¿Lo pillas?

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La batalla del Hormiguero y la Resistencia

Muchos años han tenido que pasar para encontrar un mes de septiembre tan intenso como este. Al menos por lo que se refiere al territorio televisivo. Se han introducido cambios relevantes en la rejilla diaria e incluso removido los sillones (María Casado a los informativos de Tele 5, continúa el desacuerdo en torno al sillón presidencial del Consejo de administración de RTVE, la experimentada periodista Rosa María Molló ocupa la silla de defensora de la audiencia en RTVE y El diario de Jorge (Tele 5) ¡sigue!

Pese a lo reciente vale recordar que septiembre comienza con el festival de Vitoria, el Fes-TVal. Convocatoria centrada en las novedades en la producción televisiva, como lo son, salvadas las distancias, los Emmy en EE. UU. El evento de Vitoria-Gasteiz se aprovecha para presentar las iniciativas de última hora y a sus protagonistas que disponen de alfombra roja para lucir palmito. Por si alguien no se hubiera enterado, se aprovecha el escaparate del festival para machacarnos con el «estreno» estrella de la temporada. ¿Cuánto habrá costado el tiempo de televisión dedicado a la autopromoción?

El mes finaliza con un festival de cine de primer nivel como es el de San Sebastián-Donostia. Evento en el que las televisiones se nutren de contenido, tanto de promoción de películas y teleseries como de casquería para la crónica rosa. Es la ocasión propicia para anunciar la nueva temporada de algún talent show o el estreno de una serie de ficción, por ejemplo, Las abogadas (TVE).

Pero también se aprovecha la presencia en el festival de los equipos artísticos de las distintas producciones para hacerles entrevistas con las que animar programas de entretenimiento.  ¿Esto quiere decir que a partir de septiembre la programación de TV será deslumbrante o como la de siempre?

La fanfarria televisiva, antes y durante el mes de septiembre, se ha concentrado en colocar como principal preocupación de las audiencias la presunta rivalidad entre El hormiguero (Ante 3) y La revuelta (La 1). El primero liderado por el experimentado Pablo Motos y el segundo por el agitador David Broncano, que recrea en la televisión pública lo que venía haciendo desde hace 5 años en La resistencia (Movistar +).

Cuando se dio a conocer que firmaba contrato con RTVE, se levantó mucho revuelo, tanto por la oportunidad del fichaje como por la dimensión económica del contrato. Desde entonces el debate está en todos los medios —incluso con editoriales— y se alimenta a diario polemizando sobre qué programa tuvo más audiencia la noche anterior o qué invitado concitó a más telespectadores. Hasta el punto de que en la radio, en las tertulias o entre colegas la pregunta más frecuente es: ¿qué os gusta más, El hormiguero o La revuelta?

Ante esta disyuntiva el filósofo Fernando Savater dio una respuesta a su estilo: «Los dos programas son muy buenos, siempre y cuando no me los hagan ver». Las crónicas, según la línea editorial del medio, así se inclinan por uno u otro. Pero es que esa división de opiniones reproduce y traslada a la programación y a las audiencias televisivas, la crispación social de nuestro día a día. Controversia que se alimenta a través de las redes sociales, sin recatos morales, ideológicos ni respeto las instituciones, incluidas las televisiones. Solo hay que recordar que la víctima de la disputa fue el tercero en discordia: Babylon show (Tele 5), presentado por Carlos Latre.

Durante estas semanas se ha hecho un poco más cruenta la batalla por las audiencias, hasta el punto de poner en solfa la credibilidad de los estudios convencionales del seguimiento de la televisión, datos facilitados por empresas como Barlovento Comunicación. Se ponen en tela de juicio los criterios con los que se establece la «franja de competencia» para determinar qué programa de los dos en litigio ha ganado, qué horario ocupa el prime time o si la televisión tiene ahora más telespectadores que antes.

La competencia entre los dos espacios aludidos es tal que se contraprograman, por ejemplo, uno toca el bombo como antaño se hacía en Carta blanca de la extinta Canal Nou, mientras que el otro invita a personajes con tanto tirón entre la parroquia como Antonio Banderas, Johnny Deep o Laura Pausini, uno hace la entradilla con una coreografía y el otro gritando el nombre del presentador sin corte promocional. En cualquier caso, recursos con los que reclamar la atención de los espectadores.

Más allá de estas estrategias y de la escasa creatividad, se reactivaron varias reposiciones. Especialmente llamativa es la vuelta a la programación del espacio de actualidad 59 Segundos (La 1 de RTVE), producido por Globomedia y presentado por Gemma Nierga, volviendo así a un programa de cobertura estatal. En la promoción se dice que se invitará al programa a especialistas sobre «temas clave para los ciudadanos».

En septiembre, principal preocupación de las audiencias la presunta rivalidad entre El hormiguero (Ante 3) y La revuelta (La 1).

Con el propósito de analizar estas cuestiones se invitaría a especialistas de prestigio. Sin duda, el invitado al primer programa fue el ministro Óscar Puente (PSOE) y al segundo acudió Borja Sempere (PP). Les dieron la réplica curtidos tertulianos como Pablo Iglesias, Celia Villalobos, María Claver o Valeria Vegas, entre otros rostros habituales en los cenáculos televisivos.

Dadas las características del formato y la nómina de colaboradores y colaboradoras, es muy difícil que aporten alguna luz a temas tan complejos como el de la vivienda, la inmigración, la jornada laboral o la ausencia de representación del Gobierno en la ceremonia de toma de posesión de la presidenta electa de México. Por más esfuerzos que hace la moderadora en que fluya un discurso coherente y clarificador, lo único que afloran son las intervenciones solapadas y gritonas.

Los colaboradores cambian a medida que se van sucediendo los temas a debate, que además se someten a votación popular a través de un QR. De todos modos, lo más osado narrativamente son las referencias al emblemático programa La Clave moderado por José Luis Balbín. ¿Contribuirá al espectáculo televisivo tan descabellada comparación?

Por si todo lo apuntado no fuera suficiente, el Ministerio de Transporte nos sorprendió con una campaña en pro del transporte público a ritmo de reguetón. Lo llamativo es que el mensaje del anuncio se clausura semánticamente con eso de: «¿Lo pillas?». Lo que no queda claro si se trata de un guiño a la inminente subida de precios de los billetes o a esos trenes que llegan con retraso de horas. Pese a las críticas en las redes y el cachondeo en las tertulias, el spot nos lo han restregado bien durante estas semanas.

¡Pillarlo o no, esa es la cuestión! De momento la disputa por las audiencias solo deja meridianamente clara la autorreferencialidad de la programación televisiva. Los «nuevos» programas estética y temáticamente se vuelven sobre sí mismos como muletilla narrativa con la que legitimar el producto. Quizá la batalla entre El hormiguero y La resistencia está fomentando el que la población más joven vuelva su mirada a la televisión en abierto. Es posible que se enfrenten a problemas con la vivienda, las becas o con las condiciones de trabajo, pero tienen una televisión para entretenerse- ¿Lo pillan?

Escribe Ángel San Martín  

59 Segundos (La 1 de RTVE), producido por Globomedia y presentado por Gemma Nierga