1929-1938: comedia, drama, bélico, aventuras…

Durante varias semanas he ido visionando en la plataforma Filmin algunas joyas del cine primero de John Ford, que he comprobado, no están comentadas en nuestra revista. Al hilo de los visionados fui tomando notas para, finalmente, redactar algunas opiniones, algo de crítica y semblanza de estas obras que no conocía y que mucho me han gustado y llamado la atención. Por no decir que me han encantado por su calidad, obvio, pero también por su buena onda, su arte y sus buenos mensajes.
Como quiera que se va a cerrar el monográfico El otro Ford, quiero enviar estos títulos y mis comentarios, más que nada para visibilizarlos. Son películas que, si bien son de un Ford primerizo, no son westerns, y las valoro como obras de una calidad impresionante en su forma de abordar aspectos sociales, políticos y humanos de aquellos años treinta del pasado siglo, con una sutileza y una profundidad admirables.
Ford es uno de mis ídolos de la cinematografía universal. Recuerdo haber visto desde niño en la gran pantalla, bien en mi colegio que era muy cinéfilo, bien acompañando a mis padres, que también eran muy aficionados, películas como La diligencia (1939), El hombre tranquilo (1952), Centauros del desierto (1956) o El hombre que mató a Liberty Valance (1962). Y muchas otras, pero menciono estas cuatro porque las he podido ver en ocasiones diversas, bien en cinefórums, en TV o en reposiciones, que antes era algo común en los cines.
Dejo este rosario de perlas del cine Ford que, sin ser lo más cuajado de él, sí tienen, todas, el sello del magisterio y la excelencia de un cineasta sin par.
Están en orden descendente, de las más recientes a las más antiguas y al final incluyo un western de 1929, más que nada por lo maravillosa que es la película, y por ser una peli muda de Ford.
Cuatro hombres y una plegaria (1938)
Paradigma de película de aventuras y drama que sigue a los hermanos Arlen: Geoffrey (Richard Greene), Wyatt (George Sanders), Christopher (David Niven) y Rodney (William Henry), tras la muerte de su padre, el coronel Loring Leigh (C. Aubrey Smith), en circunstancias sospechosas. Los hermanos se embarcan en una misión para limpiar su nombre y descubrir la verdad detrás de su muerte.
La trama se desarrolla en varios escenarios exóticos, desde la India hasta América del Sur, pasando por Londres y Egipto. Cada uno de los hermanos aporta una habilidad única a la investigación, lo que añade interés y dinamismo a la narrativa. Una maravillosa Loretta Young interpreta a la protagonista femenina, Lynn Cherrington, que se convierte en un interés amoroso y aliado crucial en la búsqueda de los hermanos.
La dirección de Ford es un punto fuerte. Conocido por su habilidad para capturar paisajes impresionantes y crear atmósferas envolventes, Ford consigue dar vida a los diversos escenarios de la película. Una historia consistente y momentos con la intensidad necesaria para mantener el interés.
Las actuaciones son otro aspecto destacado. David Niven y George Sanders ofrecen interpretaciones sólidas, aportando carisma y profundidad a sus personajes. Loretta Young brilla con su trabajo en un papel que habría podido estar mejor desarrollado.
Ford, digno de elogio por las estupendas actuaciones y una cinta que equilibra sus elementos de aventura, drama y romance. Sigue siendo interesante dentro de la filmografía fordiana y un ejemplo de cómo eran las producciones de Hollywood a finales de los años 30.
Huracán sobre la isla (1937)

