Señalar

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De hormigueros, revueltas, Mississippi y otros marcianos

Recuerdo lo serio que se ponía el maestro de primaria para reprendernos cada vez que nos veía señalar con el dedo a alguien. Nos reconvenía estos gestos o palabras porque los consideraba muestra de mala educación y escaso respeto por los demás.

Algún tiempo después, en las aulas universitarias, nos explicaron que el gesto de señalar en los bebés contribuye a reforzar su yo frente al entorno y, en particular, a separarse de la madre. Con la instalación en el salón de casa de los electrodomésticos de línea blanca y el consiguiente mando a distancia, los más pequeños de la casa aprendieron que tocando los botones de aquel artefacto ponían el mundo a sus pies.

El aparato que con su mando a distancia sincronizado más ha contribuido a satisfacer lo inmediato es la televisión. Durante varias décadas ha dispensado refuerzos positivos pavlovianos con solo tocar un botón desde el sofá. A partir de este logro y luego con el apoyo de las redes sociales, se ha dado un paso más para convertir sus relatos en catalizadores de la cosmovisión hegemónica en la sociedad. Lo que antes se conseguía con el mando, ahora se gestiona a través del contenido simbólico emitido. Contenidos aptos para el consumo inmediato con el que se refuerza, en muchos casos, los prejuicios de las audiencias o sus amarres ideológicos reducidos a posiciones contrapuestas.

Una muestra de lo dicho lo pone de manifiesto el artificial conflicto en la disputa por las audiencias entre El Hormiguero (Ante 3) y La Revuelta (TVE). Elevado a la máxima potencia en la lucha por la exclusiva de un invitado: el campeón mundial Jorge Martín. Es decir, televisivamente hablando lo público y lo privado comparten prioridades. Así aparece de nuevo la versión actualizada de las dos Españas, todavía apostadas en posiciones donde las fuerzas ultramontanas muestran cierta ventaja en la gestión (Bisbal cantando villancicos en la Puerta del Sol o el vídeo de Carlos Mazón entregando las llaves de un piso a una damnificada).

Y para mediar en la disputa, en una de las secciones de 59 Segundos (TVE) de hace unas semanas, Gemma Nierga invita, precedida de una generosa promoción, a Pepe Navarro como responsable de Esta noche cruzamos el Mississippi (Tele 5) y a Javier Sardá que le sustituyó no sin polémica con Crónicas marcianas (Tele 5). La presentadora les preguntó si su preferido era El Hormiguero o La Revuelta, mientras tanto y en segundo plano, detrás de la presentadora se veía con claridad el cartel promocional de La Revuelta resaltando la imagen de su presentador.

Uno de los tertulianos presentes en esta ocasión era Boris Izaguirre que, pasado de vueltas, casi no dejó hablar a nadie, cruzando bromas y comentarios con Javier Sardá. Circunstancia que afeó en numerosas ocasiones el recatado, al menos en esta ocasión también molesto, Santiago Segura.

Pepe Navarro aprovechó la oportunidad para lanzar un argumento para no pasar desapercibido: lo de entonces era una rivalidad «sana» entre distintos modos de hacer una «televisión de autor». Modalidad de producción que destrozó Paolo Vasile como responsable de Mediaset (Tele 5 y la Cuatro, entre otros canales), imponiendo un tipo de programación de formato estándar basado en la crónica social de personajes públicos. Programas que, con una amplia plantilla de colaboradores, desviaban la atención hacia temáticas más o menos intrascendentes de la vida privada de unos y otras. La mayoría sin más mérito que el protagonismo en el famoseo.

Con el paso del tiempo, este mismo formato se ha aplicado a temas de actualidad como la corrupción, el acceso a la vivienda, el funcionamiento de las distintas instancias judiciales, la DANA o la degradación de las instituciones como el serial de Bárbara Rey, mi verdad (Tele 5).

La apoteosis de este modo de abordar el debate público la pudimos contemplar hace cercana la Navidad, no sin sonrojo, en el Parlamento Valenciano tras la provocación, precisamente, del conseller de Educación. La maquinaria está tan engrasada que ya no sorprende la frecuencia con la que se ve cómo todo ello salpica a las instituciones democráticas, por ejemplo, filtrando informaciones sujetas a determinadas cautelas procesales.

Pero es igualmente significativo el que muchos testigos e investigados (antes imputados), de los juzgados se van a los platós de televisión a comentar lo declarado ante sus señorías o el que determinados miembros de la carrera judicial participen en la caza de brujas que son la mayoría de las tertulias televisivas. El afán clarificador del magistrado Ximo Bosch este día en La Roca (La Sexta), quedó neutralizado por el tertuliano profesional Juan del Val y sus improperios contra quienes no siguen sus argumentos.

El serial de Bárbara Rey, mi verdad (Tele 5).

En esta clave se puede interpretar la exaltación de la eurodiputada Irene Montero contra el tertuliano Javier Chicote en Todo es mentira (Cuatro) o la interpelación casi descalificante tanto del presentador, Xabier Fortes, como del resto de periodistas que participaban en la tertulia de La noche en 24h (TVE).

Por no hablar del enfrentamiento de Pilar Raola con el diputado del PP y consejero del Gobierno de Madrid, Alfonso Serrano o de la bochornosa entrevista de Risto Mejide a Koldo, el compañero de viaje del investigado Ábalos. Contexto que no es ajeno a cómo se ha elegido y nombrado al nuevo presidente de la Corporación de RTVE o la motivación tras la renuncia del presidente de À Punt, cuyos informativos daban imágenes de la tragedia que se estaba produciendo seis horas antes de sonar la alarma del Sr. Mazón.

Mientras que por un lado la clase política de Bruselas o de Madrid se afana en regular para que la industria audiovisual no haga negocio con el señalamiento, como se ha hecho a cara descubierta con el plano secuencia de promoción de una canción de Amaia en un programa de la televisión pública. Menos mal que siempre nos quedarán los biopic de Gila, el de la presentadora Sonia Martínez o programas apostados en la noche como Al cielo con ella (TVE Play), o los que vendrán sobre personas comprometidas como Marisa Paredes e incluso del controvertido Federico Mayor Zaragoza.

Y llegados a este punto, como dice el eslogan de la lotería de este año, a compartir lo mejor posible estos días de fiesta, así como lo que nos depare el futuro inmediato. ¡Feliz 2025!

Escribe Ángel San Martín   

59 Segundos, Gemma Nierga invita, a Pepe Navarro y a Javier Sardá.