Downton Abbey: El gran final (3)

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Gran dirección, guion y reparto

Haciendo un poco de historia, fue en 2010-2012 cuando se emitió Arriba y abajo, la secuela, serie estrenada en la TV británica que destacó por su importante labor artística en decorados y vestuario.

También por la gran facilidad de su creadora, Heidi Thomas, para relatar las opuestas existencias de más de veinte de personajes, a través de pequeños y conmovedores encuentros y desencuentros en los pasillos y salones de una aristocrática mansión británica.

En Downton Abbey (2019), de Michael Engler, nos situamos en 1927, cuando la familia Crawley y su servidumbre se preparan para el momento más crucial en sus vidas: una visita del rey y la reina de Inglaterra, lo cual desatará una situación de escándalo, romance e intriga que pondrá en riesgo el futuro de Downton Abbey.

En Downton Abbey: Una nueva era (2022), Simon Curtis encuadra la historia en 1928, cuando la guasona anciana Violet (Maggie Smith) hereda una villa en La Riviera francesa, de un viejo amigo. La familia Crawley ve la cosa sospechosa y deciden viajar hasta el lugar para conocer la casa y a la familia.

Mientras, los que se han quedado en la mansión deciden acoger el rodaje de una película muda, aunque el cine sonoro ya comienza a despuntar de manera definitiva para los productores, lo cual precipitará cambios importantes en un rodaje que atañe a la historia. Hablé de esta cinta en Encadenados.

La que ahora viene, también dirigida por Simon Curtis, transcurre en los años 30 del pasado siglo, tras el crack en los EE. UU., la ruina, también el empuje norteamericano, con un cambio importante de hábitos y costumbres tradicionales hacia otro más moderno, funcional y con recorte de gastos por parte de la familia.

La película sobre «el gran final»

Comienza la historia con un plano secuencia que ya en los primeros minutos presenta los cambios que se están produciendo en esa época. La cámara entra en un teatro donde se está representando Bitter Sweet, una opereta de Noël Coward (Arty Froushan), un artista un tanto rebelde, que junto al actor Guy Dexter(Dominic West), nos ofrecen aire fresco frente a tanta costumbre rancia.

Esta cinta parece marcar el final de la historia de la familia Crawley a lo largo de varios años: primero, como una serie dramática de televisión; y luego, como películas importantes. Esta es la tercera y aunque muchos suponen que será la última, me aventuro a dudarlo.

El guionista y productor es Julian Fellowes, que ha ido creando un grupo de personajes tan célebres que no es fácil decirles adiós. Este ingenioso y supuesto final cuenta con un enorme elenco que quiere pone un punto en este crepúsculo.

La gran actriz Maggie Smith, como la única Violet, parece que se echa en falta, pero en realidad no es para tanto, pues se la menciona a menudo en el metraje, incluso está presente su enorme retrato en un salón principal de la casa y hay una emocionante dedicatoria para ella al final.

Trata la cinta sobre un cambio de guardia en Downton Abbey. Una nueva era comienza en la mansión, mientras todos celebran el verano de 1930 con el baile anual de Peterfield.

Una nueva era comienza en la mansión, mientras todos celebran el verano de 1930 con el baile anual de Peterfiel

Lo que ocurre es que el acontecimiento se ve salpicado por el escándalo del divorcio de Lady Mary (Michelle Dockery), que, al regresar a Downton, se encuentra con que algunos personajes de la aristocracia la rechazan, pues el divorcio entre esa clase británica es algo prohibido y muy mal visto.

Es también el último verano para el Sr. Carson (Jim Carter), quien se jubila como mayordomo. Será reemplazado por el joven Andy (Michael Fox). A ello se suma la inminente jubilación de la adorable Sra. Patmore (Lesley Nicol), la cocinera.

