«Me gusta rodar la película para la cámara»
El director valenciano Vicente Villanueva (El juego de las llaves, Sevillanas de Brooklyn, Toc Toc) adapta a la pantalla cinematográfica La ternura, el texto teatral de Alfredo Sanzol que se ha convertido en uno de los fenómenos teatrales de los últimos años. La película está protagonizada por Emma Suárez, Gonzalo de Castro, Alexandra Jiménez, Fernando Guallar, Anna Moliner y Carlos Cuevas.
Fiel al texto teatral, la historia se centra en la Reina Esmeralda (Emma Suárez), una mujer que odia a los hombres porque siempre han condicionado su vida y le han quitado la libertad, así que no está dispuesta a que sus hijas tengan el mismo destino que ella. Cuando la Flota pasa cerca de una isla que la Reina cree desierta invoca una tempestad que hunde el barco en el que viajan. Su plan es quedarse a vivir en esa isla con sus hijas para no volver a ver un hombre en su vida.
El problema es que eligen una isla en la que desde hace veinte años viven un leñador (Gonzalo de Castro) y sus dos hijos, que huyeron allí para no volver a ver una mujer en su vida. En cuanto la Reina y las dos princesas descubren que no están solas, temiendo por su vida, se visten de hombres para protegerse.
Dentro de la iniciativa de Los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis, hemos conversado con el director Vicente Villanueva y con dos de sus protagonistas, Emma Suarez y Gonzalo de Castro, sobre su participación en La Ternura.
¿Por qué la elección de esta obra de teatro de Alfredo Sanzol para realizar la adaptación cinematográfica?
Vicente Villanueva: Estuvimos valorando varias pero para mí esta era la más interesante porque podía ser una película de aventuras, una película romántica, una película de vodevil, una película de cartoon, es decir, que englobaba muchos géneros para hacer una película peculiar y muy entretenida.
Adaptar La ternura tiene la ventaja de que es una obra de teatro muy conocida y multipremiada, pero también es un riesgo por la diferencia entre el teatro y el lenguaje del cine. ¿Cómo afrontas este reto porque la película finalmente es muy visual, muy cinematográfica?
Vicente: Eso es bonito porque quien no ha visto la obra, la película respeta al máximo la obra y cuenta la historia de la obra, pero es verdad que funciona como película independiente. Lo que no quería es caer en una especie de academicismo, sabiendo que el texto es tan bonito y simplemente que teniendo a los actores estáticos ya basta en eso. No. Quería hacer una especie de montaña rusa donde hubiera mucha acción y mucho movimiento, que hubiera muchas dobles intenciones, muchos espacios; estar continuamente moviendo la historia para que entraras y te llevara hasta el final, que no por el hecho de pensar que es una adaptación de teatro pareciera que es un material denso; todo lo contrario.
¿Te constó encontrar esa forma visual para llevar la película al terreno cinematográfico?
Vicente: No, porque soy muy visual. La puesta en escena la preparo a priori cuando está el espacio. La preparación no me ha costado porque ese es mi trabajo, para mí dirigir es fácil; lo complicado ha sido las circunstancias que nos llevaron a rodar, en tan poco tiempo, todo esto. Rodar la película ha sido fácil, ahora, todo lo demás que implicaba (aviones, viajes, equipos de distintos países), eso fue lo más complicado.
¿Y cuál fue vuestra primera impresión cuando os llegó el proyecto para participar en La ternura?
Emma Suárez: A mí me pareció un proyecto muy atractivo, muy provocador, que me sedujo mucho. Me fascinó porque el personaje era fabuloso, y muy diferente de lo que había hecho últimamente. Me daba la oportunidad de interpretar, de jugar, era una oportunidad única que no se iba a repetir y no me lo quería perder.
