TWO LOVERS (TWO LOVERS) (1)

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Two lovers
Título original: Two lovers
País, año: Estados Unidos, 2008
Dirección: James Gray
Producción: Donna Gigliotti, James Gray, Anthony Katagas
Guión: James Gray, Richard Menello
Fotografía: Joaquin Baa-Asay
Música:
Montaje: John Axelrad
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow, Vinessa Shaw, Moni Moshonov, Isabella Rossellini
Duración: 110 minutos
Distribuidora: 
Estreno:
Página web:  http://www.twoloversmovie.com/

Ver, pero no analizar
Escribe Luis Tormo

James Gray en el Festival de CannesEl caso de James Gray es sorprendente porque resulta difícil encontrar a alguien que mueve bien la cámara, que construye historias interesantes pero que a su vez combina una falta de credibilidad y un conservadurismo rancio que termina por empobrecer el resultado final del producto.

Presentada en el pasado Festival de Cannes, Two lovers es su cuarta película y en este caso cambia el género policiaco o el thriller por un relato más íntimo que nos cuenta un drama amoroso que implica a tres personas (el propio director ha citado en alguna entrevista una lejana inspiración en el relato de Dostoievski Noches blancas).

En la primera escena, Leonard (Joaquin Phoenix) intenta suicidarse saltando al río, pero entre la fortuna y la ayuda de un grupo de personas, consigue salvarse. Más adelante sabremos que todo viene de una historia amorosa fracasada (su novia le abandonó porque no eran compatibles para tener hijos). Leonard conocerá a dos mujeres, Michelle (Gwyneth Paltrow) es una vecina, y Sandra (Vinessa Shaw), la hija de un empresario que desea asociarse con el padre de Leonard en el negocio de las lavanderías. El personaje que encarna Joaquin Phoenix parece que se enamora inicialmente de la hija del futuro socio de su padre, pero de quien realmente está enamorado es de su vecina (que mantiene a su vez una difícil relación con un hombre casado).

Joaquin Phoenix repite por tercera vez con James Gray

Del análisis inicial del argumento se desprende que el peso fundamental recae en el conflicto que se genera alrededor del triángulo amoroso, pero en realidad el tema que verdaderamente emerge en la película es la influencia de la familia en las relaciones que mantienen los personajes y la cobardía en sus actuaciones.

Leonard sufre la decepción amorosa, pero lo doloroso para él es la vida con sus padres, en un piso oscuro donde todo gira entorno a ese negocio familiar y los personajes deambulan casi sin comunicarse más allá de la conversación puramente formal. Así, los tres protagonistas que conforman el triángulo viven bajo el sometimiento de la figura del padre. Leonard es presionado por el padre para que forme parte del negocio al igual que hace el padre de Sandra que parece feliz de la relación que su hija mantiene con Leonard, pues parece que esa unión puede significar la bendición de su negocio. E igual pasa con el personaje de Michelle, en la primera escena en que aparece intuimos cómo su padre está un tanto desequilibrado y, aunque Michelle vive sola, la relación que mantiene con su compañero de trabajo, mayor que ella y con otro tipo de vida (casado, con dinero), se asemeja más a una figura paterna donde el sentido de protección se impone al amor.

Gwyneth PaltrowAsí, pese a que la cámara centra su protagonismo en los tres personajes jóvenes, son las figuras secundarias las que mueven realmente el juego. El padre de Leonard y el padre de Sandra, cabezas emergentes de las dos familias judías, son los principales instigadores de que ambos terminen juntos; en este sentido es muy significativa la escena en la que el padre de Sandra le pregunta a Leonard si ha hecho el amor con su hija, condicionándole a seguir juntos.

