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Cotidianos buscavidas
Escribe Carlos Losada
Sin duda la Provenza es un sitio hermoso, presto a la contemplación y al esparcimiento. Pero, ¿y trabajando allí? ¿Ocupándose de las gentes que quedan en los pueblos, casi todas mayores? De esto, y de la concienciación de la vida de quienes ejercen estas tareas, trata esta singular película.
Un joven alejado de esta vida, debe sustituir a su padre, enfermo, para ocuparse de hacer llegar, con su furgoneta, los productos básicos a estas gentes alejadas unas de otras, y en más de un sentido, y así se encontrará con su infancia. Al principio lo hace a regañadientes, intentando salir del paso, por complacer a su madre, y esperando que su padre se restablezca.
La cotidianidad de ir de pueblo en pueblo, con la cámara pegada a la realidad, alejada de las “postales” del lugar, y el contacto con individuos sencillos, resabiados, muy vividos, y al mismo tiempo el trato con Claire, la chica que comparte la casa de su madre –que es la tienda de uno de los pueblos, el menos pequeño– mientras prepara estudios y que quiere ir a España, que él le ofreció, le hace tomar un nuevo punto de vista y plantearse las cosas de otra forma.
Su padre decía que ellos eran unos buscavidas, porque no se asentaban en un sitio fijo, y porque en el fondo vivían de lo cotidiano. Y al ver que Claire le ayuda en su labor, dando un tono festivo y hasta agradable a su trabajo, Antoine va fijando lo que pueden ser sus normas de vida, en desacuerdo con el egocentrismo de su presumido hermano y del egoísmo del padre. Por eso su historia con Claire avanza y retrocede a impulsos de sus emociones y de esa cotidianidad que empieza a comprender a medida que conoce su trabajo y a las gentes que va descubriendo.
El final es abierto y adecuado y el tono, de simplicidad, que casi siempre está en la película, menos cuando Eric Guirado se empeña en hacernos ver que los planos de cogotes son llamativos, y algunos errores de ritmo, nos muestra cómo la vida se va viviendo, valga lo evidente, cuando formas parte de sus atributos, esto es, ser uno mismo en cada momento que nos concierne, y sabiendo que la perdurabilidad, desmentida siempre por la naturaleza, y la Provenza, no está más que en nuestro pensamiento y en entender la vida como un todo, mas asumiendo que cada instante cotidiano debes asumirlo, vivirlo y comprenderlo.
Nicolas Cazalé (Antoine) y Clotilde Hesme (Claire), así como el resto del reparto, son los adecuados para los personajes, que viven más que interpretan, y nos los hacen familiares. Mención destacada para la fotografía en exteriores de Laurent Brunet.
Añadir que las intenciones de Guirado sobre la cotidianidad de los buscavidas provenzales son más rotundas que el resultado final, tal vez por los escarceos seudo realistas de los primeros momentos, aunque pronto todo se va encauzando.