Gonzalo de Castro: A mí me pasó igual. Vi la función y tenía un gratísimo recuerdo de la puesta en escena y cuando me llamó Vicente no tuve la menor duda. No sabía lo que iba a leer y lo que iban a ofrecerme porque cuando me dijeron de hacer La ternura en cine dije: «Que privilegio que me hayáis elegido a mí para hacer el Leñador Marrón». Un reto por ese lenguaje tan hermoso, tan florido, tan complicado; pero a pesar del reto sabes que es un barca que va a pasar y si no te subes te lo vas a perder. Fue un regalo para mí, y luego, la suerte de que estaba Emma.
Y para los actores, ¿cómo es el trasvase entre el original teatral y el cine?
Emma: En realidad la forma en que hemos preparado esta película ha sido muy teatral. El proceso de ensayos, el proceso de memorizar el texto, ha sido como lo hubiéramos hecho en teatro.
La película abarca un sinfín de temas como el amor romántico, la relación paterno filial, los prejuicios, la identidad de género, etc. ¿Cuál es el tema principal que se destaca en ella?
Vicente: Creo que lo destacable de esta historia es ese tema freudiano de matar a los padres. Esos padres empeñados en educar a los hijos bajo su experiencia y que terminan llenándolos de prejuicios sobre lo que son las cosas, les llenan las cabezas de pájaros y luego llega la adolescencia y los hijos tienen que volar y tener sus propias experiencias, se tienen que equivocar, tienen que vivir su experiencia. No lo que hacen estos padres que, para proteger a sus hijos, se los llevan a una isla desierta para que vivan felices en una ilusión, es la sobreprotección de los padres lo que hace que todo se deforme. Posiblemente en una segunda parte los hijos se harán mayores, se harán conservadores, tendrán hijos y todo se volverá a repetir; generación tras generación, son unos patrones que se repiten.
Emma: Para mí, es que uno no se puede esconder del amor, el ser humano es vulnerable a la ternura, al amor. Es inevitable.
Gonzalo: Sí, la libertad de amar y la necesidad de ser amado. Y que los prejuicios no eviten que tengas la posibilidad de amar a alguien.
¿Ha sido difícil levantar un proyecto de estas características?
Vicente: Para el productor. Hemos estado cinco años para sacar esto adelante. Al final, gracias a la coproducción con República Dominicana se pudo financiar. La República Dominicana era perfecto para el espacio que buscábamos, que era una isla. Rodamos en Canarias lo que es la cabaña y el viaje al volcán; en la República Dominicana rodamos la playa; y luego en Madrid rodamos la cueva y el camarote.
Revisando tu filmografía siempre tienes el protagonismo repartido entre un reparto amplio. ¿Es algo premeditado?
Vicente: Sí, me tocan películas corales. No es algo buscado. Pienso que el día que tenga que rodar una película con dos protagonistas me va a saber a poco porque es bonito, y complicado, rodar escenas con muchos personajes. Pero es un reto que me encanta, al final rodar películas sencillas te aburre. Y sí, es verdad que he hecho películas corales.
Es un casting muy adecuado y muy equilibrado combinando ese reparto coral. ¿Cómo fue este proceso?
Vicente: Fue una labor de todos. Fuimos elaborando el casting poco a poco. Yo tenía muy claro a Alexandra Jiménez porque he trabajado mucho con ella y para mí es la mejor actriz. Y luego fue surgiendo el resto de actores y actrices. Carlos y Ana [Carlos Cuevas y Anna Moliner] les hice una prueba juntos y enseguida vi la química que había entre ellos, y luego, Gonzalo y Emma se vio desde el principio que tenían que ser ellos; y con Fernando Guallar, ya había trabajado también con él.
A mí me gusta trabajar con los actores, ensayamos mucho para que luego, cuando estuviéramos rodando, fuera lo que ya habíamos hablado. Ese es el trabajo, tener muy claro lo que tienes y transmitirlo. Es como un trabajo que yo llamo de afinación, tengo un tono claro, es como si yo estuviera con una nota, como si estuviera con el piano, y les digo es esto o no es esto. Lo bonito de ver esta película es que todos están en la misma tesitura, no hay nadie que «cante».
