Curiosa cinta candorosa de ciencia ficción
Esta obra nos sitúa a finales de los años 80 en A Coruña. Dos hermanos, Óscar y Teo, viven con su abuela tras haber desaparecido su madre, una científica especializada en agujeros de gusano. Ambos son muy distintos entre sí y viven en un modesto piso de barrio.
Teo es aficionado al fútbol, además de travieso, juguetón y sociable. Óscar es un sabelotodo tímido, que prefiere pasar los días estudiando en casa nada menos que la teoría de la relatividad. Cada cual bandea como puede la marcha de la madre. Pero el tiempo está a punto de cambiarlo todo.
La película cuenta la relación de dos hermanos, probablemente una de las más especiales que existen, y también sobre lo difícil que puede llegar a ser entender y comunicarnos con las personas que más queremos.
En la vida pasan cosas malas y pasarán a pesar de todo y el niño que protagoniza la película, que después se convierte en Tamar Novas, es un niño que quiere cambiar las cosas y viajar hacia atrás en el tiempo para recuperar a su madre. El mensaje de la película es: «no puede ser, tienes que aprender a vivir con la falta de tu madre».
Y dice Olga Osorio (la directora): «En este sentido el personaje de Marta Nieto es el que representa la inteligencia emocional en la película, los dos chicos están en los dos polos opuestos y el personaje femenino es el que está más centrado, el que entiende que la vida no se mide, no se vive hacia atrás, hay seguir hacia adelante».
Para este largometraje, ópera prima, su directora Olga Osorio adapta su premiado cortometraje Einstein-Rosen, de 2016. En esta cinta se mantiene el alma del corto de drama y comedia (dramedia) de ciencia ficción, con viajes en el tiempo.
En la película viajamos primero a 1989, donde una pareja de hermanos debe asumir la desaparición de su madre; y luego a 2022, a donde llega uno de ellos buscándola para encontrarse con su hermano, convertido ahora en científico taciturno fruto del abandono.
Una buddy movie (amistad entre varones) protagonizada por dos hermanos muy diferentes entre sí, «por no decir opuestos, en una historia que salta de los años 80 a la actualidad», afirma Olga. Pretende ser un filme «emotivo y con buenas vibraciones, de esos que te emocionan, pero de los cuales sales con una sonrisa y la idea de que la vida, después de todo, no es tan mala».
Es una película, como otras españolas, pensada para acercarse a un público familiar, pero está fuera de los esquemas propios de películas como las televisivas o los éxitos cómicos de Santiago Segura y derivados. En principio se iba a titular Un pasado por delante y quedó ¡Salta!, quizá para hacerla más llamativa a padres e hijos.
La Osorio, con guion propio junto a Araceli Gonda, viene a evidenciar que se puede hacer una cinta asequible, amable, simpática y tierna, sin necesidad de acudir a fórmulas manidas. Para la directora, el núcleo de la historia que cuenta se sostiene dentro de una trama de saltos en el tiempo, que, sin sofisticaciones ni complejidad, posee, empero, los suficientes alicientes y novedades para mantener la atención y que se siga con interés.
Aunque no es muy común esto de los saltos en el tiempo en el cine español, Olga introduce el tema en la personalidad y la vida de sus dos personajes protagonistas. El viaje en el tiempo está vinculado con la propia historia familiar, no algo superior o fortuito.
Si bien las justificaciones y credibilidad no están bien sujetas ni cerradas en el guion, Osorio acierta a darle cierta complejidad, y detalles a la mecánica, factor básico para que el subgénero de viajes temporales resulte bien.
Para que haya chicha suficiente, la peli le da una mano de cientificidad al viaje en el tiempo, lo cual le otorga una tonalidad misteriosa y le permite tener ciertas reglas. Ello vinculado a los personajes, particularmente al de Tamar Novas, que demuestra que puede ser figura principal. Un hombre atrapado en su propio agujero de gusano.
Incluso tiene una cara ligera y cómica ese viaje temporal que funciona, porque se vincula al mundo infantil (el fútbol, los videojuegos, etc.) y al personaje de Mario Santos (el niño está sensacional), que posee un enorme atractivo en pantalla.
Lo que en conclusión cuenta es una sencilla historia de amor entre hermanos a través de las décadas, sin dejarse llevar por el drama familiar ni por la tendencia «fuerte» a la ciencia ficción.
Película que mantiene una difícil entente entre su simpatía, su accesibilidad y su emocionalidad, pero sin dulzor de plus ni ñoñería tonta. Los viajes en el tiempo tienen un sentido, no en el punto de acompasar el viaje de sus protagonistas, dos personas que se han querido en cualquier tiempo, pero que tienen que encontrarse en la misma línea para demostrárselo.
Ejemplo de un subgénero que suele funcionar y que supone algo novedoso y fresco, a la vez que está dirigido a todo tipo de públicos, pero sobre todo a las familias. Que puede gustar a mayores y niños. Aventura con pinceladas fantásticas y de cuento.
Queda un poco deficitaria en lo concerniente al guion, un libreto que resulta por momentos reiterativo y con falta de ritmo y densidad. Y aunque en general las interpretaciones son aceptables, son también irregulares. Actores y actrices como Tamar Novas, Marta Nieto, los niños (muy bien) Mario Santos y Rubén Fulgencio, Mabel Rivera, Irene Jiménez, Saúl Esgueva o Machi Salgado.
Sin que sea mal inicio en el cine, tampoco es una producción importante. A veces se estira la cosa más de la cuenta, normal cuando se adapta un cortometraje al formato largo. Esta es la impresión que puede dar esta cinta, a pesar de durar apenas 85 minutos.
Hay ciertas declaraciones que pueden ser de interés para los comentarios de esta cinta. La actriz Marta Nieto ha dicho que quería hacer una peli que pudiera ver con su hijo, y que le gustó cómo estaba escrita, que su papel es el de una mujer que está bien con quien es, a la que le gusta su vida, además de aportar luz a la historia.
El actor Tamar Novas está de acuerdo con Nieto y añade que a él le gusta hablar de su «hijo interior» (que es como la parte niña que cada uno lleva dentro), que es una obra como para amar el cine, algo equivalente al ET, el extraterrestre, de Spielberg, como obra fundacional. Además, añade, al tener tintes de comedia le gustaba aún más pues no tardó en entender lo que tenía que hacer.
La directora Olga Osorio asegura que es el tipo de película que ella disfrutaría como espectadora, pero «que además puedo compartir con mis hijos, y que por añadidura me permite al salir del cine establecer un diálogo con ellos sobre un montón de temas que a mí me parecen importantes, en particular la relación entre ellos dos».
Como conclusión, Olga afirma: «hice todo lo que sé hacer, si esto no funciona no sé hacerlo mejor, sé que he puesto toda mi alma». Pues hay que animarla, ¡pardiez!
En suma, filme que se reparte entre la ciencia ficción y las películas de animación que también son para adultos. Peli tierna, emocional, y a poco que se escarbe, con propuestas profundas.
Escribe Enrique Fernández Lópiz | Fotos A Contracorriente films