La vida es sueño
Hace ahora veintidós años, el director holandés Paul Verhoeven adaptó en pantalla el cuento corto de ciencia ficción escrito por Philip K. Dick titulado Podemos recordar por usted al por mayor, publicado en abril de 1966 en The Magazine of Fantasy and Science Fiction. El texto era un cuento enmarañado acerca de la realidad, la falsa memoria y la memoria real.
El resultado de aquel film trascendió a los anales de la historia cinematográfica convirtiéndose en una cult movie instantánea del género, cuya reminiscencia aún perdura en la retina de muchos de los espectadores que tuvieron la oportunidad de verla.
Ahora nos llega un remake de aquella cinta con el mismo título y parecida trama. Repasando algunas de las críticas que se han publicado tras su reciente aparición vemos una singular coincidencia en la pregunta que muchos se hacen sobre la necesidad o no de llevar a cabo otra versión tan temprana cuando todavía los rescoldos de la anterior están calientes.
La mayoría llegan a la conclusión de que no, e incluso se apuran a tildar a esta segunda adaptación de fiasco futurista. Quizás no sea para tanto, porque siempre es aconsejable llevar a cabo un ejercicio de reflexión que excluya cualquier componente cultista que rechace de antemano todo acercamiento a lo que ellos no dudan en tildar como obra maestra absoluta.
El problema acontece cuando estos puristas no van tan desencaminados, tal y como ocurre en esta ocasión, y es que la comparación entre ambos films no admite ningún tipo de dudas.
El trabajo de Verhoeven le da mil y una vueltas al de Len Wiseman, realizador californiano cuyos trabajos más populares hasta la fecha han sido su participación en algunas partes de la saga Underworld (precisamente con Kate Beckinsale como protagonista) y la realización de la cuarta parte de La jungla de cristal, titulada La jungla 4.0. El director californiano nos entrega un producto manufacturado sin orden ni concierto, acusando una alarmante falta de originalidad y lo que es peor, una carencia de alma que dote al conjunto de cualquier atisbo de lucidez.
Al igual que ahora cuando acudimos al cine para ver una película en tres dimensiones se nos entregan unas gafas a la entrada, hay un tipo de films en los que se nos debería entregar un joystick, o palanca de mando, para que nosotros mismos pudiéramos dirigir el destino de los atribulados héroes de la ficción.

Y es que aquí el guión es tan sólo una mera excusa para ir engarzando una escena de acción tras otra, sin pausa pero sí con mucha prisa. ¿Y para esto se necesitan tres guionistas de la talla de Kurt Wimmer (Salt, Ultraviolet), Mark Bomback (Imparable) y Dan O’Bannon (el original Desafío total y el original Alien)? Pues no lo sé, pero lo que sí se puede afirmar sin temor a equivocarnos que este no debe haber sido el trabajo más duro y complejo que hayan acometido, precisamente.
Y si aún estuviéramos hablando de escenas que quitan el hipo o de innovaciones técnicas que corten la respiración del respetable podríamos salvar el descalabro por alguna parte, pero no es así. Las mentes pensantes que han facturado el film se han limitado a meter en una coctelera cualquier referente futurista que ya hemos visto en pantalla, y así, mientras nos aburrimos de forma soberana viendo huir, disparar e incluso realizar cabriolas increíbles al protagonista, que no es otro que el guaperas Colin Farrell (más expresivo que su predecesor en el personaje, Arnold Schwarzenegger, aunque eso no se pueda considerar un logro muy importante dado el hieratismo del actor austríaco), podemos jugar a adivinar el título de las películas que han utilizado, o mejor dicho, copiado, para intentar justificar la cantidad ingente de dólares gastados en la enésima macroproducción hollywoodiense cuyo efímero éxito va a quedar en agua de borrajas.
Algunas pistas para participantes: la estética general y la puesta en escena remiten de forma clara y diáfana al Blade Runner de Ridley Scott; las persecuciones aéreas con coches de policía destrozados recuerdan a El quinto elemento, de Luc Besson, e incluso, si apuramos, a aquella mítica carrera por las calles de Chicago en la no menos mítica Granujas a todo ritmo, de John Landis; los soldados robot cuya labor es la de hacer preservar la ley y el orden recuerdan demasiado a las tropas imperiales de la saga de La guerra de las galaxias; existe una escena primordial en la que la falta de gravedad es la protagonista (muy vistosa, por cierto), parecida a otra vista en Origen, de Christopher Nolan; e incluso otra persecución que transcurre por los tejados de la ciudad alude a la trilogía Borne (a la que, por desgracia, en los últimos años ya le han salido varios imitadores).

Todo esto sin contar el fusilamiento atroz de frases de diálogo y situaciones similares de su predecesora, en un intento de intentar convencer a la joven platea de que lo que se le ofrece es material nuevo, cuando no se trata más que una revisitación de territorios demasiado transitados.
Aparte del ya citado Farrell, quien se desgañita en demostrarnos que está en buena forma, aunque en cuanto a su capacidad de actuación se refiere lo hemos visto torear en plazas mayores, vale la pena destacar la presencia de dos bellezones de la talla de Kate Beckinsale (Pearl Harbor) y Jessica Biel (Regreso al infierno), la primera como una villana que está casada con el personaje de Farrell y la segunda como amante del mismo. A estas dos actrices les acompaña una pléyade de secundarios, comandados Bill Nighy y Brian Cranston, quienes, por desgracia, tampoco tienen la oportunidad de exhibir todo su talento entre tanta explosión y fuego artificial vacuo.
En definitiva, un intento baldío de abrazar preceptos propios del universo de los futuros distópicos sin elegancia, ni matices, ni humanidad, ni personajes peculiares, ni por descontado una pizca de humor que hubiera relajado un poco la grandilocuencia y ampulosidad de la propuesta.
Y es una pena, porque la premisa contiene las semillas de una interesante alegoría política y económica, pero las ambiciones de los realizadores van en la dirección del máximo ruido, incluida, cómo no, la mascletá final de la que no nos libramos y el mínimo sentido.
Escribe Francisco Nieto

| Título | Total recall (Desafío total) |
| Título original | Total recall |
| Director | Len Wiseman |
| País y año | Estados Unidos, 2012 |
| Duración | 131 minutos |
| Guión | Mark Bomback y Kurt Wimmer |
| Fotografía | Paul Cameron |
| Música | Harry Gregson-Williams |
| Distribución | Sony Pictures Releasing de España |
| Intérpretes | Colin Farrell (Douglas Quaid), Kate Beckinsale (Lori), Jessica Biel (Melina), Bryan Cranston (Cohaagen), Bill Nighy (Matthias), John Cho (McClane) |
| Fecha estreno | 14/09/2012 |
| Página web | http://www.sites.sonypicturesreleasing.es/sites/total_recall/site/ |