Las mujeres y el deporte en el cine

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Una mala combinación de factores 

six_girls_in_bote-2Cine, deporte y mujeres son tres palabras difíciles de conciliar en una misma frase. En parte porque es se trata de una conjunción temática que quizás tiene poco appeal para el público, en parte porque hay una escasez de filmes dedicados a esta comunión de estadios. Si ahora el lector se para a pensar en cuántas cintas puede recordar que incluyan mujeres dedicadas a cualquier disciplina deportiva, quizás pueda reverberar unas cinco… y eso siendo optimistas y es que no existe una tradición cinematográfica que se haya dedicado a exprimir este macrotema, sino que lo que podemos encontrar son casos aislados que lo hayan tratado.

Lo que aquí vamos a ver es una especie de línea temático-temporal muy breve que define algunas de las cintas que se han detectado como susceptibles de ser incluidas en esta leve aproximación. Sólo hemos incluido películas en las que la chica o chicas que practican el deporte sean protagonistas (aunque estén supeditadas a un nombre masculino) y la práctica de dicho deporte sea un componente desarrollado argumentalmente, por lo que esta especie de experimento se reduce a solamente un puñado de filmes.

Uno de los primeros casos que este humilde escriba ha encontrado en la historia del cine se remonta, nada más y nada menos, que a 1934, en la cinta Eight girls in a boat (Erich Waschneck). Por supuesto, estamos hablando de una de esas rarezas que nadie ha visto y que mucho menos recuerda.

En ésta, un equipo femenino de remo es el centro de atención argumental y dentro de éste, concretamente, está Christa, una joven muchacha que se queda embarazada de un novio que decide ignorar el feliz acontecimiento por orden paterna. La chica se verá ayudada por todo su equipo deportivo para criar a su bienvenida criatura.

Este ejemplo puede parecer un poco soso, y hasta cursi. Y lo es. Pero no dista tanto de los retratos femenino-deportivos que hemos podido atender en el resto de la historia del cine. Es como si en todas ellas se pretendiera decir que la mujer aspira a que la tomen en serio como si fuera un hombre y que, si no es el caso, siempre queda el consuelo de otras féminas que se encuentran en situaciones similares.

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Claro, en este caso hablamos de los años treinta y la idea de que la mujer debía poder cumplir sus aspiraciones con independencia del género aún no existía como tal aunque algo de eso ya estaba tras la apariencia de película inocente de chicas que deciden aunar fuerzas para asumir los roles materno y paterno que supuestamente todo ser recién nacido debe tener.

Aquí, si siguiéramos por esta línea, entraríamos en un encendido debate sobre qué papeles puede tener la mujer y si puede aunarlos todos en ausencia de un hombre a su lado; aunque de igual modo, también podemos pensar que un hombre necesita de una mujer para su desarrollo integral, como mil y una veces se ha dicho.

Pero este no es nuestro objetivo sino seguir indagando en las producciones que reúnen esos dos factores tan complicados de asociar: mujeres y deporte en el cine.

El caso español

las-ibericas-fcVeamos el ejemplo patrio por excelencia. Hablamos de una cinta de 1971 que supondría el paradigma de filme de mujeres ejerciendo roles masculinos. Se trata de Las Ibéricas F.C. (Pedro Masó), otro documento prácticamente desconocido protagonizado por José Sacristán en el que se narran los avatares de un equipo de primera división.

Ciertamente, la película no era sino una especie de mal chiste sobre la mujer dentro del deporte, en este caso el fútbol, que sólo tenía un punto de interés verdadero: se insinuaba el tema del acoso sexual por parte del hombre hacia la mujer; o dicho de otro modo, lo que tiene que aguantar una mujer que se ha inmiscuido en un mundo de machos que teóricamente no le corresponde.

En este sentido, la película ofrece algunos de esos momentos extraños en los que los tocamientos entre bastidores —o entre vestuarios dado el caso— se consuman en la penumbra.

Y aquí se podría abrir otro encendido debate: ¿la mujer debe someterse al hombre para poder después superarle? O aún más: ¿el cine suele ignorar el punto de vista femenino en cuanto al deporte y otros temas socialmente aceptados como masculinos para siempre interpretarlos desde ópticas ajenas a la mujer en sí misma?

Dejemos estas preguntas pues abiertas a interpretación libre.

Y desde este punto, los años setenta ya nos acercamos a décadas más recientes. No porque el autor quiera ahorrarse párrafos sino porque no ha encontrado cintas más o menos significativas que aborden lo que aquí se pretende. Seguramente, podemos encontrar presencia femenina en el deporte en algunas cintas que toquen este mundo de forma tangencial (lo que no nos interesa demasiado pues no forman parte de nuestro universo de estudio) y alguna que otra cinta que lo aborde de manera directa (son muchos años los que nos estamos saltando) pero no han sido localizadas para este artículo.

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El síndrome telefílmico

Como decíamos, nos vamos directamente a una de las cintas que más o menos todos podemos recordar con discreta facilidad. Nos situamos ahora en 1992 en esta particular línea temporal junto con Madonna, Geena Davis, Rosie O’Donnell y Tom Hanks. ¿Se acuerdan ahora? Sí, era la famosa Ellas dan el golpe (A league of their own, Penny Marshall).

Por aquel entonces, Hanks era el buenazo de comedias irregulares que tanto gustaba al público, Davis estaba en la cresta de la ola, O’Donnell era aquella regordeta simpática que siempre tenía alguna buena salida y Madonna se encontraba en pleno auge después de su revolucionario Vogue y en época pre-Sex. Además, la artista compuso una balada para la cinta que copó todas las listas de éxitos.

