Ernst Lubitsch y su «Fausto»

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A la búsqueda de Mefistófeles

Mary Pickford

Es bien conocido que Ernst Lubitsch era un hombre de teatro, y no quiero que se me malinterprete al decir que, a pesar de sus magníficas producciones cinematográficas, sus raíces teatrales siempre permanecieron en él. De hecho, es impactante ver la cantidad de papeles que interpretó bajo la dirección de Max Reinhardt, especialmente durante esos años formativos de actuación.

Es importante recordar que parte del elenco que trabajaba con Reinhardt también provenía de su escuela, lo que creó una cantera inolvidable de actores. Lotte Eisner escribió sobre esto en su célebre libro La pantalla demoníaca.

Sin embargo, a pesar de su relevancia, esta relación no ha recibido la atención adecuada, como bien observa Guillermo Triguero al abordar su influencia: «no es casual que buena parte de los principales directores y actores que formarían el cine expresionista provinieran de su troupe de actores. A raíz de dicha experiencia, estos seguramente tomaron nota de muchos de los recursos que este utilizaba y los aplicaron a sus obras».

Y vaya si lo hicieron. Esta conexión no solo se reflejó en el cine expresionista, sino que también dejó huella en el cine alemán de esas décadas y posteriormente en Hollywood, especialmente a partir de 1927. Dentro del repertorio de la compañía de Max Reinhardt se incluían Fausto I y Fausto II, y tanto Lubitsch como ocasionalmente F. W. Murnau formaron parte del cartel de estas obras.

Es inusual no encontrar el nombre de Lubitsch en el elenco de actores, al menos según las listas que he consultado. Fausto es una obra que siempre ha fascinado a los amantes del teatro, por lo que no es sorprendente que F. W. Murnau también se sintiera atraído por ella. En una correspondencia de 1915, enviada desde el frente, Murnau menciona a su amigo Lothar Müthel su reciente adquisición: una traducción rusa de Fausto con ilustraciones extraordinarias. Fausto ha sido siempre un tema central en la cultura alemana, y lo fue aún más para los miembros de la compañía de Max Reinhardt.

¿Cuál es la conexión cinematográfica entre Ernst Lubitsch y Fausto? Sorprendentemente, esta relación se establece a través de Mary Pickford, la gran dama del cine al otro lado del Atlántico. Lubitsch llegó a Hollywood el 23 de diciembre de 1922 invitado por Pickford con la expectativa de que dirigiera la película histórica Dorothy Vernon Of Haddon Hall, en la que Pickford sería la protagonista. Ella declaró: «Me gustaría contar con Ernst Lubitsch porque parece entender tan bien el significado de la realidad histórica y la atmósfera» (Picture-Play Magazine).

Me resulta enternecedor que otra de las razones que aludía Mary Pickford era que sería ventajoso trabajar con un director que no estuviera condicionado por su reputación. Esto sugiere que no cualquier realizador bajo el mando de Pickford era capaz de llevarle la contraria o simplemente tener una visión diferente. Es bonito que ella reconociera esta necesidad. Lubitsch, con su encantador sentido del humor, parecía encajar perfectamente en ese perfil amigable, manteniendo al mismo tiempo la capacidad para tomar decisiones que pudieran diferir de las de Pickford.

Con el tiempo, me he dado cuenta de la importancia de ser precavida con algunos artículos de prensa, tanto en Estados Unidos como en Alemania. Muchos de ellos forman parte de lo que hoy llamaríamos estrategias de marketing. Sin embargo, no deja de ser curioso que el 20 de enero Motion Picture News escribiera: «El Sr. Lubitsch también ha tenido durante mucho tiempo la ambición de asumir la dirección de una versión cinematográfica de ‘Fausto’, pero afirma que nunca había encontrado a la persona adecuada para interpretar el personaje hasta que conoció a la Srta. Pickford, quien, según él, representa el tipo ideal para este papel tan famoso en el teatro y la ópera».

Sea como fuere, ya fuera estrategia o un convencimiento personal de Lubitsch, se dio comienzo a la búsqueda de actores masculinos para el papel principal. Sin embargo, a finales de enero de 1923, la selección para los papeles de Fausto y Mefistófeles presentaba dificultades y no terminaba de concretarse.

Lubitsch, no obstante, tenía claro que Douglas Fairbanks sería ideal para interpretar a Mefisto, debido a su «humor, ligereza y vivacidad», así como a su «poder dramático» (Motion Picture Magazine). Lo más divertido del asunto es que Mary Pickford no estaba convencida en absoluto porque, seamos sinceros, Fairbanks era demasiado atractivo para el papel. Y, claro, imagine el dilema: un Mefistófeles tan encantador que podría hacer que el público considere seriamente cambiar el cielo por un destino un poco más… cálido.