La casa, como símbolo o contenedor de esa unidad familiar, representa una especie de cárcel; Leonard sale siempre de la casa con discreción, de puntillas, intentando escaparse sin que le vean, y, cuando en la escena final se intuye que va a dejar la casa definitivamente para huir con Michelle, salta desde la ventana al patio como si huyera de unos muros que le aprisionan. Michelle también tiene en su vivienda una situación similar, aunque la cámara permanece fuera de su casa, los barrotes de la ventana siempre la encuadran como si estuviera presa. Es por ello que cuando Leonard y Michelle hacen el amor tiene que ser en la azotea, en un espacio abierto, fuera del alcance de la influencia que los mantiene prisioneros.

En realidad, este planteamiento que tenemos en Two lovers no es nuevo en el cine de Gray, de hecho, sigue el camino trazado en su anterior filme, La noche es nuestra. Una película donde la figura paterna (un capitán de policía) conseguía unir a dos hermanos que tenían caminos separados y donde el hermano descarriado, cual hijo pródigo, retornaba al hogar (y al cuerpo de policía) para terminar el trabajo de su hermano, en un final tan increíble como conservador.

En Two lovers, el final es idéntico. Después de asistir al debate entre la elección de una mujer frágil e inestable (Michelle) o una mujer que podría ser la esposa perfecta pero aburrida (Sandra), todo se resuelve con un último truco de guión, donde el personaje que interpreta Joaquin Phoenix vuelve al hogar y, en una elección cobarde, se compromete con Sandra, lo que significa renunciar a lo que quiere y aceptar que su destino continúa unido a la familia.

Pese a que la cámara centra su protagonismo en los tres personajes jóvenes, son las figuras secundarias las que mueven realmente el juego

Final ambiguo en el que podemos considerar que estamos ante el triste destino de un personaje, al que una vez más le ha dejado una mujer, y que se ve obligado a retornar al seno familiar y aceptar la única mujer con la que puede casarse, porque en el fondo este personaje es un cobarde. O por el contrario, podemos pensar que Michelle es tan volátil que para Leonard casi es mejor no arriesgarse y dentro de su momentáneo pesar, sabemos que en el fondo, estará mejor con Sandra.

Pero al margen de que podamos estar de acuerdo o no con los postulados que plantea el filme, el problema de Two lovers es que tiene la misma falta de credibilidad que veíamos en La noche es nuestra. Y tenemos como ejemplo todo el planteamiento de la escena del suicidio, donde tras arrojarse al río Leonard se limita a entrar en casa mojado y decir que se ha caído, escena de suicidio que no tiene más sentido que relacionarla con una de las escenas finales donde Leonard entierra el anillo en la arena para luego recuperarlo (en una escena absolutamente inútil), pues esa tentativa de suicidio no tiene ningún significado importante para el resto del filme ni nos aporta nada de un personaje que ya intuimos soporta una presión emocional debido al fracaso en que se ha convertido su vida.

En un guión bien hilvanado no se entiende la reacción última de Michelle, necesaria para el desenlace final, pero que queda excesivamente forzada o la escena tan torpe por su evidencia de Leonard tirando el retrato de su ex novia a la papelera cuando se va con Michelle. Y así tenemos diferentes ejemplos, como la figura del amante de Michelle, el aborto de ella o conversaciones ridículas, como la que ya hemos citado con anterioridad cuando el padre de Sandra le pregunta a Leonard si ha hecho el amor con ella.

En definitiva, Two lovers es una película que se sigue con atención, y que cuenta con un adecuado juego actoral entre Gwyneth Paltrow y Joaquin Phoenix (tercera colaboración con Gray). El problema, como con La noche es nuestra, viene cuando una se ha visto la película, el espectador se plantea el significado general de la película, reflexiona sobre el porqué de una determinada actitud de un personaje o el sentido de alguna de las escenas que componen el filme, pues en este caso es cuando las dudas empañan la primera opinión que se tiene sobre el filme.

Una película que se sigue con atención, y que cuenta con un adecuado juego actoral entre Gwyneth Paltrow y Joaquin Phoenix