Película de aventuras, exótica, ambientada en una isla de la Polinesia francesa. La película sigue la historia de Terangi (Jon Hall), un marinero polinesio que trabaja en un barco francés.
Después de golpear a un plantador francés racista, Terangi es condenado a prisión. A pesar de sus repetidos intentos de fuga para reunirse con su esposa Marama (Dorothy Lamour), es capturado cada vez que lo intenta. Hasta escapar al final milagrosamente.
La trama se intensifica cuando un huracán devastador amenaza la isla, poniendo a prueba la resistencia y el amor de los personajes.
La historia se desarrolla en tres partes: la presentación de los personajes, el desarrollo del conflicto y la llegada del devastador huracán que da título a la película.
Destacan en el reparto la actuación de Dorothy Lamour como Marama: aporta una presencia carismática y emotiva, destacándose en las escenas de mayor carga dramática. Jon Hall, como Terangi, hace una actuación convincente, mostrando la lucha interna de un hombre atrapado entre su deber y su amor. Mary Astor y Thomas Mitchell interpretan a la pareja de misioneros que intentan ayudar a Terangi, aportando profundidad y complejidad a la narrativa.
La película toca temas como la injusticia racial, la lucha por la libertad y la fuerza del amor frente a adversidades insuperables. También destaca la relación entre el hombre y la naturaleza, mostrando cómo los personajes deben adaptarse y sobrevivir ante el poder destructivo del huracán.
Uno de los aspectos más destacados de la película son sus efectos especiales, especialmente en la secuencia del tifón. Utilizando técnicas innovadoras para la época, Ford y su equipo lograron crear una representación realista y aterradora de un desastre natural, que sigue siendo impresionante incluso para los estándares modernos.
En su estreno, esta película fue aclamada por su narrativa emocionante y sus impresionantes efectos visuales. La crítica elogió la dirección de Ford y las actuaciones del reparto.
Con el tiempo, la película ha mantenido su estatus como un clásico del cine de aventuras, apreciada tanto por su valor artístico como por su capacidad para entretener.
Prisionero del odio (1936)

Filme de Ford que se adentra en la vida del doctor Samuel Mudd, un médico que fue injustamente condenado por su supuesta complicidad en el asesinato del presidente Abraham Lincoln. La película es una adaptación de la novela The Prisoner of Shark Island, de Niven Busch y Edward E. Paramore Jr., con guion de Nunnally Johnson.
La trama sigue al Dr. Mudd, quien, sin saberlo, trata a John Wilkes Booth, el asesino de Lincoln, después del atentado. Mudd es arrestado y condenado a cadena perpetua en la infame prisión de Fort Jefferson, en los Cayos de Florida.
La película muestra la lucha por sobrevivir en condiciones inhumanas y la eventual redención cuando el personaje ayuda a contener una epidemia de fiebre amarilla en la prisión donde se encuentra.
Ford, conocido por su habilidad para contar historias humanas con gran profundidad, utiliza su talento para crear una atmósfera de tensión y desesperación. La fotografía de Bert Glennon (B&N) captura la dureza del entorno carcelario y la belleza de los paisajes de Florida. Ford también se enfoca en los temas de la justicia y la humanidad, cuestionando la moral de las decisiones judiciales de la época.
En cuanto al reparto, Warner Baxter ofrece una actuación convincente como el Dr. Mudd, mostrando tanto su desesperación como su determinación. Gloria Stuart, quien interpreta a su esposa, también destaca por su papel de apoyo, mostrando la angustia y la esperanza de una mujer que batalla por la libertad de su esposo.
La película fue bien recibida en su momento, elogiada por su narrativa poderosa y las actuaciones sólidas. Sin embargo, también ha sido objeto de debate por su interpretación de los hechos históricos y la figura de Mudd. Algunos críticos modernos han señalado que la película se toma ciertas libertades con la historia real, lo que es común en las adaptaciones cinematográficas.
Gran película, pues, que aborda temas universales como la injusticia, la manumisión y la resistencia humana frente a la adversidad. Obra que sigue siendo relevante hoy en día, ya que plantea preguntas sobre la imparcialidad y el trato a los prisioneros, temas que siguen siendo actuales.
Ford, definitivamente, fue un genio único y en este filme captura ambientes históricos, la época de Lincoln, el magnicidio, juicios sumarísimos o la semblanza de hombres, como el Dr. Mudd o su sirviente negro, capaces de dar su vida en favor de los demás.
Barco a la deriva (1935)

