«El guion es lo más importante en una película»

Llega a los cines Mi amiga Eva, la nueva comedia de Cesc Gay en la que el responsable de títulos tan aclamados como En la ciudad, Truman o Sentimental aborda la crisis de pareja a los 50.
Eva (Nora Navas) es una mujer de 50 años casada desde hace más de veinte y con dos hijos adolescentes. Durante un viaje de trabajo en Roma, Eva se da cuenta de que quiere volver a enamorarse antes de que sea «demasiado tarde».
Ya en Barcelona, Eva empieza una nueva vida de soltera abierta al juego de la seducción y el romance. A lo largo de un año seguiremos a esta mujer que ha roto con su mundo buscando un sentimiento. Un imposible, pero quizás el azar pueda rescatarnos.
La película, coescrita por Cesc Gay y Eduard Sola, está protagonizada por Nora Navas, Juan Diego Botto y Rodrigo de la Serna. Completan el reparto Àgata Roca, Fernanda Orazi, Francesco Carril, Marian Álvarez y Miki Esparbé.
Es una producción de Imposible Films y Alexfilm AIE y cuenta con la participación de RTVE, Movistar+ y 3Cat, el apoyo del ICAA y el ICEC y la financiación de CaixaBank, CREA SGR y del ICO. Filmax se encarga de la distribución de la cinta, que se estrena en toda España el 19 de septiembre.
Dentro de las actuaciones de los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis de Paterna hemos podido asistir al preestreno de Mi amiga Eva y conversar con el director catalán sobre todos los aspectos que rodean el proceso creativo de su último trabajo cinematográfico.
¿Cómo surge Mi amiga Eva?
Surge de mis ganas de escribir un personaje femenino, de hacer un súper «prota». Por otra tarde estaba harto de los tíos, ya los conozco. Hablar de nosotros lo he hecho mucho y las mujeres te dan otras posibilidades. Empecé a pensar y surgió, por mujeres más cercanas a mí, que tomaban decisiones como las que ha tomado el personaje de Eva. No por tener un amante o por tener algún problema especial en el amor en casa. Entonces pensé: «Están locas. Son muy valientes. Son muy atrevidas y arriesgadas y más una mujer en esa edad.»
Y eso me dio mucha curiosidad para intentar entenderlas, y como yo en el fondo escribo para intentar entender las cosas, me metí en este tema y empecé a buscar información en este momento vital donde las mujeres se sienten más empoderadas en todos los sentidos, por suerte para ellas, y se puede hacer ahora, cosa que hace un tiempo no se podía hacer.
Para mí el reto era cómo dejar a Juan Diego Botto, tengo que hacer creíble que deja a este tío. Eso es lo que impulsó el personaje de Eva y que esta tuviera una cosa que el personaje del hombre no tiene. En ella está la búsqueda del enamoramiento, del amor, de una cosa sentimental que yo pienso que en un hombre no está. Un hombre se busca una amante y luego eso puede llevar a otra historia de amor, y el sexo le cubre muchos vacíos Y creo que en la mujer no, o no tanto.
Y también me pasó otra cosa. Empecé a ver que las mujeres que toman ese paso estaban siendo juzgadas por la familia para que no tomarse esa libertad. Por eso empecé a escribir un personaje femenino muy frágil, muy patoso, que sentía eso pero que también lo tenía poco claro, incluso ver como el azar empezaba a jugar.

Revisando En mi ciudad, una de tus primeras películas, allí ya se planteaba en los personajes femeninos, que entonces tenían sobre 30 años, una búsqueda del amor. Ahora 20 años después Mi amiga Eva plantea un personaje de una mujer de 50 años. ¿Cómo ha evolucionado la escritura de esos personajes femeninos?
Creo que los he tenido siempre en un segundo plano, en el sentido de que en casi todas mis películas, los protagonistas eran hombres. En la ciudad, Mónica López sí que tenía un papel protagonista, pero el otro era Eduard Fernández, el otro era Àlex Brendemühl. Entonces, yo había escrito poco para mujeres.
Y fue en mi anterior película, la de episodios, Historias para no contar, donde Anna Castillo tenía un personaje en la primera historia que me gustó mucho cuando lo escribí, donde también estaba el personaje de María León; luego estaba la historia formada por un trío de mujeres con Maribel Verdú, Alexandra Jiménez y Nora Navas, precisamente. Y a raíz de eso creo que es la primera vez que me he puesto en serio a escribir sobre personajes femeninos.
En la ciudad era una película muy distinta, tendría que volver a verla porque nunca veo mis películas. Hay cosas comunes que están en mis películas, como siempre hay mucho más de lo que va por dentro que de lo que va por fuera. Siempre pongo la mirada en lo que no se dice, en lo que no se expresa, pero intento que el espectador sí lo sepa, que ese sea el reto.
El conflicto amoroso está siempre presente en tu cine.
Nunca he sabido… A mí me dicen: «Pero ¿no tienes más imaginación? ¿Por qué no haces un thriller?». No sé… probablemente es que no me interesa, como tampoco me gusta filmar cada año, o sea, es una cosa que yo voy haciendo y cada tres años hacemos en una película, voy encontrando una historia, por ejemplo, Truman era una historia distinta, que siempre termino vinculándola a lo emocional.
Me obsesiona las dos caras que tenemos las personas. La que mostramos y el abismo que hay con lo que realmente somos. Veo a una persona y me voy dentro, intento ver lo que me esconde. Me parece misterioso y creo que eso es la esencia de esa persona. Y el humor me sirve para eso en la vida. Y enseguida me doy cuenta, con el humor, cómo es esa persona, esa mujer. Y creo por eso lo utilizo tanto que en el cine.
De hecho lo aplicas a rajatabla. Tienes Truman, que es una historia dramática, pero está siempre vista desde ese punto de humor. O incluso Mi amiga Eva se puede ver como un drama.
Podría serlo, sí, totalmente. Es como, salvando las distancias, Historia de un matrimonio, de Noah Baumbach, que viene de una historia más bergamiana, tiene humor pero le pesa el drama. Creo que, y es algo que me gusta como espectador, es tener esa sensación cuando voy al cine o voy al teatro, sea cual sea la película que he visto, por dura que sea, de salir contento. Yo voy al cine a evadirme, y lo puedo hacer con un drama, pero un drama que sabe colocarte al final en un lugar de esperanza, intento encontrar eso en el mundo.
¿Y cómo ha sido la colaboración con Eduard Solà? ¿Qué te aporta?
Yo ya le he dicho a Eduard: «No quiero hablar más de ti, eres un pesado, cómo has conseguido eso». Y nos reímos mucho porque ha hecho algo maravilloso y es que la gente hable de los guionistas. Y lo digo, ahora sin bromas, para mí el guión es lo más importante en una película, no tengo ninguna duda. Puedes tener directores distintos, actores distintos, si tienes un buen guion va a salir una buena película. Si no, ya puede venir el mejor que no hacemos nada.
En este caso ha sido un proceso muy similar al que yo he hecho siempre. Soy el que lleva la historia, el que escribe, pero me funciona muy bien tener ahí un partenaire con el que voy construyendo y llenando mi pared de notas consiguiendo la estructura.