Por si no la recuerdan, su trama proponía a dos hermanas granjeras que se unían al primer equipo profesional de béisbol americano. Por supuesto, era una historia amable de superación personal y colectiva en el que la mujer, otra vez, luchaba por hacerse un hueco en un cosmos dominado por el varón. La cinta podía haber marcado escuela pues funcionó bastante bien en taquilla y pasó como una especie de nueva moda (mujer y deportes), aunque resultara efímera finalmente.

En el fondo, era una especie de telefilme caro, más o menos bien realizado, con estrellas rutilantes del momento y un guión bastante flojo. Y aquí viene el quid de la cuestión: si lo pensamos bien, todos recordamos algún que otro fotograma de telefilmes de sobremesa que tienen a jovencitas adolescentes como protagonistas. Todas ellas tienen un afán de superación personal y deportivo y todas suelen ser gimnastas profesionales (de rítmica, casi siempre), nadadores y patinadoras, sobre todo, patinadoras. Y siempre, en estos casos, solemos atender ese afamado cartel de «Basado en hechos reales».

El efecto Disney

ice-princess-2Dentro de este subgénero, sí que encontramos ejemplos cinematográficos recientes reminiscentes del mundo Disney (o directamente producidos por la compañía) que tienen a una chica más o menos guapa, rubia y encantadora como epicentro de una odisea personal para lograr el oro. Incluso algunas de ellas con ciertas limitaciones físicas que hacen el periplo aún más meritorio. Es decir, son jóvenes, son deportistas y son discapacitadas, y encima se meten en algún concurso imposible que acaban ganando. ¿No les suena este argumento? Es básicamente éste planteamiento el que ha copado el cine de deporte y mujeres.

Podemos citar ejemplos como Ice princess (2005, Tim Fywell) o la reciente Soul surfer (2011, Sean McNamara), si pensamos en películas que han pasado por los circuitos comerciales. Algunas de ellas, en nuestro país, han ido directamente a los canales temáticos de la televisión digital o pasan por el cine de forma tímida, aunque la mayoría de éstas van directamente al catálogo de cualquier cajero dispensador de DVDs.

Otros ejemplos, además de los mencionados, son The cutting edge (Pasión cristal, 1992, Paul Michael Glaser) o She’s the man (Ella es el chico, 2006, Andy Fickman), cintas adolescentes en las que los pasillos de instituto y los romances equívocos aunque finalmente redimidos son protagonistas. En éstas, se da la coincidencia de que las féminas protagonistas, además de tener que solventar sus problemas hormonales, ocupan sus horas libres de clase en entrenarse fuertemente para conseguir sus metas en el terreno deportivo.

Así las cosas, podemos entender que el grosor de estos filmes que aquí estamos intentando contabilizar se centran en estas producciones muy para todos los públicos, o más bien para públicos objetivo de un determinado sector de edad joven. El subgénero de mujer y deporte en el cine ha acabado use ofreciendo mayoritariamente cintas plagadas de acné y correrías amorosas que siempre abogan por la superación de uno mismo, y más en etapa prepúber.

Pero hay más…

Million_Dollar_Baby-111Afortunadamente, tenemos alguna que otra cinta más que se han ganado el favor de la crítica, que no son insustanciales experiencias de voluntad de hierro de signo femenino y que han gozado de éxito en su paso por las salas.

La primera y más recordada seguramente sea Million Dollar Baby (2004, Clint Eastwood), con Hilary Swank. Difícilmente, nadie que la haya visto la puede haber olvidado. Aunque demasiado depresiva y afectada, esta joya dibujaba a una chica que lo daba literalmente todo por convertirse en boxeadora y lograr atravesar muchos límites sociales que le surgían en el entorno.

Una chica boxeadora también era la protagonista de la indie Girlfight (2000, Karyn Kusama) en la que conocimos a una poderosa Michelle Rodriguez. Encarnó a una adolescente tremendamente problemática que descubría el poder de la canalización de sus energías en el boxeo y decidía ir a por él pese al escepticismo de los suyos, de su padre concretamente.

También podemos mencionar otra cinta que se convirtió en toda una revelación, Quiero ser como Beckham (2002, Gurinder Chadha), se centraba en una muchacha india que, apasionada del jugador-modelo del titulo, tenía que lidiar con  miles de brechas culturales y sociales y que permitían al espectador un análisis al detalle de clichés, estereotipos, contrastes étnicos y roles adquiridos y preestablecidos que hicieran de esta cinta una pequeña y fresca maravilla.

Más desconocida aunque igual de interesante es Offside (Fuera de juego, 2006, Jafar Panahi) en la que se explicaba lo que le sucedía a una mujer iraní que quería ser una hincha del fútbol más. Según parece, hay muchas mujeres de Irán apasionadas por el deporte (el fútbol, concretamente) a las que se les tiene vetada la entrada a los estadios por considerar que es un espectáculo por y para hombres. O dicho en plata, las mujeres no deben ver a hombres en pantalones cortos correteando en un campo porque es una inmoralidad y una vergüenza.

Si bien estas cuatro cintas merecen mucho más que respeto, vienen todas ellas a decir lo mismo que los telefilmes baratos, las cintas antiquísimas y olvidadas que hemos mencionado más arriba o los documentos con disfraz de veristas. Es decir, la mujer lo tiene muy mal si quiere hacer algo que se presupone masculino y debe ganarse a pulso su derecho a ejercer una profesión de varones, aunque también cierto es que, según la mayoría de estas cintas, puede llegar a conseguirlo.

Lo que no queda tan claro es si este binomio deporte-mujeres en el cine podrá llegar alguna vez a una consolidación estable o siempre deberemos contentarnos con gotas de algunas cintas que caigan de tanto en tanto en nuestras manos.

Escribe Ferran Ramírez

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