Olga Osorio, Zoe Bonafonte y Enzo Oliver nos hablan de «El secreto del orfebre»

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«Me gusta del cine la posibilidad que tiene de hacer magia»

Olga Osorio regresa a la pantalla grande con El secreto del orfebre. Tras su debut cinematográfico con ¡Salta!, Osorio escribe y dirige la adaptación al cine de la novela homónima de la escritora alicantina Elia Barceló, que ha vendido más de 100.000 ejemplares y ha sido traducida a más de una docena de idiomas.

Protagonizada por Mario Casas (que regresa al género romántico una década después de Palmeras en la nieve) y Michelle Jenner, la película sigue los pasos de Juan Pablo, un reconocido orfebre español que se dirige a Nueva York para una importante exposición de su obra. En el trayecto, decide hacer una parada en su pueblo natal, lo que lo llevará a revivir recuerdos del pasado y a reencontrarse con un amor que marcó su vida para siempre.

Completan el reparto protagonista Zoe Bonafonte (nominada a los premios Goya por El 47) y Enzo Oliver (Viaje de fin de curso).

Junto a Olga Osorio, que está a cargo del guion y la dirección, la película cuenta con un equipo de destacados profesionales entre los que podemos nombrar a Marc Miró en la dirección de fotografía, Anna Pujol en la dirección de arte, Alberto Valcárcel a cargo del diseño de vestuario, y la compositora nórdica Lau Nau en la banda sonora.

El secreto del orfebre es una producción de Adrián Guerra y Núria Valls para Nostromo Pictures con la participación de Movistar y la ayuda del ICEC, y cuenta con las ventas internacionales de Film Factory. En España, la distribución está a cargo de Warner Bros Pictures España que estrena la película el 28 de febrero de 2025.

Con motivo de los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis de Paterna, hemos podido hablar con Olsa Osorio y dos de sus protagonistas, Zoe Bonafonte y Enzo Oliver, que nos han hablado de su experiencia en El secreto del orfebre.

En esta película escribes, diriges y estás desde el origen del proyecto. ¿Qué te atrajo de la novela para realizar su adaptación al cine?

Olga Osorio: Me gustó la fantasía, lo que a mí me parece que tiene de realismo mágico, que no sé si lo es o no, pero a mí me parece que tiene un punto de realismo mágico. Me gustó la nostalgia, me parece que es una novela que está embebida de nostalgia.

Me gustaron todas las citas culturales, cinematográficas, literarias, musicales, de las que está llena la novela y me parece una novela muy resumen compendio del siglo XX, me pareció que era una novela que de alguna manera contenía todos esos elementos culturales que nos fueron modelando a lo largo del siglo XX. Y que están comprendidos en una en una historia muy mágica.

Es una película que juega con el tiempo. Este uso del espacio temporal es algo que está en tu cine, desde los cortometrajes hasta ¡Salta!, tu debut en el cine. ¿De dónde viene ese uso del tiempo como recurso narrativo?

Olga: Las películas que plantean estos viajes, o sea, este juego con el tiempo, son muy jugonas o disfrutonas, son películas que le piden al espectador que juegue él también.

A mí me pasa como espectadora, me gusta entrar en esa dinámica y jugar. Hacen posible una cosa que a mí me gusta del cine, que es hacer magia, es decir, que de repente tú, con el personaje, te ves en una época distinta y te lo crees un poco y eso es una cosa como muy disfrutable.

Y luego pasa que la idea del tiempo es como una de las más cruciales en nuestras vidas. Es decir, el tiempo es lo que nos define a todos los niveles. El tiempo que perdemos, el que pasa, el que nos modela. Entonces, como me parece que la vida fundamentalmente es tiempo, pues, cómo no va a ser un tema que me preocupe.

Zoe Bonafonte, Olga Osorio, y Enzo Olivers en El secreto del orfebre. Foto: Luis Tormo

Cuando os llegó el guion y lo leísteis desde el punto de vista de los actores. ¿Cómo afrontasteis el hecho de este juego con los personajes que trastoca un poco lo que sería una simple historia de amor?