En tus películas el reparto es muy importante. Cómo es el proceso entre el guion escrito y el resultado final en la pantalla. ¿Influye los ensayos? ¿El trabajo en común con actores o actrices?
En primer lugar, tener el acierto de la elección. Por eso sigo trabajando con Marta Esteban [productora]. Nunca nadie me ha sugerido un nombre, nunca he trabajado con nadie que no quería. Y si he trabajado con actores muy importantes es porque me gustaban y me parecía, por ejemplo, que Darín podía hacer ese personaje en Truman.
Eso de entrada. Poner a una actriz que no es la adecuada para un personaje te puede vender tickets, pero no te va a ayudar a hacer mejor la película. Y eso implica tener tiempo, pensarlo, valorar bien el casting antes de escoger. Yo cuelgo las fotos, las voy poniendo ahí, visualizo la alineación, ¿no? Yo soy como un entrenador de fútbol y digo: «A ver, esta Nora. ¿A quién pongo al lado?». Y entonces coges el teléfono para llamar y si tienes la suerte de que ese actor puede venir… Siempre me he sentido muy cuidado y he tenido mucha suerte con los actores que han querido venir a hacer mis películas.
Si hay tiempo para ensayar, tiempo para preparar las cosas, y se cuenta con un buen guion, el personaje ya está bien y lo único que hace es ir enriqueciéndose. No hay otro secreto.
Filmas la película de una forma muy transparente que recuerda al cine clásico donde la cámara está al servicio de los actores, como una comedia clásica. ¿Cómo encuentras el estilo para cada historia?
Como dice Andreu Rebés, mi director de fotografía: “Nunca voy a ganar un Goya contigo”. Y lo dice siempre Andreu, con el que llevo muchas películas, precisamente porque nunca hay una decisión estética que pase por delante de una decisión de contenido. Es decir, manda el personaje y manda la esencia de la escena.
Cuando tú le das un exceso de propuesta estética o visual, estás en otro género. Entonces puedes hacer el thriller, porque el thriller es maravilloso para eso, o las atmósferas del terror, la época. Pero entonces la película necesita de ese tono, de ese género. Cuando estás haciendo una película como las que yo hago manda al personaje y manda defender la naturalidad de lo que está pasando, en la interpretación, en la elección de decorados y en la forma de ser filmada.
Que no se note, yo siempre digo no se tiene que notar y no tengo que hacerle hacer cosas extrañas al personaje. No soy de vente hasta aquí, quédate en esta marca, y voy a hacer un plano muy corto y miras ahí, la luz te cae… Las películas no se pueden basar en eso porque irían en contra de lo que quieres transmitir.
Tus películas parecen muy locales pero en el fondo son muy universales. Sentimental tiene diferentes remakes fuera, el último lo dirige Olivia Wilde en Estados Unidos.
He visto mucho cine iraní cuando el gran boom de cine iraní. Y es un cine que me ha gustado mucho. Y ahora más cuando con las plataformas puede ser tan cercana una película de esquimales perdidos. Es lejano pero en el fondo en las relaciones somos todos iguales. Y me he dado cuenta viajando en festivales o cuando he ido a presentar mis películas por ahí es que el humor, que parece algo muy distinto en cada sitio, en todos lados seguían muy bien las películas.
La gente conecta cuando está bien contado y tiene que ver algo con lo emocional o lo sentimental, conecta y eso… No lo sé, supongo que somos todos iguales, tenemos dos piernas, dos brazos… y no hay tantas diferencias.
Escribe Luis Tormo
