su poderío militar, y cruzando el espacio a la vez limitado e infinito que los separaba. Era la distancia entre la hipocresía y la sinceridad, entre el amor y el odio, entre lo bello y lo feo. Philippe Petit violó muchas leyes, pero no causó víctimas; si acaso, liberó durante cuarenta y cinco minutos la imaginación de todos aquellos que lo contemplaban.

Su acto merece pasar a la Historia, no sólo porque es capaz de introducir un segundo de paz entre dos actos terribles, sino porque consigue mostrar cómo el empeño y la voluntad son capaces de vencer todas las adversidades, cómo la inteligencia y la astucia pueden también (y esto parece haberse olvidado), ponerse al servicio de la consecución de los sueños inocentes y bellos.

Philippe Petit violó muchas leyes, pero no causó víctimas

I have a dream…

Este documental pretende colmar esa aspiración. Detalla con precisión todos los preparativos de aquel acto, pero también la germinación de un sueño imposible: cuando Petit soñó con cruzar en el espacio entre las dos torres, éstas aún no se habían construido. Como se ha dicho en alguna ocasión, pareciera que el hecho de que ambas no existan ya viene a dar la razón al artista… las torres gemelas se levantaron sólo para que él pudiera tender su cable y danzar de una a otra.

Durante los primeros momentos del filme todo apunta a que quiera llevarse a cabo un atentado en el World Trade CenterA pesar de que el acto inhumano que posibilitó su colapso no se menciona en ningún momento, su sombra planea sobre la ejecución del plan… durante los primeros momentos del filme todo apunta a que quiera llevarse a cabo un atentado en el World Trade Center. Lo detallado de su elaboración, con documentación falsa incluida, parece presagiar lo peor, hasta que nos damos cuenta de que son poco más que adolescentes asustados que pretenden llevar a cabo una gamberrada. Una gamberrada magnífica, que vendría a ser la culminación de una vida dedicada a desafíos semejantes (Notre Dame, Puente de Sidney) y que deja al descubierto las jugarretas de nuestro atormentado subconsciente, ya constreñido por el miedo que unos y otros han conseguido introducir en el mismo.

Pero no, cuando uno respira aliviado y repara en los verdaderos objetivos de los infiltrados, comienza a implicarse en la trama y en la preparación del evento, magníficamente detallado y documentado con vídeos (se intuye el súper 8) de la época, en los que se da cuenta de la personalidad atrayente y magnética de Petit, y de la fuerza centrípeta de su proyecto, que consiguió conjurar a los sujetos más dispares en torno al objetivo común.

La película se deja ver con interés moderado, en un suave ritmo ascendente, bien aderezado con piezas ya clásicas del músico Michael NymanLa película se deja ver con interés moderado, en un suave ritmo ascendente, bien aderezado con piezas ya clásicas del músico Michael Nyman, pero hay un momento en que se rompe la suave pendiente y el filme alcanza cotas verdaderamente poéticas, emocionantes… las de los 417 metros de altura y vacío sobre los que Philippe Petit estableció su diálogo con las nubes en la más absoluta de las soledades. Ese momento, tan bien recogido, supone el vértice de su fama y consecuentemente, el de la relación con todos aquéllos que se implicaron en el acontecimiento; a partir de entonces las cosas ya no volvieron a ser lo mismo… "Petit se volvió popular", y su historia podría ser la de cualquier hombre que hiciera valer el viejo adagio que nos recomienda prudencia respecto a nuestros deseos, pues estos corren el riesgo de convertirse en realidad. 

Nosotros, sin embargo, agradecemos que su sueño imposible pudiera llevarse a cabo, aunque fuera sólo porque los pormenores reales han sido magníficamente plasmados en este documental, y dan, si no alas, al menos sí una pértiga de equilibrista lo suficientemente larga como para sustentarnos en el empeño de intentar conseguir los nuestros con ilusión, tesón y esfuerzo… y sin perjudicar a nadie.

'Man on wire': nominado al Oscar y ganador del Bafta