El sobrino del doctor John Pearly (bien John MaGuire) ha quedado en ir con su tío para navegar sobre el Misisipi en un barco a vapor que este acaba de comprar. Aparece con una novia, una muchacha del pantano, una joven muy humilde y enamorada.
Él, por una lucha en defensa propia, ha matado a un hombre. Su tío queda anonadado, pero ha entendido que, por tener un testigo, «el Nuevo Moisés», el sobrino puede salvar la vida en juicio cabal.
De modo que se entrega y es arrestado por el crimen, acto este que le impedía marcharse con su novia Fleety Belle (bonita y eficiente Anne Shirley), la joven con la que tenía la intención de casarse. El joven sobrino es condenado al ahorcamiento. Pero el doctor, su tío, intentará todo para salvarlo.
Película dirigida por John Ford y protagonizada por Will Rogers, Anne Shirley e Irvin S. Cobb, fue estrenada en 1935. Es una comedia dramática que se sitúa a mediados del siglo XIX y sigue al Doctor John Pearly que hace lo imposible navegando por el río Missisipi en una carrera de barcos de vapor.
Si bien no es la obra más sólida de las colaboraciones entre John Ford y Will Rogers, sigue manteniendo muchas de las virtudes de sus trabajos anteriores: estamos ante una trama sencilla que aborda temas como la intolerancia social, la integridad personal, la privación de la libertad y el amor de dos amantes.
Steamboat round the bend es una comedia con momentos de emoción y enorme calidad gracias a la habilidad de Ford para crear escenas visualmente impactantes. Excepcional fotografía de George Schneiderman y música ad hoc de Samuel Kaylin.
El actor Will Rogers hace una actuación espléndida, aunque tal vez, el personaje más recordado sea el predicador y a la sazón testigo de cargo, el Nuevo Moisés, interpretado por Berton Churchill.
Ford realiza su trabajo con habilidad, con escenas de calidad y planos que contienen la fuerza y belleza de su ser genuino. Ford siempre sobresale.
Paz en la tierra (1934)

La historia sigue a una familia propietaria de una próspera fábrica textil a lo largo de un siglo (1824-1924), que se extiende desde su expansión hacia Europa (Inglaterra, Francia y Alemania), la Primera Guerra Mundial, la recuperación económica posterior al conflicto, la depresión de 1930 y el advenimiento de la segunda Guerra Mundial.
El filme se centra en los esfuerzos de los miembros de la familia por mantenerse unidos en tiempos de cambio y adversidad.
Se utilizaron maquetas, miniaturas y proyecciones para recrear escenas de batalla y paisajes. Aunque hoy en día estos métodos pueden parecer rudimentarios, en su momento fueron revolucionarios.
En cuanto a fotografía, destaca el trabajo de Joseph H. August para lograr una estética visual impactante. La composición de las tomas, la iluminación y la elección de ángulos contribuyen a la atmósfera de la película.
Respecto al montaje y ritmo, Ford utiliza montajes paralelos para mostrar eventos simultáneos en diferentes lugares. Esto crea tensión y mantiene al espectador comprometido.
La música original de la película, compuesta por Max Steiner, aporta emocionalidad y dramatismo. La partitura se adapta a las diferentes épocas y situaciones que abarca la trama.
El elenco, encabezado por Victor McLaglen y Rochelle Hudson, ofrece interpretaciones muy serias. La dirección de actores de Ford es notable, especialmente en las escenas familiares y de conflicto.
Aunque la película tiene 90 años, su calidad visual sigue siendo impresionante. El guion fue escrito por Reginald Berkeley, quien también fue político británico y guionista en Hollywood.
A través de un estilo cautivador y una animación impresionante, la cinta ofrece una crítica mordaz de la guerra y una apasionada llamada a la paz, aunque lamentablemente no lograra su objetivo en un mundo donde los conflictos y las tensiones aún persisten, como podemos ver.
Peregrinos (1933)
Una madre acaparadora y absorbente, Hannah Jessop (Henrietta Crosman), sufre un ataque de celos y rabia, pues su hijo Jim (Norman Foster) ha decidido casarse con su novia Mary Saunders (Marian Nixon), para evitarlo, alista al hijo en el ejército como combatiente en la Primera Guerra Mundial. Lo que no sabe es que Mary espera un hijo de Jim.
Adaptación de un relato de I. A. R. Wylie (con guion de B. Conners y P. Kein). Un filme construido con solidez, por lo que emana un agradable regusto de época.
Película emotiva y conmovedora que nos hace reflexionar sobre nuestra propia humanidad y los errores que podemos cometer por nuestro egoísmo. Es una obra valiosa, con un importante mensaje.
Muestra el talento de Ford y presenta algunas recurrencias de temas y estilo, que caracterizarían su universo cinematográfico.