Al margen de bromas, lo que si es sabido es que a principios de febrero de 1923 Ernst Lubitsch realizó pruebas de cámara con varios actores para el papel de Mefistófeles. Aunque las imágenes tienen derechos de autor, puedo ofrecer una descripción un tanto personal de esos casi 12 minutos de metraje. Todos los actores, con sus característicos gorros mefistofélicos, muestran el torso y llevan capa durante la prueba.

El primero de ellos me es desconocido. Aparece sentado a una mesa, el codo apoyado de manera relajada, como si estuviera disfrutando de un vino con amigos en una tarde de verano. Sin embargo, le imprime gran insistencia a su mirada de reojo, con cierto toque mefistofélico.

El segundo candidato entra en escena cual Bela Lugosi, manejando la capa de tal forma que evoca más a un vampiro que a Mefistófeles. Esta manera era típica del teatro, supongo, ya que Bela encarnaría ese papel años después. Este actor es divertido: no sabes si está a punto de morder cuellos o realizar un número acrobático al abrir los brazos en cruz y mostrar esas mallas tan ajustadas. No lo hace, claro, fue solo mi impresión. Se ve insatisfecho con su interpretación, repite la toma, demostrando un gran oficio teatral, se nota. Al final, se sienta en la misma mesa de antes; su sonrisa no es muy mefistofélica, pero tiene algo. Según la claqueta, se trata de King, un actor bastante conocido.

El tercero que entra tiene una mirada de reojo más elaborada. Este actor me gusta; según la claqueta se trata de Lester Cuneo, y creo que es mi favorito. Sus ojos brillan y exhibe esa risa y mirada inquietante y desesperada. También durante la prueba le hacen entrar en escena como a King, y para mí tiene presencia. Está claro que los actores deben repetir ese gesto de abrir los brazos en cruz, teatral pero efectivo. Le veo personalidad, sin duda es mi favorito. Hay varias tomas en situaciones diferentes, y en una de ellas Cuneo mantiene la mirada hacia fuera de campo, lo cual me parece inquietante, al igual que su sonrisa. Otros actores vienen detrás de él, pero yo ya he tomado mi decisión: Cuneo habría hecho un buen Mefistófeles.

El 4 de febrero de 1923, según reportaba Los Angeles Times, Mary Pickford decidió abandonar la filmación de Fausto debido a problemas con el guion. Se indicó que centrar la producción en torno a Marguerite podría haber comprometido la integridad de la trama. Si leemos entre lineas aquí esa integridad narrativa tendría que ver probablemente con la integridad de la reputación de la «dama» del cine estadounidense.

Es interesante observar cómo en sus intentos de adaptar obras europeas, los estadounidenses a menudo se enfrentan a contradicciones que su audiencia quizás no esté preparada para aceptar. Parece que no mucho ha cambiado desde entonces. ¿Quién estaría dispuesto a ver a una Pickford «deshonrada» morir en la pantalla, y lo peor: ¿con un bebé? No, definitivamente no, no con Pickford.

El 18 de febrero de 1923 Pickford y Lubitsch se ponen de acuerdo en realizar Rosita como proyecto alternativo.

Llego al final de este breve artículo con cierta decepción: ¡cuánto habría dado yo por ver a Pickford en ese papel!, y también a Fairbanks o a Cuneo como Mefistófeles! Años después, Mary Pickford compartió con Kevin Brownlow una anécdota reveladora: «Mi madre no conocía la historia, así que Lubitsch se la contó. «’Sí’, dijo, ‘ella tiene un bebé, no está casada, así que lo estrangula’. Mi madre respondió horrorizada: ‘¿Qué? ¿Perdón?’ Y Lubitsch insistió: ‘Bueno, Marguerite no está casada, tiene un bebé, y lo estrangula’. ‘¡No mi hija!’, exclamó mi madre, indignada. ‘¡De ninguna manera!’ Así que, no hice Fausto».

Desde luego, Lubitsch no mostró en esta explicación mucha sensibilidad hacia los matices de la obra de Goethe, pero ese era precisamente el encanto de su humor. Y además, ¿quién podría atreverse a contradecir el deseo inquebrantable de una madre?

Escribe Laura Bondía

Fuentes:

F. W. Murnau, Gerhart Hauptmann: Faust. Eine deutsche Vollkssage, Edition Filmuseum Münschen 2020. Cuadernillo que acompaña al DVD Fausto que incluye tambien esos 12 minutos extra.

Guillermo Triguero: Criaturas del cine expresionista alemán, Barcelona 2022, en especial págs. 60 y siguientes.

Friedrich Wilhelm Murnau, Eberhard Spiess, Christa Reichel: Wenn ihr Affen nur öfter schreiben wolltet! Briefwechel zwischen Friedrich Wilhelm Murnau und Lothar Müthel, 1915-1917, Bielefeld 1991, en especial págs. 19 y siguientes.

El 18 de febrero de 1923 Pickford y Lubitsch se ponen de acuerdo en realizar Rosita como proyecto alternativo