Winter’s bone (3)

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Dura de roer

wintersbone00Un bosque en suave contrapicado. El ruido atronador de una motosierra se superpone a la imagen ligeramente desenfocada de una ardilla que salta asustada de tronco en tronco, sin cesar en su búsqueda de un espacio firme que le permita seguir viviendo. Esta secuencia onírica que aparece hacia la mitad de la película podría ser la metáfora donde se concentra el núcleo temático de la segunda película de Debra Granik, guionista conjuntamente con Anne Rosellini de esta producción que adapta la novela del mismo título de Daniel Wodrell.

El trabajo de esta joven y prometedora cineasta se ha visto justamente reconocido en el Festival de Sundance, donde ha obtenido el premio del Gran Jurado además de los de mejor guión y mejor película. Veremos si también los Oscar atienden con generosidad a las cuatro nominaciones obtenidas hasta el momento, entre las que destaca con justicia la de mejor actriz para Jennifer Lawrence en el papel de Ree Dolly.

Ree, una adolescente de 17 años que cuida a su madre incapacitada y a sus dos hermanos menores, ve incrementados los problemas de su ya complicada vida con la noticia de que su padre ha dejado la casa y los bosques de la familia como garantía de la fianza para salir de la cárcel. Ante la amenaza de que ella y los suyos se queden sin techo, Ree sale a buscar a su padre misteriosamente desaparecido, aunque para ello deba enfrentarse a una especie de omertá, o ley del silencio, y oponerse a la voluntad de la mafia local y a los peligros que ello conlleva.

El interés de este filme radica en la elegancia con que la directora desarrolla un argumento en el que la heroína se enfrenta a fuerzas muy superiores a ella sin otro recurso que el tesón, la audacia y la fuerza para salvar a su familia de la indigencia en un entorno absolutamente hostil, como la tierra de Katryn Bigelow.

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Y es que el paisaje donde suceden los hechos nos traslada a lo más profundo de los Estados Unidos, allí donde no ha llegado la vida feliz del sueño americano. Casas miserables de maderas semipodridas y techos de uralita, rodeadas de jardines llenos de restos y desechos oxidados. Aldeas de gente pobre y de exiguos recursos, en las que se alternan humildes viviendas con ajados almacenes y caravanas herrumbrosas. Un mundo duro y brutal donde la regla es sobrevivir o morir.

Por lo tanto nos encontramos con una historia épica en la que la protagonista ha de realizar una extraordinaria proeza: la de luchar en desigual y peligroso combate —al estilo de los viejos héroes del western clásico— contra fuerzas muy afianzadas por leyes y normas secretas que todos deben obedecer. Se trata de un mundo cerrado y opresivo que ha de unirse y bloquear cualquier intrusión, como la de Ree, que ponga en peligro los turbios y clandestinos negocios de la fabricación y tráfico de drogas.

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Aquí no aparecen grandes mansiones con piscinas lujosas y jardines relajantes de verde césped, donde los capos sureños se solazan en la calidez del sol californiano. Aquí nos encontramos en las escondidas montañas de Ozark, en el territorio casi salvaje del estado de Missouri, donde el paisaje seco y árido y el durísimo invierno acogen a una población endurecida por siglos de lucha con el medio y condenada a subsistir con una combinación de fuerza, empeño y paciencia heredadas de los viejos vaqueros, cuando domaban a las bestias en los rodeos.

El paisaje es también un personaje que juega su papel en esta historia de resistencia y valor. Además de ser el antagonista natural de los hombres de las montañas, los hillbilly, como les llaman despectivamente los forasteros, funciona como un símbolo visual que contribuye a incrementar la sensación de desolación que impregna la atmósfera del filme a medida que avanza la historia. El frío extremo se superpone a la aridez de la tierra, envolviéndola en una luz apagada y sin fuerza que se infiltra en un cielo opaco y lejano, donde las ramas secas y deshojadas del bosque invernal forman una maraña amenazante para la protagonista y su imposible gesta.

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Todo en esta historia es tenso y opresivo. El dolor interno y externo que padecen los personajes, las agresiones y atropellos que los más fuertes imponen a los más débiles, confieren al filme un tono de violencia extrema que rara vez se explicita a los ojos del espectador.

Y este es otro de los méritos de la película: el contraste entre la intensidad dramática de un relato épico y la contención, mesura y elegancia del lenguaje formal con que está narrada la historia. Un ritmo deliberadamente lento, logrado mediante secuencias largas y planos  muy descriptivos, acogen a unos personajes que trasladan sus conflictos al espectador mediante una actuación también contenida, sobria y sin aspavientos, como decía Eugenio d’Ors del Cristo de Velázquez. 

A este estilo austero y sencillo contribuyen la parquedad y precisión de los diálogos, reflejo de la delicadeza y moderación de las guionistas y de su talento para contar una historia donde la contención narrativa pone freno y sujeción a la más profunda y furiosa crudeza.

Relato épico y dramático con envoltura casi lírica, que incita a la reflexión y excita la sensibilidad. No se puede pedir más.

Escribe Gloria Benito

 Título  Winter’s Bone
 Título original  Winter’s Bone
 Director  Debra Granik
 País y año  Estados Unidos, 2010
 Duración  100 minutos
 Guión  Debra Granik, Anne Rosellini
 Fotografía  Michael McDonough
 Música  Dickon Hinchliffe
 Distribución  Golem Distribución
 Intérpretes  Jennifer Lawrence, Isaiah Stone, Ashlee Thompson, Valerie Richards
 Fecha estreno  11/02/2011
 Página web  www.wintersbonemovie.com