Doctor Bull (1933)
Protagonizada por Will Rogers, es una comedia cómico-dramática que se centra en la vida de un médico de pueblo, el doctor George Bull. A pesar de su prestigio profesional, se enfrenta a críticas de sus vecinos debido a sus frecuentes visitas a una viuda, lo que se complica aún más cuando una epidemia de tifus golpea la localidad.
La película es parte de una trilogía de comedias costumbristas dirigidas por Ford y protagonizadas por Rogers, que también incluye El juez Priest y Barco a la deriva. En esta, Ford ofrece una mirada crítica pero cariñosa a la vida en un pequeño pueblo estadounidense, destacando la lucha del protagonista contra los chismes y la intolerancia de sus conciudadanos.
La actuación de Will Rogers destaca por su sobriedad y espontaneidad, convirtiéndose en un símbolo del americano medio, honrado e íntegro. Acompaña una música estupenda de Samuel Kaylin y una gran fotografía de George Schneiderman en blanco y negro.
La película es maravillosamente simpática, también perspicaz, y es de valorar su tono ligero y optimista, junto a su detallada observación de la vida rural y de aquellos tiempos.

El doctor Arrowsmith (1931)
Es la historia de Martin Arrowsmith, un joven médico idealista. Tras graduarse, renuncia a un puesto como investigador para casarse con la enfermera Leora Tozer. Regresa a su pueblo natal y establece una consulta médica mientras investiga un suero para detener una mortal plaga del ganado.
La película ofrece una visión interesante del ejercicio de la medicina, la microbiología y la investigación en el primer tercio del siglo XX en Estados Unidos. La obsesión del protagonista por su trabajo y los dilemas morales que enfrenta resultan creíbles y teñidos de tragedia.
La primera parte es una historia de amor, en plan comedia ligera, rodada con corrección. Sin embargo, mediada la película, a raíz del descubrimiento de Arrowsmith y particularmente su viaje a las Antillas, la película empieza a ganar interés, logrando imprimir fuerza a las imágenes, profundizando en el personaje e intensificando el drama hasta teñirlo de tragedia. O sea, en esta segunda parte la historia gana interés y hondura.
En términos cinematográficos, la película tiene una gran dirección de Ford y actuaciones convincentes, con un reparto donde destacan Ronald Colman y Helen Ayes como los recién casados, y Richard Bennett como el científico principal. Estupenda la música de Alfred Newman y la fotografía de Ray June.
En algunos momentos se resiente el ritmo y decae también un poco en intensidad para mantener al espectador plenamente comprometido. A pesar de esto, la segunda mitad de la película es digna de verse y disfrutar por unos momentos de cine de altura.

Río arriba (1930)
Película que combina elementos de comedia y drama, que además es una de las primeras películas sonoras de Ford. La historia sigue a Duke y Steve, dos prisioneros que escapan de la cárcel para ayudar a Judy, una mujer que está por cumplir su condena y quiere rehacer su vida junto a su prometido, Bob, en una pequeña localidad.
Es especialmente destacada por ser el debut cinematográfico de Spencer Tracy, quien interpreta a Duke, y una de las primeras apariciones de Humphrey Bogart, quien tiene un papel menor pero muy eficiente. La química entre los actores y la dirección de Ford son puntos fuertes que elevan la calidad de la película, con un guion que no pasa inadvertido por su delirante universo.
Ford, conocido por su habilidad para contar historias humanas y emotivas, logra aquí crear una comedia ligera muy entretenida, que describe un mundo carcelario medio delirante y gracioso. Ford maneja con destreza los momentos cómicos y dramáticos, y las actuaciones carismáticas de su reparto.
Película fresca y talentosa con Tracy y Bogart, que nunca defraudan. Obra ligera y muy simpática, en la que los presidiarios son buenísimos, el alcaide encantador, los amigos se sacrifican de verdad y triunfan la bondad y el amor. Además, no le falta el buen sentido del humor, el teatrito y las canciones; y el sabor aún a cine mudo.
La recomiendo a los que quieran pasar un rato muy agradable y no tengan prejuicios sobre las pelis que tienen más de noventa años.
En fin, película de Ford interesante, tanto por su contexto histórico como por su elenco y dirección. Ofrece una visión temprana del estilo fordiano y de actores que se convertirían pronto en grandes estrellas de Hollywood.

