Oleg y las raras artes (3)

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Genio y figura

oleg y las raras artes-1Documental. Retrato de artista. Biopic conciliatorio. Homenaje a un genio. Oleg y las raras artes lo es todo y a la vez es único.

Su protagonista es Oleg Karavaichuck nacido en Ucrania en 1927, un genio del piano, un portento de la improvisación y testimonio vivo de la historia de la Unión Soviética, actual Rusia. El escenario es el Hermitage de San Petersburgo contenedor de grandes tesoros de la historia del país, entre ellos uno dotado de vida: el propio Oleg que pasea a sus anchas por el interior del museo, pues es el único que goza del privilegio de tocar el piano del Zar Nicolás II. Es este un tipo peculiar, de apariencia frágil, menudo, siempre ataviado con una boina francesa y pelo postizo. También es uno de los grandes pianistas y compositores de la historia reciente de su país. Una rareza en su especie que Andrés Duque, el realizador del film, supo apreciar en su inmensidad y belleza y a la que cede todo protagonismo.

La cámara, que pronto queda al descubierto, sigue al protagonista a cierta distancia, casi sin respirar, para no invadir su espacio. Oleg se sabe observado por el dispositivo fílmico pero se muestra cómodo hasta el punto de compartir reflexiones íntimas sobre su historia familiar ligada a la del país, rememorar anécdotas del pasado o exponer teorías musicales.

También se deja llevar por trances creativos frente al piano incluso se enfada con la cámara. Episodios todos ellos dirigidos por el propio Oleg, pues él será quien marque la duración de los planos secuencia en que Duque concibe su pieza fílmica.   

Oleg y las raras artes es una conversación entre el pianista y Duque, escondido tras la cámara. Un viaje de inmersión en la historia de Rusia con un narrador de primera mano que a la vez resulta ser uno de sus mayores artífices en el campo de la música clásica. Una leyenda viva de ese exclusivo olimpo de los grandes genios que viven en completa simbiosis con su obra. Que al llevar al extremo de la excentricidad su pasión es relegado al estatus de artista loco, pero ¿acaso la belleza no reside en lo insólito?

Oleg Karavaichuck falleció el pasado junio pensando y soñando melodías. Hablando a través del piano —con toda la carga literal de dicha expresión. Por lo que el filme de Andrés Duque adquiere una dimensión testimonial de esta rara avis, uno de los últimos exponentes de la universal “vieja escuela”.

Escribe Aïda Antonino i Queralt