Son tiempos agridulces para Lord Grantham, también conocido como Robert (Hugh Bonneville) y Cora (Elizabeth McGovern), mientras cavilan sobre la posibilidad de ceder el liderazgo de Downton Abbey a Mary, aunque todo hace pensar que no es el momento ideal.

Un elenco sensacional, aunque en esta entrega es Mary quien domina y se las arregla para estar en el ojo del huracán, por lo que también hace gala de audacia e inteligencia. Bonneville conserva su dignidad, a pesar de los cambios que acaecen a su alrededor y al lado, la siempre atenta Cora.

Un elenco sensacional, aunque en esta entrega es Mary quien domina y se las arregla para estar en el ojo del huracán

Dos personajes entrañables y queridos como Carter y Nicol reciben despedidas cordiales y los tratan con gracia y agradecimiento. Es divertido ver a Paul Giamatti, cuyo personaje Harold Levinson estuvo en la serie de televisión más de diez años atrás, y que es el hermano de Cora Grantha, la señora del castillo; viene acompañado del elegante y sexy Guss Sambrook, recién llegado de América, interpretado con encanto por Alessandro Nivola, que encarna a un seductor y vividor intruso que puede no ser quien dice ser: ojo. Y hay ruina.

Las finanzas también son inestables en la historia pues el dinero dejado por la condesa viuda se ha despilfarrado. ¿Cómo? La sugerencia de que tal vez necesiten vender su propiedad londinense de Grantham House es recibida con un inusual estallido de ira por parte de Robert, quien la descarta con una fuerza feroz.

Ese descubrimiento se debe al regreso de Tom, de nuevo muy bien interpretado por Allen Leech, quien está en connivencia con la enérgica Edith (Laura Carmichael) para llegar a la verdad, aunque solo sea por el bien del imperio familiar.

Otros incluyen a Lady Merton, alias Isabel (la maravillosa Penélope Wilton), que tendrá un nuevo poder al frente de la feria anual del condado, para gran disgusto del hombre que se cree al mando, Sir Hector Moreland (Simon Russell Beale).

Estamos tal vez ante la mejor película sobre Downton Abbey: es entretenida, emocionante, bien llevada, maravillosos todos los personajes

Y llega a Downton Noel Coward (Arty Froushan), quien asiste a una cena y actúa una noche en la que los problemas se olvidan. También conocemos la buena nueva del embarazo de Anna Bates, interpretada de nuevo por Joanne Froggatt, segundo hijo con el Sr. Bates (Brendan Coyle).

Hay también un entrañable capítulo con el lacayo Sr. Moseley (Kevin Doyle), que se dedica a escribir guiones de cine, con una segunda película mientras hace una carrera fuera del servicio en Downton. Dice con entusiasmo: «¡Ya sabes que las verdaderas estrellas son los guionistas!», con un guiño de Fellowes, quien parece querer subrayar su propia contribución a la franquicia.

Hay tantos personajes, tantas historias entrelazadas, que hay que admitir que el director Simon Curtis tiene el enorme mérito de mantenerlo todo bien organizado y entrelazado, con mucha naturalidad, en esta palpitante despedida, sin que parezca rápida ni excesiva o colmada en exceso (para complacer a los fans).

Es una tarea difícil la de Curtis, que mantiene el pulso firme, con la guía del libreto de Julian Fellowes, escritor ya conocido como guionista de Gosford Park, 2001, de Robert Altman, que hace una estupenda exhibición imaginando este final de ricos aristócratas británicos paseando sus privilegios por las decenas de habitaciones y salones de su casa solariega, un castillo en toda regla.

Estamos tal vez ante la mejor película sobre Downton Abbey: es entretenida, emocionante, bien llevada, maravillosos todos los personajes, los principales y los secundarios, cálida, pizca de romance, acertada fotografía de Ben Smithard y apropiada también la música de John Lunn. A lo cual añado que me parece un digno «cierre», al gusto de los seguidores de esta secuela.

Escribe Enrique Fernández Lópiz | Fotos Universal Spain