El intrépido (1930)
Dirigida por John Ford y Andrew Bennison, la historia sigue a Louis Beretti (Edmund Lowe), un gánster que, tras ser arrestado, es enviado a luchar en la Primera Guerra Mundial como parte de la estrategia de un juez que busca promocionarse para su reelección. En el reparto figuran también Catherine Dale Owen, Frank Albertson y Marguerite Churchill.
La trama combina elementos de cine de gánsteres, bélico, comedia y drama. Louis Beretti, el protagonista, es un gánster que se convierte en héroe de guerra o poco menos, lo que le permite redimirse y cambiar su vida. Explora el filme temas como la manumisión, el patriotismo y la corrupción del sistema judicial.
Es una cinta con críticas de todo tipo, pero a mí me ha parecido muy bonita, que mezcla géneros y se afana en sacar adelante una historia compleja y con muchas angulaciones: familia, amor, redención, etc.
Desde un punto de vista técnico, sobresale por su dirección y cinematografía. John Ford, conocido por su habilidad para capturar paisajes y escenas de acción, aporta su estilo característico a un filme diferente de gánsteres, guerra o familia. La colaboración con Andrew Bennison añade una dimensión interesante. Supieron mantener la cohesión narrativa.
Tiene también su interés desde una perspectiva histórica, ya que refleja las actitudes y preocupaciones de la época. La película se estrenó durante la Gran Depresión y la Ley Seca, un período en el que el público estadounidense estaba particularmente interesado en historias de liberación y heroísmo. Además, la representación de la Primera Guerra Mundial y sus efectos en los personajes ofrece una panorámica de cómo se percibía el conflicto y la política mundial en ese momento.
Si bien no es de las mejores obras de Ford, sí es una película interesante para los aficionados al cine clásico y para aquellos aficionados en la evolución del cine de gánsteres y bélico. La película ofrece, amén de una mezcla única de géneros, una interesante visión de la sociedad estadounidense de principios del siglo XX.

Tres hombres malos (1929)
Maravilloso western mudo de John Ford, una película donde ya se ve su genio único, sobre todo en este género. No parece una peli muda, es toda una maravilla del cine de siempre jamás, y Ford acierta con cada encuadre y cada plano.
En la cinta, son tres forajidos los que ayudan a una jovencita cuyo padre acaba de ser asesinado por una cuadrilla de maleantes como ellos. Pero estos tres hombres (malos, pero muy buenos), recapacitan, ayudan a la muchacha e incluso le buscan novio.
A la cabeza del pueblo a donde llegan, un sheriff corrupto está al mando de una banda de los auténticos y verdaderos hombres malos. Vemos cómo Ford, sorpresivamente, sobre todo para la época, subvierte el esquema moral al uso y hace buenos a los bandidos en tanto que los villanos son el sheriff y sus ayudantes. Sencillamente genial.
Estupendos actores y actrices (George O’Brien, Olive Borden, Lou Tellegen o Priscilla Bonner), que, junto a una sensacional fotografía en blanco y negro de George Schneiderman y la sugerente música de Dana Kaproff, configura una obra excelsa que recomiendo a cuantos gusten del western, de Ford y, en suma, del cine.
Una pieza del cine universal que encierra en su «mudez» candorosa, la belleza del Séptimo Arte en todo su esplendor.
Escribe Enrique Fernández Lópiz
