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CARPENTER Y HITCHCOCK: MAESTROS DE LA NOCHE

Por Elisa Mª Martínez

John Carpenter ha sido capaz de convencernos, con su cine "en movimiento", que realmente el coco existeDesde el tiempo inmemorial, la noche, negra como el ala de un murciélago, nos atrae hacia su abismo de misterio. Quizás deseosos de un mayor conocimiento, buscamos en las profundidades de la oscuridad. Su manto aterciopelado y tejido minuciosamente por las arañas de las pesadillas, envuelve todos los secretos, todo lo que desconocemos. La noche, siempre tentadora, nos acaricia, prometiéndonos una sabiduría ilimitada. Hipnotizados por unos agridulces cánticos de silencio hiriente, nos dejamos hechizar y envolver... Además, no hay nada que temer, no estamos solos; nos acompaña nuestra propia sombra, es decir, nuestra emoción más básica: el miedo. 

Con complicidad nocturna y seguramente ayudadas por alguna divinidad, unas pícaras sombras chinescas escaparon de sus sábanas de lino y saltaron de una linterna mágica a otra hasta encontrar pantallas modernas en salas, tan sofisticadas como oscuras, desde donde ofrecer su espectáculo. Miraremos atónitos y sentiremos miedo, porque nos obligarán a recordar o imaginar representaciones de nuestros propios fantasmas.

El cine de Hitchcock está repleto de personajes normales que deben enfrentarse a la anormalidad. El destino se muestra cruelmente caprichoso, les lanza a situaciones desconocidas y caóticas y les impide seguir con una existencia tranquila, sin altibajos. Hay innumerables ejemplos en la filmografía hitchcockiana de un inocente perseguido hasta que se encuentra aislado de su medio cotidiano. Sin embargo, este desplazamiento hacia una situación irregular suele ocurrir poco a poco y frecuentemente la nueva existencia a la que se ven obligados los personajes no está exenta de humor. El director, con sonrisa socarrona y gesto de sorna, nos invita a ver a los protagonistas de sus historias como si de observar bichitos bajo el microscopio se tratara. Por extremas que parezcan las situaciones, Hitchcock nos va dando pequeñas golosinas, en la forma de un humor especial, negro, para ayudarnos digerir la ansiedad. Bueno, casi siempre, porque hay una película verdaderamente escalofriante y de manera explícita...

En Psicosis (1960), el contraste entre el blanco y negro resulta idóneo para evocar un ambiente siniestro en un relato que adapta ciertos elementos góticos a nuestra época contemporánea y propone un trayecto que desciende a un mundo infernal de tinieblas terroríficas. Nuestro acceso a una escena íntima que se desarrolla en la habitación de un hotel es furtivo. Atravesamos una ventana parcialmente cerrada; mediante el rectángulo negro de su abertura, dejamos la cegadora luz del día para acceder a un mundo de penumbra.

En una película en que predominan los interiores, espacios tenebrosos y claustrofóbicos, éstos se van haciendo progresivamente más sombríos y menos esperanzadores.

Durante la huída de la protagonista, viaje fatídico que la llevará al Bates Motel, Marion conduce mientras llueve torrencialmente. La tormenta es una metáfora de la confusión y del malestar que padece Marion. La intensa oscuridad de la noche y del temporal: un presagio del mal que se le avecina.

La escena del asesinato de Marion será un fuerte e inesperado contraste tonal. En vez de ocurrir en un lugar sombrío, el cuarto de baño resplandece desde la primera vez que aparece en el relato. Desde su interior irradia una blanca luz irreal y fantasmagórica, oponiéndose a la oscuridad esperada. Significará, no obstante, un lugar de pesadilla: su exagerada luminosidad llama la atención al acto tan terrible que ahí mismo ocurrirá.

Admirador de Hitchcock, Carpenter utiliza un criterio puramente emocional a la hora de escoger un guión y procura que la técnica potencie las emociones latentes en la historia. Fiel al concepto de que las películas –movies– deben moverse, se sirve de precisos movimientos o enfoques de cámara, de un montaje dinámico y, frecuentemente, de sus propias e inquietantes composiciones musicales para propulsar el relato. Con estos ingredientes nos ofrece un brebaje siniestro que nos ayudará a adentrarnos en una angustia extrema, porque Carpenter levanta su copa en un ambiente de nocturnidad total. Frente a la anormalidad contenida de Hitchcock, Carpenter arranca a sus personajes de la cotidianeidad para situarlos en un escenario de horror donde la soledad será una despiadada batuta fustigadora. Desprovistos de referencias de un mundo normal, los protagonistas se encuentran en una oscuridad infranqueable y su aislamiento alcanzará dimensiones cósmicas. Se trata de una verdadera metafísica del Mal.

Lo único que importa es la situación, el trasgo de Carpenter salta por encima de la lógica, de las inconsistencias de la trama y no permite que nada interfiera con el siguiente sobresalto causado por una garra que atraviesa la ventana: no es necesario que el coco tenga sentido, sólo tiene que dar miedo.

A diferencia de muchos de sus contemporáneos, Carpenter utiliza la violencia a modo de textura ara hacer avanzar la historia. De hecho, en Halloween (1978), apenas vemos una gota de sangre y el director deja claro que realmente no le va a pasar nada a la protagonista (el género le debe a su familia un favor después de haber permitido que su madre cayese al pantano de Psicosis). Sin embargo, una deslizante Steadicam inesperadamente convierte algunas elegantes escenas de seguimiento en planos subjetivos amenazadores, creando un ambiente escalofriante en consonancia con ese peculiar mundo tenebroso de fantasía poética, entre el cuento de hadas y la serie “B”.

Plissken "el serpiente", protagonista de "1997" y "2013", está condenado a luchar contrarreloj en un mundo sin luz ni esperanza, donde la noche es su única aliadaCon frecuencia, los personajes de Carpenter se encuentran entre los monstruos y los reaccionarios. En el comienzo de Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976), los policías, que no vemos, preparan sus armas antes de tenderles una emboscada a los delincuentes. La banda callejera montará una venganza que incluye disparar a una niña en un puesto de helados y sitiar la comisaría que iba a ser abandonada. La creciente tensión y la sensación de desespero irán en aumento a lo largo de una noche que será interminable.

Ese vacío que es la noche profundamente negra y amarga de Carpenter alcanzará una supremacía asfixiante y terrorífica en 1997, rescate en Nueva York (1981) y 2013, rescate en Los Ángeles (1996). El protagonista, con nombre de criatura maldita reptante (Snake) y rigurosamente vestido con atuendo de cuero negro,  deberá llevar a cabo una misión en un paisaje tan futurista como oscuro: una siniestra carrera contrarreloj en un mundo carente de luz y de esperanza, donde la muerte se convierte en invitada de honor mediante la inyección de una sustancia letal al protagonista, por si acaso consiguiera escapar de los numerosos tentáculos mortales que le acechan en su ventura.

Aún en nuestro tranquilo vecindario la noche nos puede atrapar y someternos a una eternidad de desesperación. Podemos intentar huir, gritando, pero de nada servirá, siempre nos alcanzará porque nuestra propia maldad nos traiciona constantemente. Nunca conseguiremos ver, saber, escapar... sólo oír los graznidos del cuervo de Poe... Nevermore...

 

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