THE READER (EL LECTOR) (4)

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Título original: The Reader
País, año: Estados Unidos-Alemania, 2008
Dirección: Stephen Daldry
Producción: Anthony Minghella, Brigitte Broch, Sydney Pollack, Donna Gigliotti, Redmond Morris,
Guión: David Hare, basado en la novela El lector de Bernhard Schlink
Fotografía: Chris Menges
Música: Alberto Iglesias
Montaje: Claire Simpson
Intérpretes:

Kate Winslet, Ralph Fiennes, David Kross

Duración: 123 minutos
Distribuidora: On Pictures
Estreno: 13 febrero 2009
Página web:  www.thereader-movie.com

S E C R E T O S…
Escribe Carlos Losada

thereader1.jpgStephen Daldry no solamente tiene buen gusto y, con su equipo, elige bien a los actores, sino que siempre monta el plano adecuado para hacernos sentir que estamos ante un creador cinematográfico, alguien que sabe que las secuencias deben decir más de lo que muestran y a veces de lo que sugieren. Viene esto a colación porque la película que nos ocupa tiene una fuerza y unos sentimientos que últimamente no se prodigan. Y esto sin olvidar que el público debe conocer o intuir lo que está pasando, lo que se cuenta y lo que se oculta: los secretos…

Basada en una muy buena novela alemana de éxito, de Bernard Schlink, estupendo coguionista con David Hare, este proyecto de película fue propuesto en su día por Anthony Minghella y Sydney Pollack, a quienes en el fondo –y a veces hasta en la forma, sobre todo al segundo– está dedicada. Y como anunciábamos, la base de partida es el misterio, que a veces, un tanto sutil, envuelve, presiona, rodea a los seres humanos, elaborando algunos secretos de difícil enunciado y aceptación.

thereader2.jpgDe la manera que tenemos de actuar, o manifestarnos, nace el perfil de la vida que llevamos, por la que creen conocernos los demás, y a la que no nos queda más remedio que adaptarnos, de menor o mayor grado. Así le ocurre a la protagonista de El lector, Hanna Schmitz, hasta el momento la mejor interpretación que conozco de Kate Winslet, en matices, miradas, gestos, actitudes. Atrapada en un tiempo y un espacio que no puedes cambiar ni manipular, entre otras cosas, porque ya ha ocurrido, lleva su misterio, ese secreto que a nadie revela, y que en la película Daldry sólo nos sugiere, hasta el fin de sus días, y condicionando así su vida y sus relaciones con los demás, especialmente con Michael Berg, el personaje noble, doloroso, sensible, que incorporan de manera magistral tanto Ralph Fiennes como David Kross, en la madurez y juventud del mismo.

En medio de todo, como no podía ser menos, está el amor, el despertar adolescente al mismo, y a la pulsión sexual, en un verano de tranvías y enfermedades, de lecturas y más lecturas, desde Homero a Chejov, lagos, familias, compañeros, estudios… Y la necesidad de amar, de sentirse querido, de entregarse; y de guardar secretos. Hanna y Michael los comparten y se los llevan consigo.

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Años después, cuando Michael estudia abogacía, con la asistencia del profesor Rohl, matizada y elocuente interpretación de Bruno Ganz, acude a un juicio de resonancias y consecuencias insospechadas para ambos. Aquí es donde David Kross muestra su sensibilidad en miradas y gestos que nos hacen comprender por qué las vivencias del verano de ocho años atrás están en la forma de enfrentarse y vivir la vida, y casi para siempre. El pasado y el futuro forman parte del juego del misterio, cuando los secretos quedan de manifiesto en las lecturas que se repetirán años después; y en la incomunicación que se plasma en la distancia y en la asunción de una historia que fue tan real como apasionada y dolorosa.

thereader3.jpgTodo plasmado en secuencias casi siempre modélicas, utilizando los flahsbacks con una precisión idónea, que va desde los años cincuenta, el verano de la historia pasional, hasta mediados de los noventa, con Michael intentando explicar y asumir ese pasado a su hija, elocuentes matices de Ralph Fiennes, pasando por el juicio, a mediados de los sesenta, para ajustar cuentas con el nazismo, sobriamente evocado en las solitarias visitas de Michael, otra vez el impresionante y dolorido David Kross asomándose por la ventanilla del tren, volviéndose en las puertas de los barracones, a los campos de concentración, con imágenes que todavía nos siguen impactando.

Así, a lo largo de la proyección, nos hacemos idea de que la existencia vital de unos personajes se ha debido tanto a los avatares de la historia como a la manera personal de cada uno de inmiscuirse en ella, de ser parte de ella. Y queremos a esos personajes, los hacemos nuestros, con sus miserias y errores, con su pasión y su dolor, sus miradas y su ternura, a veces escondida.

O sea, que nadie debería perderse esta película, que en tantos momentos es emocionante y modélica, para así comprendernos un poco más a nosotros mismos, al entorno que nos rodea y a la historia que lo ha hecho posible y que se proyecta hasta más allá de nuestro tiempo.

Desde aquí, una vez más, las gracias a Stephen Daldry, Anthony Minghella, Sydney Pollack, David Hare, Bernard Schlink, Kate Winslet, Ralph Fiennes, David Kross, Bruno Ganz, y los demás intérpretes… y a nosotros, los espectadores, que salimos tan beneficiados por verla y sentirla.

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