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Aunque la mayoría de
los socios fundadores de EN CADENA DOS vivimos a orillas del
Mediterráneo, en Valencia, tenemos un colaborador cuyo domicilio se
encuentra a orillas... ¡del Guadalquivir!, pero su espíritu es tan
mediterráneo como el nuestro. Cada mes os invita a acompañarle en el
análisis de un tema cinematográfico de actualidad.
DE ULLMAN(N) A ULLMAN
(O si
usted quiere de Ingmar
Bergman a Woody Allen)
Por
Juan
de Pablos Pons
Si
tomamos como referencia las películas estrenadas en España durante el año
2000, es posible que muchas opiniones coincidan
en que Infiel,
sea una de las mejores. Un film que recupera el clásico estilo del
ya octogenario Ingmar Bergman, no en vano el guión es suyo, aunque en
este caso dirigido por la actriz noruega Liv Ullmann, antigua esposa del
director de cine y teatro más famoso de Suecia. Se trata de una historia
con estructura clásica que plasma una relación triangular. Un anciano,
trasunto del propio Bergman, narra en un ejercicio de recuperación del
pasado su relación con la mujer de su mejor amigo, a la que seduce y con
la que se casa. Film descarnado y tremendamente duro, por sincero,
representa una implacable mirada sobre la complejidad de las relaciones de
pareja, que conmueve al espectador. La aparente imposibilidad de mantener
la llama del amor entre dos personas, desarrollada una y otra vez por
Bergman a lo largo de su filmografía, se plasma de nuevo
en esta historia muy bien escrita, a modo casi de diario, y muy
bien interpretada. El dolor y el sufrimiento que representa la separación
motivada por un adulterio y la incomprensión y hasta la crueldad a la que
las situaciones afectivas pueden llevar, son filmados en esta historia con
un estilo frío y analítico, que inunda al espectador de sensaciones
dolorosas y de perplejidad. Excelente labor de su directora, Liv Ullmann,
compenetrada con este tipo de historias, como ya demostró con Encuentros
privados, también una historia de infidelidad conyugal, escrita por
Bergman y que se beneficia del trabajo de otra gran actriz, Pernilla
August.
En el brillante resultado de Infiel,
juegan un papel fundamental sus tres actores principales, sin duda
“bergmanianos” como Erland Josephson y Krister Henriksson en el papel
desdoblado de David (Bergman viejo y joven); pero de manera especial
destaca la actriz Lena Endre. Con un trabajo sensible, lúcido y con gran
capacidad de comunicación con el espectador, esta actriz de belleza
serena y madura, con pocas películas en su haber, llena con su personaje,
Marianne, la pantalla de credibilidad y talento, moviéndose entre los
hombres que ocupan su vida sentimental. Con una contínua presencia en
toda la película, soporta el peso de la historia hasta su tremendo
desenlace.
Granujas
de medio pelo (Small Time Crooks), la última comedia de Woody
Allen estrenada en España en el mes de diciembre, representa también un
excelente ejemplo de cine bien escrito y bien narrado. Con un sentido del
humor ya clásico, basado como es habitual en Allen en unos brillantes diálogos.
Película que en este caso nos recuerda algunos elementos de Rufufú; el
film italiano dirigido en 1958 por Mario Monicelli, que parodiaba a un
“film noir” de Jules Dassin, Rififí, rodado tres años antes.
Estamos pues ante una historia paródica, contada con un excelente ritmo,
en la que un grupo de poco dotados delincuentes, encabezados por el propio
Allen, en el papel del jefe de la banda, pretenden atracar un banco, para
lo cual alquilan un local adyacente. Woody Allen desarrolla aquí una
brillante idea inicial, ya que la tapadera del móvil, un establecimiento
de galletas, se convierte en un gran negocio, mientras que el intento de
robo resulta fallido, por la torpeza de sus ejecutantes. Todos los
personajes del film, principales y secundarios, parecen tocados por el don
de la inocencia, en su acepción menos favorecedora. Y entre ellos destaca
la esposa del “cerebro” de la banda, papel interpretado de forma
deliciosa y a la vez rotunda por la actriz británica Tracey Ullman. De
hecho se trata del personaje clave de la historia, pues es el que propicia
la ascensión a los cielos de la riqueza, gracias a sus recetas caseras
para hacer galletas; y también da pie al desenlace final de la historia,
enmarcado en las dificultades de la adaptación a una clase social alta,
por vía del dinero, pero sin la preparación necesaria. Buscando la
comicidad en el contraste de las situaciones, la historia se apoya
necesariamente en el trabajo de los numerosos actores y actrices que
tienen presencia en la pantalla. Y entre todos, la atípica Tracey Ullman
se convierte, a la vez en el gran acierto y el gran descubrimiento del
film.
De
forma llamativa en estos dos filmes, sin duda entre los mejores del año
que cierra el siglo XX, encuadrados en géneros cinematográficos tan clásicos
como diferenciados, tal es el caso de la tragedia y la comedia, resulta
especialmente brillante el trabajo de estas dos excelentes, eficaces y muy
atractivas actrices europeas, la sueca Lena Endre y la inglesa Tracey
Ullman. Alejadas las dos del glamour y el reconocimiento de la fama. Ya
situadas en la cuarentena, estos dos filmes les han brindado la
oportunidad de protagonizar
dos maravillosas historias, en las que ambas sobresalen por
méritos propios y por la excelente labor de sus respectivos
directores Liv Ullmann y
Woody Allen.
Por lo tanto, de Liv Ullmann a Tracey
Ullman, pasando por Ingmar Bergman, Lena Endre y Woody Allen; todos ellos
representan lo mejor en las facetas fundamentales del cine: la capacidad
para escribir buenas historias, dirigirlas e interpretarlas.
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