Un reparto coral en el que todos tienen su peso.
Gonzalo: Ya estaba en la dramaturgia de Sanzol repartiendo la balanza y el peso en todos los personajes y la película tenía que ser igual; también habla de la generosidad del director y la generosidad de darnos a cada uno nuestro lugar y es verdad que estaba muy equilibrado y es muy de agradecer.
Emma: Es una película en la que estás dependiendo, y siempre es así en todas las películas pero en esta más, de tu compañero. Tu trabajo funciona en la medida en que funciona el de tu compañero.
Y para los actores entendemos que también es una película que os permite adoptar diferentes registros encarnando a los personajes.
Emma: Sí porque es una película inclasificable donde hay aventuras, hay romanticismo, hay enredo, hay comedia, hay drama. Vicente se ha encargado también de que todo lo que les pasa a los personajes sea orgánico y que pase por dentro; era muy tentador irse a lo histriónico, pasarse, romper moldes, pero había que limar el tono, ser equilibrados.
Gonzalo: Y había que poner en boca esas palabras, darle vida, un texto que se tiene que respirar, donde hay que servirlo y se tiene que entender. Tienes que tratar a la cámara como si fuera un espectador más, son palabras muy bonitas que tienen que ser trabajadas, preñadas de significado. Es una película y un texto que para mí es muy enriquecedor, es un placer decirlas, es como estar en un teatro diciendo el texto de Valle-Inclán.
Emma: Sí. El verso te lleva, el lenguaje te da el ritmo interno del personaje, eso sucede con el verso. Es ritmo, un tempo percutante, y hemos trabajado como una orquesta. Todo un trabajo complementario donde las escenas se creaban entre todos. Vicente en ese sentido llevaba la película muy preparada con referentes, con imágenes.
Y vuestros personajes, que son los más áridos, los más conservadores, asumen que tienen que soltar lastre como decía Vicente.
Emma: Es que la Reina reacciona así por esa necesidad de haber sido amada, que se ha sentido desplazada, marginada, ignorada, eso es lo que la ha convertido en esa mujer tratando de proteger a sus hijas.
Gonzalo: Y también hay un mensaje que es: con la ternura, la vida es mejor.
¿El montaje fue laborioso o ya estaba casi predeterminado?
Vicente: Estaba bastante claro. Si te das cuenta, la película está rodada de una manera para ser montada de una determinada manera. No está rodada desde todos los sitios para luego elegir. A mí me gusta rodar la película para la cámara, no me gusta que la cámara ruede lo que pasa; no sé si me explico, hay muchas veces que la cámara rueda lo que pasa pero a mí me gusta rodar de una forma un poco más clásica, hacerlo todo para la cámara; es más técnico, pero luego se trata de que parezca orgánico y no lo veas.
Sí, que la cámara tiene el protagonismo y que ya estás «montando» con la cámara.
Vicente: Exacto. Realmente la montamos muy rápida. Acabamos de rodar el 11 de noviembre y en Navidad ya la teníamos prácticamente montada. El montador iba premontando su montaje conforme le llegaba el material y luego cuando yo me incorporé era afinar un poco. La montamos muy rápido, lo que ha sido difícil es toda la postproducción.
¿Cómo has trabajado con los efectos especiales?
Vicente. Es la empresa Contrasentido. Ya ha había trabajado con ellos en un par de series y me encanta que todo el mundo piense que están bien los efectos, se lo ha currado y estoy muy contento.
Tienen su practicidad y no adquieren protagonismo.
Vicente: Es lo que queríamos. No es Piratas del Caribe. Hacemos concesiones pero lo importante es el rollo shakespeariano.
Ahora que lo nombras, la película me ha recordado gratamente a Shakespeare in love.
Vicente: Claro. Nuestros referentes eran La princesa prometida, Shakespeare in love, el musical Into the Woods, todas las de Kenneth Branagh… Teníamos nuestros referentes, de muchos sitios, para pillar el tono de muchas escenas.
Escribe Luis Tormo