Munch (3)

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Un singular e interesante biopic

Edvard Munch es sin duda uno de los más grandes artistas de la contemporaneidad. Un pilar del arte del siglo XX y una pieza clave del expresionismo noruego y europeo. «Sus obras han sido consideradas como variaciones constantes sobre la gran sinfonía de la existencia humana en sus lados diurnos, pero aún más, como es congruente con la sensibilidad finisecular, en los nocturnos. El amor y el odio, el deseo y la angustia, las pasiones y las emociones son elevados a arquetipos de la vida anímica del hombre moderno o, incluso, de la propia condición humana» (Marchán Fiz).

Decía de sí mismo Munch que, del mismo modo que Leonardo da Vinci había estudiado la anatomía humana y diseccionados cuerpos, él intentaba diseccionar almas. Los temas más usuales en sus obras están relacionados con los sentimientos y las tragedias humanas.

Temáticas como la soledad (Melancolía), la angustia (El grito), la muerte (Muerte de un bohemio) o el erotismo (AmantesEl beso). Se le considera precursor del expresionismo, por la intensa expresividad de los rostros y las actitudes de sus figuras. Es considerado también el mejor pintor noruego de todos los tiempos.

De su famoso cuadro El grito escribió: «Iba por la calle con dos amigos cuando el sol se puso. De repente, el cielo se tornó rojo sangre y percibí un estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho. Me detuve; me apoyé en la barandilla, preso de una fatiga mortal. Lenguas de fuego como sangre cubrían el fiordo negro y azulado y la ciudad. Mis amigos siguieron andando y yo me quedé allí, temblando de miedo. Y oí que un grito interminable atravesaba la naturaleza».

En su juventud sufrió el rechazo del emporio artístico y pasó por dificultades enormes en su vida, trances y conflictos sobre todo de carácter personal: el rechazo de la mujer a la que amó, la muerte de su querida hermana mayor y las adicciones al alcohol y otros tóxicos.

En fin, nuestro pintor era un personaje poliédrico cuya problemática existencia sirve a modo de profunda laguna para zambullirse en un discurso más amplio y girar alrededor de la naturaleza del arte, el dolor, la muerte y el amor, y llevarlo todo al cine.

La vida de esta notable figura recibió en la pantalla un interesante tratamiento sobre su juventud por parte del del inconformista autor británico Peter Watkins (1974), de título homónimo, que fue proyectada por vez primera en el Festival de Cine de Cannes de 1976. Excelente película que dibuja un retrato conmovedor, sincero y profundo del pintor.

Ahora es el director Henrik Martin Dahlsbakken, con guion de Frederik Høyer, Mattis Herman y otros, quien adapta la historia escrita por el propio Dahlsbakken, sobre la biografía escrita por Edvard Munch en su momento.

Hace Dahlsbakken un biopic, no al uso, es decir, no es publicidad autóctona del país que promociona a sus genios, lo cual suele ocurrir cuando es el Estado quien produce este tipo de obras. La motivación, el interés del director es desvelar y arrojar luz sobre el artista detrás del conocido arte expresionista.

Se trata de una biografía fiel y honesta desde un enfoque iconoclasta del género. Además, aunque las películas biográficas se han ajustado casi metódicamente siguiendo una parecida fórmula formal y emocional lineal, Dahlsbakken y quienes con él colaboran, y sus productores, sobre todo, deciden optar por una narración fragmentaria, por capítulos, por tramos de edad y de vida, cada cual con sus propias características, y no en orden temporal.

El filme es un largometraje con cuatro episodios entrelazados. Para ello, un grupo de cuatro escritores confecciona cada uno de los períodos o etapas más importantes y significativas del pintor. Las edades de 21, 29, 45 y 80 años, poco antes de morir. Un estilo propio y un actor diferente en cada capítulo, interpreta a Munch.

El director Dahlsbakken y los escritores Frederik Høyer, Mattis Herman Nyquist, Gine Cornelis Pedersen y Eivind Saether indagan y van descifrando los entresijos y enigmas del artista en apartados diferentes. Hay partes muy intensas como cuando Munch lucha contra su adicción al coñac y las cervezas y contra la supuesta emergencia de la psicosis esquizofrénica que él temía fuera algo heredado genéticamente.

La parte de la mediana edad se desarrolla en una institución en la cual Munch permaneció de forma voluntaria.

Hay una parte de sus inicios como pintor, cuando comenzaba a hacerse un hombre y preparaba una exposición en Berlín, momento en el que conoce al escritor August Strinberg encarnado por la actriz Lisa Carlehed.

La parte de la mediana edad se desarrolla en una institución en la cual Munch permaneció de forma voluntaria. Allí departe sus ideas, sentimientos y reflexiones con su médico y terapeuta (Jesper Christensen) que trata a Munch (Ola G. Furuseth), de 45 años, por una enfermedad mental (tormentos ilustrados a través de una sobrecarga visual y auditiva) que luego diagnostica como «la ansiedad ineludible del genio».

