Si por algo se caracteriza el filme escrito, dirigido y protagonizado por Orson Welles es por lo bien definidos que están los roles que en él aparecen, desde los protagonistas hasta los secundarios, todos ellos están construidos paso a paso como si de un manual de buen cine se tratara. El ilustre director estadounidense consigue unos personajes superlativos en todos los sentidos.
Welles explica al espectador cómo es cada uno de ellos del mejor modo posible, mientras avanza la trama. La película no da tregua.
Mientras otras se detienen en desmenuzar cada escena hasta el más ínfimo detalle, arrebatando cualquier elemento de interés que posean los personajes debido a las extremas explicaciones o a la falta de profundidad que se les concede, el director de Sed de mal nos sumerge en un complejo universo del que no se da una visión sesgada de lo que allí acaece sino que se ofrece información que ha de ser ordenada y a la que hay que dar forma para sacar conclusiones, conclusiones que no están cerradas. A pesar de no detenerse a repasar cada una de las vidas que aparecen nos deja detalles exquisitos a la hora de interpretar a cada personaje y sus actos.
El guión incita al pensamiento crítico por parte del espectador, no se limita a marcar el camino a seguir sino que abre infinitas vías. Esta es una tarea que se realiza a la perfección en la cinta pero que se encuentra con facilidad en el mundo cinematográfico. Mientras que expresar una opinión o contar una historia es, en ocasiones, muy fácil, lo que aquí se hace rezuma complejidad por los cuatro costados. Más allá de limitarse a exponer un pensamiento, se formulan millones de sensaciones, emociones e historias.
Roles interiorizados
Los protagonistas presentan una reciedumbre poco frecuente que permite un análisis profundo, no encontramos en ellos actos incoherentes con los argumentos presentados en la película, conformando así un guión casi perfecto. La única crítica que podría surgir es que poseen un carácter aparentemente estereotipado, pero dicho carácter no es óbice para que no muestren a su vez unos interesantes recovecos que los arman de profundidad.
Encabezados por el arquetípico detective que cuenta con una larga trayectoria pero que realiza actos de corrupción creyendo que siempre estará al amparo de ley (Welles), el reparto cuenta además con el policía honesto con algún pero,
Ellos son los que llevan el peso de Sed de mal, aunque dicha responsabilidad recaiga principalmente en Welles y Heston, cuyos personajes conforman el sol alrededor del que giran los demás planetas.
El primero se guía por un desmedido sentimiento de odio hacia el segundo, el cual representa todo lo que él quiso y pudo ser una vez, por ello intentará arrebatar su felicidad a cualquier precio. En vez de elegir rehacer su vida y mirar hacia el futuro, prefiere regocijarse en lo que pudo ser y no fue, deviniendo esto en su miseria. La ardua batalla que emprende para dilapidar a su rival salpicará a todos aquellos que los rodean, en el caso de Heston la principal afectada será su mujer —interpretada por Janet Leigh—, artefacto utilizado por Welles en contra de Heston.
Por parte del detective protagonista, el mayor implicado será uno de sus más fieles súbditos —Calleia— que habrá de poner en un lado de la balanza su lealtad y en el otro la ley que juró obedecer y hacer cumplir.
Los resultados que derivan de sus interacciones poseen un tremendo interés y obedecen a una relación de poder que se genera a partir de la relación con cargos de autoridad como policía, doctores, etc. Es decir, cuando entra en la ecuación un sujeto que posee una mayor soberanía que otro, pudiendo ejercer algún tipo de influencia obligatoria sobre él, marcada
A lo largo de la historia se han llevado a cabo varios experimentos sobre la asunción de roles o aceptación de la autoridad entre otros temas relacionados. Algunos de estos ensayos se llevaron a cabo no sin controversia debido a sus extremos métodos que permitieron extraer jugosos resultados.
En cuanto a cómo el ser humano hace suyas las conductas propias de un rol en con que se identifica, encontramos el experimento realizado por Zimbardo en la cárcel de Stanford. En él una serie de sujetos se trasladaron a una cárcel en la cual unos asumían en papel de reo y otros el de carcelero. Los resultados denotaron cómo los sujetos a los que se los otorgaba autoridad (policías) acababan por abusar de ella, mientras que los demás asumían su carácter de presos hasta sus últimas consecuencias, llegándose a producir algún motín debido al empleo de duras medidas por parte de los falsos carceleros.
Hank Quinlan es un ejemplo de exceso de poder mediante de asunción de un rol que cree que le corresponde. Debido a su antigüedad y cargo, Quinlan deja a un lado la ley para defender la suya propia manipulando pruebas e incriminando a aquellos que él considera culpables mediante diferentes argucias, no teniendo porqué ser estos los que han llevado a cabo el crimen. Esto es posible debido a la posición de poder que ostenta, el resto de detectives —como es el caso de Pete Menzies— confía en él ciegamente dado que es su superior y gracias a él ha aprendido a desarrollar su profesión. Es una persona ajena a ese rol tan poderoso, Mike Vargas, que se siente en la misma posición que él, el que puede ver claramente los oscuros objetivos de Quinlan y adivina que sus actos carecen de la honestidad que el promulga.
Otro experimento cuya materia se relaciona con el filme es el de electroshocks realizado por Milgram. En él unos sujetos seleccionados al azar han de decidir si propinan, o no, descargas eléctricas a otros, mediante las órdenes de personas a las que se presenta como expertos (vestidos como tales). Dichas descargas eran falsas y los sujetos sometidos a ellas actores, ya que en algunos casos los sujetos mostraban tanta sumisión a la autoridad que llegaban a proporcionar descargas mortales bajo el mandado de los supuestos expertos.
En la película esto queda reflejado en la figura de Menzies, el cual sigue ciegamente las instrucciones de Quinlan, sin cuestionarse sus motivos o si lo que está haciendo se corresponde con la ley, simplemente obedece a un sujeto que le merece respeto y autoridad.
La importancia del contexto
Cada uno de los protagonistas es presa de unas personalidades claramente marcadas que se verán afectadas por las situaciones que acaecen. Es cuando sus vidas sufren un hecho sorpresivo, cuando cambian su modo de hacer.
En los experimentos previamente mencionados las variables son controladas para que no se produzcan alteraciones debido a factores externos. Se tiene sumo cuidado, por ejemplo, preparando cómo lucirán los sujetos que han de provocar respeto y el ambiente de la cárcel era tan real que llegó a provocar problemas realmente graves a alguno de los participantes como ataques de ansiedad.
En Sed de mal las personalidades se ven influenciadas y maleadas por el contexto en el que se mueven. En un principio Quinlan tiene todo bajo su control dado que domina el territorio, a los delincuentes de la zona (los Grandi) y a sus compañeros en la comisaría, quienes lo valoran sobremanera. Es cuando un elemento externo y no controlable entra
La llegada de Vargas provoca que el mundo que Quinlan tenía perfectamente atado deje de existir como tal, desequilibrando su modo de actuar y el de los que le rodean.
Escribe