Zoe Bonafonte: Cuando leí el guion pensé literalmente que era un privilegio poder contar una historia de amor diferente. Porque es verdad que en este género se acaban pareciendo todas bastante.

Está el enemies to lovers, está el friends to lovers, pero siempre es el mismo tipo de tramas. Y aquí, de golpe, se daba un giro a las pelis románticas que se hacían en España. Entonces es un privilegio poder hacerla.

Enzo Oliver: Sobre el papel era: “¡Wow, parece una película americana!”. Lo entendí, pero no sabía que tipo de peso tenía en la historia el elemento fantástico.

¿Y cómo fue trabajar los personajes que dependen, ya no solo de vuestro trabajo, sino de lo que hacen los otros protagonistas? ¿Cómo se hizo esa coordinación?

Enzo: En equipo, con Mario Casas y Olga, tuvimos ensayos los tres y tomamos decisiones de cómo queríamos que fuera la esencia del personaje, teniendo en cuenta que el paso del tiempo también haría evolucionar a Juan Pablo. Buscar una base y unas decisiones más concretas de construcción, sobre todo cuál era un poco la esencia del personaje, y ya luego, cada uno le puso sus capas del momento vital en el que se encontraba el personaje.

Olga: Bueno, y capas que también vienen ya un poco dadas por los actores, que también hay un trabajo de casting, es decir, en Enzo hay a lo mejor una inocencia y una sensibilidad más a flor de piel, que luego Mario la mantiene. Yo veo que Mario tiene mucha sensibilidad en la película, pero que la mantiene como enterrada, ahí abajo, agarrada, que es un personaje que ves que a lo mejor lo tocas un poco y se derrumba, pero está ahí como enganchado. Y sin embargo, en el personaje de Enzo esta sensibilidad la tiene como mucho más a la vista.

Enzo: Y es bonito y triste a la vez porque es como que da a entender el proceso vital de este personaje, o sea, el porqué de este recorrido forma parte de toda esta historia.

Zoe: Por otra parte, es muy bonito, por ejemplo, viéndoos a los dos desde fuera, si te fijas en el trabajo de Mario ves que hay algo como muy de niño, de lo que ha trabajado el personaje, es un personaje que está muy en contacto con el niño que fue.

Y teniendo en cuenta que físicamente no os parecéis en nada.

Zoe: Sí, ahí también hay un gran trabajo del departamento de maquillaje y peluquería. Me empollé mucho lo que hace Michelle, y sobre todo cómo mira Michelle. Porque Michelle tiene unos ojos muy grandes, muy llamativos, y yo no los tengo azules, pero bueno, tenía que saber imitar ese tipo de mirada que tiene ella.

¿Para esa coordinación hubo muchos ensayos?

Olga: Soy muy fan de los ensayos, todo lo que se pueda rascar, bienvenido sea. Me gusta el trabajo sobre guion, o sea, el leer, discutir, pero sobre todo leerlos para entenderlos y llegar a la película con todo muy trabajado. Por ejemplo, Michelle es muy técnica, es una máquina, es una barbaridad. Michelle llega y ¡pum!, lo clava.

Mario Casas trabaja desde otro sitio totalmente distinto, él tiene que entender bien hasta la última coma, es decir, exprime y exprime el guion. Y hubo un trabajo muy bonito en preproducción y, de hecho, hicimos una reescritura de guion después de trabajar un día. Una lectura de guion de unas ocho horas porque Mario tenía un dossier de todo, cosas que había anotado escena por escena, y eso fue increíble.

Mirando la película hay un tratamiento que recuerda al cine clásico. En la forma de planificar y filmar. En la forma de apuntar detalles que luego ves el significado (la foto de la madre para luego identificarla, la misma planificación para el primer encuentro de los protagonistas en una época y otra, etc.). ¿Lo tenías claro desde el principio?