Son, por momentos, escenas en blanco y negro, lo cual es muy acertado para contar los momentos de un artista que se asoma al precipicio en su agitada vida. Y así va intercambiando con su terapeuta sus meditaciones en una manera que puede recordar el estilo psicoanalítico, con abstracciones que el médico califica propias de su genialidad y arrebatos creativos, lo cual que insta a moderar sus impulsos y pulsiones para que su arte vaya fluyendo de manera más pausada y sin atropellos que empeoren su salud; a la vez que le indica la necesidad ir abandonando la bebida.

«El arte es fruto de la dicha y de la tristeza. Principalmente de la tristeza», murmurará más adelante Munch (Ola. G. Faruseth interpreta al pintor). Aquí vuelve a cambiar la estética y el tono de la película. Rodada principalmente en blanco y negro con un formato 4:3, estas secuencias de psicodrama muestran cómo Munch se enfrenta a sí mismo y a su pasado, al tiempo que es tratado en la clínica psiquiátrica. En este contexto y con este estilo se aborda la relación entre la demencia y la creación artística.

Hay una sección en la que Munch vive en Berlín y sufre una pública humillación que lo hiere profundamente, lo debilita y lo deja tambaleante. Estamos en 1892, pero su amigo Christian Krohg lo defiende sugiriéndole que pinte las cosas de una manera diferente a la de otros artistas, que vaya a lo esencial, por esta razón, las imágenes de Munch son, por regla general, incompletas.

Hay una sección en la que Munch vive en Berlín y sufre una pública humillación que lo hiere profundamente, lo debilita y lo deja tambaleante.

El director Dahlsbakken decide audazmente introducir en este capítulo artilugios y atuendos modernos como móviles y cazadoras de cuero. Munch como una estrella en ascenso en el mundo del arte berlinés con su contemporáneo August Strindberg (interpretado por una mujer, Lisa Carlehed). Estas secciones de la película son intrigantes, pues como digo, no hay detalles de época. Munch y sus amigos habitan esencialmente el Berlín de principios de la década de 2020.

Este enfoque más conceptual y abstracto del filme para representar al artista en vez de una semblanza literal, posibilita que el espectador pueda palpar y entender mejor la turbulenta vida interior del pintor. Es una forma de enfocar la biografía, más subjetiva, más que una mirada externa y descriptiva, lo que hace que la obra de Dahlsbakken se acerque al terreno de la intriga y de la introspección.

Hay al principio un capítulo de introducción que narra el anhelo del joven pintor por Milly Thaulow (Thea Lambrechts Vaulen), su auténtico objeto de amor, amor que no es correspondido ni se materializa, por lo que todo esto traza una veraz idea de la gran angustia de Munch, lo que definiría su destino de genio torturado que, además, quedó soltero toda su vida.

El episodio último incluye al pintor ya en plena senectud, 80 años, atrapado en una Noruega ocupada por los nazis y viviendo una solitaria vida de ermitaño en una especie de caserón cargado de sus obras y recuerdos. Aquí el protagonista es interpretado por la actriz Anne V. Krigsvoll.

Los episodios no son presentados en orden cronológico por Dahlsbakken, sino que salta de una parte a otra, lo cual da una cierta sensación de arbitrariedad. Pero todas las partes se interconectan y van creando un contexto y una figuración rica en matices y también abierta a la interpretación del espectador.

El filme hace gala de un enfoque imaginativo, demostrando que las ideas y las representaciones sensoriales, más que las literarias, escenifican mejor la personalidad

El filme hace gala de un enfoque imaginativo del género biopic, demostrando que las ideas y las representaciones sensoriales, más que las literarias, escenifican mejor la personalidad, de lo que lo habría podido hacer una mera recapitulación de sucesos. De modo que la película es una convergencia entre la estética del pintor y una historia convencional.

Como escribe Youg: «El cruce entre los cuatro escenarios cronológicos —cada sección manejada por un escritor diferente— dota a los procedimientos de un cierto grado de brío narrativo, y las yuxtaposiciones de edición enfatizan los problemas mentales del sujeto, las luchas artísticas y las dificultades en las relaciones».

El reparto, por cierto, está compuesto por actores y actrices muy valiosos y de excelente nivel, como Alfred Ekker Strande, Mattis Herman Nyquist, Anne Krigsvoll, Ola G. Furuseth y Jesper Christensen, entre otros que ya he mencionado. Cuenta con una atractiva música de Tim Fain y una depurada fotografía que va del color al blanco y negro de Oskar Dahisbakken y Pål Ulvik Rokseth.

Quiero destacar que hay una secuencia espectacular cuando Munch en compañía de su amor, recorre en bicicleta por un antiguo aeropuerto con el enorme cielo representado al estilo de sus pinturas. También ayuda que Mattis Herman Nyquist, como el Munch larguirucho y veinteañero, sea fácilmente una presencia dinámica y expresiva.

El final gira alrededor del duende de Munch y de la inmortalidad de las obras de arte. Tal vez está plasmado con cierta obviedad y sin duda habría valido la pena un abordaje con algo más de entrega y valentía. Sea como fuere es una película muy interesante para adentrarse en la vida y obras de este genio del arte del pasado siglo.

Escribe Enrique Fernández Lópiz | Fotos Filmin