Olga: Sí, sí. Cuando Mario entró en la película, lo primero que hice fue enseñarle un Pinterest con fotografías de Gary Grant, Humphrey Bogart… Entonces, él se los empieza a mirar y a partir de ahí fuma como ellos, el cruzar de piernas, o sea, él coge y se empieza a estudiar a los galanes clásicos.

Y hay un momento para mí, cuando él entra en los 50, que es como si entrara en una película. O sea, para mí, narrativamente él entra en una película clásica, ¿no? Se pone la raya al lado, va al encuentro de las chicas y está rodado de esa forma clásica. Llegamos a plantearnos, el director de foto y yo, tirar hacia un estilo más de neorrealismo italiano (una luz más dura, más siciliana); pero cuando vimos a Zoe con las pruebas de cámara con el maquillaje, los vestidos, dijimos: “No, no. Hay que iluminarla como Hollywood”. Porque la idea inicial era hacerla un poco más real, en un pueblo de color sepia, con una idea más realista, con la luz más dura. Pero cuando la vimos a ella pintada y maquillada era como Gene Tierney o Audrey Hepburn.

Mario Casas durante el rodaje de El secreto del orfebre. Foto: Xavi Farrés / Warner Bros España

Hemos hablado de una película en la que vemos un compendio del amor del siglo XX pero los personajes jóvenes incorporan elementos actuales: la sensibilidad del personaje masculino o la búsqueda de independencia de la chica que quiere ser libre y salir del pueblo. ¿Cómo se trabajó esa conexión con el mundo actual?

Zoe: Es verdad que es una película con muchas referencias y look de cine clásico, pero a la vez tiene personajes muy contemporáneos con historias muy contemporáneas. Al final mi personaje es una mujer incomprendida por su época que lo único que quiere es algo tan sencillo como conseguir sus sueños en la vida, que ahora nos parece muy normal, pero no lo era entonces. Es verdad que se ve esté contraste. Plantea una idea del amor muy moderna. Look muy clásico con toques contemporáneos.

Enzo: Creo que estamos evolucionando hacia una buena dirección en el sentido del amor y es lo bonito del cine, poder cambiar un poco las perspectivas del amor y del romanticismo que había en ese momento. Es como coger la parte bonita y estética de lo que es el cine clásico, con un pensamiento más moderno, es como una buena dirección en la que nos podíamos encaminar.

De hecho, a él no le importa estar con una chica más mayor, que era un prejuicio de la época.

Enzo: Al contrario, no entiende qué le pasa, porque él se está entregando completamente a ella.

Olga: Yo creo que el viaje final también va un poco por ahí: así nos enseñaron el amor y él lo reescribe de alguna manera. Lo vive desde un sitio que es más del siglo XXI, porque para mí, que la película acabe en el 2000, también es muy significativo, porque es: hasta aquí nos hemos contado así el amor, y a partir de aquí, nos lo estamos replanteando, afortunadamente, ¿no?

Para mí esto tenía que estar, y esto es una de las cosas que es distinta en relación con la novela, porque la novela está escrita en 2003 y a lo mejor no ha habido tanta reflexión sobre el tema del amor, ¿sabes? Yo pensaba que no pueden terminar reproduciendo el bucle una y otra vez. O sea, yo, ahora, desde mi perspectiva de mujer actual tengo que contar otra cosa. Tengo que contar que Penélope no se queda a esperar.

Zoe: La novela es muy trágica.

Además, estas dos décadas del siglo XXI han sido importantes respecto este tipo de reflexión sobre el amor, sobre el papel de la mujer.

Olga: Es que tú ves ahora películas del año 2000, y no sé si os pasa, pero de repente ves las cosas y dices: “¡Gualá! Esto yo lo compraba hace 20 años y ahora no lo veo así”. Hemos cambiado mucho estos años, por suerte, y el viaje es bueno para todos.

Escribe Luis Tormo